El pobre portero sueña ser aquel señor que siempre entra en su extravagante carro. El señor llega a su casa, cada día, y se sienta en la mesa, a ver su bola de cristal, que muestra los deseos más profundos del corazón. Cada noche la misma imagen se refleja en la bola: el portero cenando con su familia.
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