Oía la misma canción todos los días, aunque no podía comprenderla; nada sabía del idioma de los magos. Aquella melodía le recordaba su niñez, cuando aún no había guerras en el mundo y la gente aún cantaba. Todos decían que los magos se habían extinguido, pero él seguía oyendo la misma canción. En el salón principal del Castillo de Magia, un mago de apenas 8 años, tocaba la misma melodía, cada día, pensando que nadie la oiría.
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