lunes, 31 de diciembre de 2018

Jugar al Apocalipsis

Por aquel entonces, no pensábamos en nada ni en nadie. Eso nos hacía felices, nos divertía sobremanera. Acabamos con el mundo millones de veces, sin tener en cuenta las órdenes del Altísimo. Ahora somos viejos y somos el Altísimo. Cuidamos mejor nuestra creación, aunque ella no crea que existimos alguna vez. Ya no es tan divertido jugar al Apocalipsis.

domingo, 30 de diciembre de 2018

El día de misa

Ese día de misa, la virgen estornudó por primera vez, dejando escapar todos los secretos de confesión. Solo así se dieron cuenta de que no estaban solos en el mundo.

sábado, 29 de diciembre de 2018

Frente a las mismas páginas

Cada día se sentaba frente a las mismas páginas abiertas. Sabía que tenía que aprender el sistema Braille, pero sus dedos aún no habían sanado. Mientras, seguía repasando mentalmente aquel libro que sabía de memoria.

viernes, 28 de diciembre de 2018

jueves, 27 de diciembre de 2018

Vuelvo a caer

Con una lágrima en la garganta
Me desvanezco por los suspiros
Es un suplicio y me maldigo
Por no hacerla desaparecer
Es la tristeza que me mal come
Que no me deja poner mis pies
Que lleva al vuelo todas mis dichas
Y vive en mí aunque no esté
Casi parezco que no pretendo
Cuando ella lanza toda su furia
Y ya sin fuerzas me desvanezco
Cuando se esfuma cada porqué
Esto es angustia, y cada cosa
Que antes creí sería el fin
Se vuelve nada ante esta culpa
Y tras su puerta, vuelvo a caer

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Si nadie cree

Ya nadie escribe poesía
No como lo hacían antes
Un verso de cada cosa
Detalles de un sólo instante
Ya nadie cree en las cosas
Mágicas inigualables
Que rodean corazones
Con ideas trepidantes
Nadie cree que en el mundo
Aún existan mentes blancas
Que aun muriendo, se enaltecen
Después de cada batalla
Y si nadie cree en nada
De lo irreal desbordante
¿Cómo puede mi cabeza
Cambiar esos tonos negros
Creer en todas las cosas
Que sueño porque aún pienso
Que el mundo es pura belleza?

martes, 25 de diciembre de 2018

Lo que ahogaste en mi mente

Como te extraño
Como te siento acariciar mi piel
Sin que estés junto a mí
Sin que pueda rozarte
Como te envidio
Aunque seas yo en otro cuerpo
Aunque pueda vivir
Sin volver a encontrarte
Como te pierdo
Aunque parezca que regresas a ratos
Aunque pueda existir
De tus pocas migajas
Como te lloro
Aunque mis lágrimas ya no se vean
Aunque crea que estoy
Voy muriendo en la espera
Casi nada sin ti
Casi todo es mi muerte
Ya no sé que hay en mí
Un vacío creciente
Soy esclava de todo
Lo que ahogaste en mi mente

lunes, 24 de diciembre de 2018

Justificada preferencia

Prefiero las ratas a los murciélagos. Cuando llegué, ellos eran mis amigos. Veíamos la misma luna, cada noche, como si compartiésemos las mismas penas. Con el tiempo, se dieron cuenta de que yo no era necesario y decidieron de una vez, salir hacia donde yo  jamás iré. Ahora, mis amigas son estas pequeñas carroñeras. Sé que jamás se apartarán de mi lado, pues ellas sí me necesitan. Al menos, durante el tiempo que dure mi putrefacto cuerpo, estarán aquí.  Dicen que los huesos son eternos, por eso sé que seremos amigos por mucho tiempo.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Derecho a sueños


Deberías ver mis talones desgastados. Los topé una y otra vez, y aún así no pude ir a casa. Me dijeron que no importaba que no existiera el camino de baldosas amarillas, que los zapatos sí funcionarían. Pero no fue así, me quedé en la misma avenida, esperándolo, por más de 365 días. ¿Será que los muñecos no tienen derecho a los sueños? Pronto la pila se acabará y ya no podré contra chocar más mis talones. ¡Entonces sí que nadie me comprará!

sábado, 22 de diciembre de 2018

Las fuerzas del mal

Entonces es así como debemos combatir a las fuerzas del mal, sólo tenemos que emularlas y su reflejo las matará. ¡Qué libro tan pequeño para tantas pistas! Es suficiente, debo regresarlo. El Sr. Diablo está a punto de despertar.

viernes, 21 de diciembre de 2018

Cuando nazca el dinosaurio


No seas impaciente, la fórmula está trabajando. Hemos mezclado cada componente, meticulosamente. Cuando nazca el dinosaurio, nos dará el  último ingrediente. ¿Quién hubiese dicho que algo tan viejo nos daría la clave del éxito? Él es quien más conoce a la especie humana, ha estado dormido por miles de millones de años, viendo las atrocidades del mundo. Solo tenía que ocurrir el holocausto, para que pudiese despertar. Pronto crearemos al primer humano en nuestro planeta. Solo tenemos que esperar.

jueves, 20 de diciembre de 2018

15 años y contando

Te conocí un día, como otro cualquiera, de esos de librería. Nunca imaginé que la frase de aquel libro tuviera algo que ver conmigo, pero el "vivieron felices para siempre" ha quedado tatuado en mi alma desde entonces. Son 15 años y contando. Sé con certeza que este tatuaje es indeleble.

lunes, 17 de diciembre de 2018

Mentes cerradas

Mentes cerradas que no hacen el amor
Sino el prejuicio que opaca la pasión
Sexo aberrante por ideas grises
Que viven presas rodeadas de matices
Casi logrados en un punto liberado
Más adelante encadenados y opacados
Por esas mentes que ríen llenas de máscaras
Que son perversas sólo en sueños compartidos
Que no desprenden casi nunca los gemidos
Que caen presos en sus cuerpos mal pensados
Nacidos muertos con pretextos retocados
De aquellas mentes estoy harta hasta la asfixia
Las que pretenden lo que nunca lograrán
Que no hipnotizan el deseo y que te envician
De los trastornos que desean de otras mentes
Ya liberados de deseos que hace poco
No eran más que sueños pálidos plagiados

El asesino de los siglos

Cogió laptop, esperanzado en encontrar a la musa despierta esta vez. ¡Llevaba tanto tiempo esperando escribir su gran obra! Había intentado empezar esta novela miles de veces. Escribió millones de palabras; cuerdas, estúpidas, incompletas, verdaderas e irracionales; y todas ellas, (pedazos de intentos), fueron justo al mismo lugar, el fondo del cesto de basura, justo al lado de su mesa de escritorio.

Abrió la tapa y no se encendió. Trató por todos los medios de que que el equipo reaccionara. A pesar de los avances tecnológicos, aún conservaba aquel modelo de antaño, que un día se encontró en una feria de liquidación. Ya nadie tenía estos pensamientos supersticiosos, pero él sí; él aún pensaba que "el mejor escritor debe tener un mecanismo del pasado, para poder hacer las mejores letras futuras". Esta frase se le había colado en su pensamiento, desde la Facultad de  Biología, aquel día en que fueron a captar talentos para el Periódico Digital de Ciencias. Fue ahí donde entendió, que su verdadera vocación no era el estudio activo de los seres vivos, sino el del propio pensamiento, la tarea pasiva (y sin embargo más detonante y enérgica que había) de, estando sentado, crear todo lo imaginable e inimaginable.

Pues había escrito muchas cosas, pero esa novela, "la novela de su vida" (como decía uno de los escritores del pasado, de alguna tierra lejana), tenía que ser hecha según las normas; debía ser perfecta.

Y el día en que encontró aquella maquinita, supo que estaba preparado para empezarla. Pero no fue así, aquella bravía decisión fue frustrada cientos de veces, por ideas que morían, apenas empezando a "pujar".

Pero esta vez no fue la inquieta musa quien se rebeló, sino la misma máquina.

Tocó todos los botones e hizo todo lo que se le ocurrió para que ésta despertara y se prendiera de una vez. Movió el dedo (varios dedos) de un lado a otro, por la pantalla táctil, y no funcionó. Golpecitos, limpieza profunda del la grasa acumulada, aspiración del polvo entre las teclas, calor para destruir cualquier tipo de humedad que hubiese, reseteo, interrupción momentánea del flujo energético, nueva conexión; nada funcionó.

Entonces vio un reflejo. No era la luz digital activada, sino uno sobre el fondo negro apagado.

Era una imagen antropomorfa que se mantenía estática y perfectamente manifiesta.

Se giró asustado, con el salto del estómago característico de la más agresiva situación de miedo.

Ahí estaba, justo a dos metros; no solo era un reflejo en la pantalla, sino una real, en su mismo espacio y tiempo, justo en la habitación.

Se quedó paralizado, viendo como aquella fantasmal imagen se acercaba lentamente, semejando una secuencia en cámara lenta, pero llena de fósfenos a su alrededor.

A pesar de que la habitación estaba iluminada, solo con una tenue luz amarilla incandescente, se dio cuenta de quien era. Era él mismo, pero se veía un poco más joven, y de otro color, entre púrpura y anaranjado.

Se frotó los ojos pensando que quizás estaba alucinando, pero la imagen no desapareció. ¡Parecía tan real! Sin embargo, no lo era, no podía serlo.

Seguía acercándose, ya estaba ahí. Lo tocó y en el mismo instante sintió a ese ente atravesar su cuerpo, fundiéndose con sus células, formando miles de conexiones cerebrales nuevas.

Entonces comenzó a escribir, no el primer capítulo de su opera prima, sino una declaración de culpabilidad, por mucho tiempo oculta.

Tuvo un trance. Aquella horrorosa historia llenó seis páginas, en solo 10 minutos. ¡Quién hubiese sabido que escribir un capítulo fuese tan fácil! Las palabras, que habían dormido durante tantos tiempo, fluyeron tan fácilmente, que no parecían provenir de él. Y no lo hacían en verdad, sino que nacían de un ser interior, que solo usaba sus manos como herramienta del trabajo de redacción.

Al terminar el capítulo, sintió una corriente de energía que salió de su cuerpo y sus ojos se clavaron en la última frase: "por eso la maté".

Se sintió vacío y presa de pánico, pues sentía que aquello no era un mero cuento; tantos detalles no podían ser ficticios. Recordaba haber estado, dentro de su conciencia, observando aquella otra que se apoderó de su fuerza muscular para escribir aquel macabro relato, que parecía tener aún más piezas oscuras inconclusas.

Cerró de un golpe la máquina y se llevó las manos a la cabeza (el gesto típico de desesperación). Justo ahí tuvo otro vago recuerdo, pero más real; un deja vu (por así decirlo), de haber escrito eso mismo, pero en otro tiempo y espacio diferentes.

Aquella insólita situación fue in crescendo. Sin saber cómo no porqué, se paró y caminó automáticamente, hacia el librero. Sus ojos se  fijaron en una sección específica. Tumbó de una tirón, uno de los libros de la primera fila del último anaquel de la izquierda y vio detrás, un color que ya había visto antes, hacía solo unos 15 minutos. Aquel color púrpura -anaranjado actuaba como un imán para sus manos, que fueron directo a tomar aquel libro, impregnado de ese, casi lumínico color.

Lo tomó casi temblando. No pudo sostenerlo por mucho tiempo entre las manos; un descontrolado flutter cardíaco lo hizo caer ante sus pies. Se abrió justo en una página ilustrada, que lo hizo palidecer al instante. ¿Cómo podía ser su rostro el que se veía en aquel dibujo a carboncillo? Mas sí, era él; aun envuelto en aquellos antiquísimos ropajes, que dejaban ver un minúsculo pedazo de cara apenas reconocible, podía ver  su propia imagen.

Por los trazos, aquel dibujo parecía tener más de 300 años.

No había lógica para verse, a sí mismo, en un libro de más de tres siglos. No le era extraña la archiconocida frase: "todos tenemos un doble", pero no había oído nunca que este hecho pudiese traspasar siglos.

Entonces lo acercó nuevamente y miró la imagen con más atención. Al pie había una oración: "Por eso la maté" fue la última frase del Asesino de los Siglos, antes de ser dado de baja por el pelotón de fusilamiento de Napoleón.
-¿Napoleón Bonaparte, ese Napoleón?- gritaba su conciencia incrédula y atónita ante este fragmento de reseña, que continuaba en la página siguiente.

Se sentó con más calma (aunque aún sorprendido) y leyó con detenimiento la historia de aquel doble suyo, al que le adjudicaron millones de crímenes.

Pero había un detalle, el más sorprendente; este hombre proclamaba que todos y cada uno de sus asesinatos, habían sido a través de saltos en el tiempo.

Solo era un resumen de la historia, lo que figuraba en aquel libro cuyo título, haciendo bastante esfuerzo, se entendía como: "Asesinos paranormales".

Decidió que debía encontrar la explicación a toda esa trama de suspenso que, en menos de una hora, se había adueñado de su futuro inmediato. Así que regresó a la Laptop, y buscó toda la información disponible, relacionada sobre el tema. Lo que encontró fue más asombroso, la misma cara, su cara (está de más decirlo), se repetía en aquellos crímenes del 1700, por los que fue fusilado, y en otros del siglo XIX y XX.

Entendió que aquello, impregnado de pura ilógica, estaba, sin embargo, lleno de pruebas claras e innegables.

Para entender esta compleja trama, y librarse de su angustia, debía buscar a la única persona que podía aclarar todo el embrollo. La escritora de aquella reseña, debía saber con exactitud, la historia completa, lo que necesitaba para aclarar toda esa fantasía que, sin embargo, estaba repleta de detalles reales.

Así que salió en su búsqueda. Pero había un elemento importante; el resultado de la Web indicaba que se encontraba internada en un hospital psiquiátrico, con diagnóstico impreciso y pronóstico reservado, por el momento. Mas no había de otra, tenía que intentar hablar con ella.

Le costó mucho trabajo encontrar aquel hospital; estaba en un intrincado paraje rural que jamás había transitado. Era tan espeluznante como cualquier escena de terror, que tuviera una institución como esta de protagonista. Ya dentro, no le fue difícil encontrarla; el asistente de la puerta la señaló con el dedo desde que dijo las primeras palabras descriptivas (el artículo la había apodado "la escritora loca" desde el momento de su ingreso).

Ahí estaba, justo al lado de un gran librero en la sala principal. Era todo lo contrario a lo que hubiese esperado; una mujer hermosa, demasiado radiante para su edad, muy arreglada y coqueta. Habían pasado más de 50 años de aquel artículo y ella no parecía tener más de 35. Pero si actitud era el clásico reflejo de una consolidada enajenación mental.

Se acercó algo temeroso, pero con una incontenible atracción. Solo fue tocarla y, con el primer escalofrío que le inundó hasta la última molécula de su cuerpo, le estalló una avalancha de recuerdos. Sus ojos casi explotaron, del cúmulo de lágrimas que ni siquiera sabía que era capaz de crear. Su mente arrojó flashes, que ya no emergían como simples recuerdos, sino que lo transportaron hacia tiempos remotos. Décadas, siglos, pasaron ante sus ojos, en forma de alucinaciones visuales perfectamente vívidas.

Se vio vestido de Dandy, abrazando el cuerpo sin vida, de una niña hermosa, de pelo rizo, más amarillo que el mismo sol. Lloraba a borbotones y gritaba, gritaba tan alto que su garganta y sus cuerdas vocales debían estar a punto de colapsar y partirse en pedazos.

Y justo a punto de estallar de agonía, se vio nuevamente, pero esta vez vestido de Hippie, de esos realmente felices, que andaban abogando por la paz que, lastimosamente, solo ellos encontraban. Ahí estaba, el mismo grito mudo y aquella hermosa niña, yaciendo entre sus brazos.

Justo antes de emitir un suspiro ancho y pleno, que le acercaba a la conformidad de esa muerte que aún no reconocía, la escena volvió a cambiar. El mismo lugar y otra vez él, esta vez con un jean elástico apretado (de esos llamados "pantalones tubo"), y una franela con "cuello V". La misma niña, inerte, sin el más mínimo hálito de vida.

Nueva fuga panorámica. Esta vez, con el cambio de escenario, lo entendió todo. Con aquella casaca y peluca blanca, viendo su cuerpo perforado por más de veinte sitios, y entre el humo de los rabiosos mosquetes, la vio nuevamente. Era su pequeña, su niña de hermosos rizos dorados, opacada por su propia mano, justo en el siglo XVIII. Luego de tantos intentos por salvarla, de tantos siglos recorridos una y otra vez, detuvo él mismo su vida, antes de que muriese de nuevo en otras manos.

Viendo su menudo cuerpecito, en aquel ataúd, a treinta pies de distancia, y justo antes de palpitar por última vez, dejó caer de su mano el arrugado papel ensangrentado y tuvo tiempo de musitar: "por eso la maté".

Entonces volvió a su realidad del siglo XXII y vio a su niña. Con 33 años (solo tres más que él), le sonrió y se tiró a sus brazos, con un llanto profuso y liberador.

Había esperado toda la vida por que él despertara, como lo hizo ella 5 décadas atrás. No estaba loca; él no la había matado, no realmente. Todo era parte de un simple plan de rescate, elaborado por su "yo" del XLII.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Los deseos

La cosa más bella
La idea inocente
La visión clemente
La palabra tierna
Lo que nos dejaron
Aquellos que amamos
Lo que nos sostiene
Ante la negrura
La cosa más sana
La risa que emana
La pasión furtiva
Y los sueños locos
Lo que nos agranda
Lo que quiero poco
Y lo que aun tuve
Casi sin querer
Todo lo que ansiamos
La cosa especial
Lo que nos sostiene
Lo bello y vital
Lo que nos florece
Desde el interior
Está entre esas cosas
Las más deseadas
Los deseos puros
Los del corazón

sábado, 15 de diciembre de 2018

Deseo oculto

Quisiera dar calma a la mente
La que se torna casi impaciente
Cuando no alcanza lo soñado
En los momentos más obstinados
Pido consuelo para este llanto
Que me ensombrece y me causa espanto
Cada vez que quiero continuar
Ese que nace de la garganta
Y de las luces ya casi muertas
Que vivieron en almohadas de madera
Y soportan el presente con la pena
Que desgarra el corazón y la virtud
Ya no siento que estoy viva o que morí
No consigo prescindir de este dolor
Si lo tuve ¿Por qué tuvo que partir?
¿Por qué vivió conmigo vida eterna
Para luego arrastrarme hacia el abismo?
Esta vida sin su estera no es lo mismo
Es la muerte encadenada a mi cabeza
Que tortura, me enloquece y me hace presa
De lo pasado magnífico que quedó
Será lo eterno disfrazado de mi rostro
Que esconde lo que aún quiere el corazón

viernes, 14 de diciembre de 2018

El premio Nobel


Pudieron al fin obviar la diferencia mental. El cerebro impreso en 3D, había sido trasplantado sin complicaciones. El próximo mes recibirían el Premio Nobel de Misiones Imposibles.

jueves, 13 de diciembre de 2018

El dragón de la torre

El dragón de la torre estuvo tanto tiempo encerrado que, cuando le dieron la libertad, prefirió fundirse en las propias paredes.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Cuatro metros bajo tierra


Abrí el libro prohibido y vi, delante de mis ojos, todos los otros días en que el mundo moriría en constantes holocaustos. Lo llevé al lugar más lejano del mundo y lo enterré a cuatro metros bajo tierra. Han pasado ya dos siglos y aún respiro.

martes, 11 de diciembre de 2018

El primer árbol


El fin del mundo estaba atestado de semillas. No sabía que hacer con ellas, así que comenzó a tragárselas. El árbol que brotó de su interior, fue el primero de aquel nuevo mundo.

La técnica

¿Es así como quieres que llore? Nunca me enseñaron esta técnica en la escuela de teatro. Ahórcate de nuevo, para seguir practicando.

lunes, 10 de diciembre de 2018

Estupidez

Estupidez nacida a gritos
Callada por sueños más cuerdos
Incertidumbre de si podrá llegar
A caminar en escalones de intelecto
Resbaladizos, con solidez al final
Cabezas huecas que no desean llenarse
Mentes vacías en muchos cuerpos
Amargura con risas anormales
Que llegaron quizás a contratiempo
Ideas planas que no logran liberar
Palabras huecas que no saben caminar
El rostro errado que esconde una frente plana
Que no amolda tras caminos bien forzados
Estupidez que no se justifica
Que no renace, que no se rectifica
Que a pesar de los consejos no endereza
Al razocinio que usado a su favor
Pueden llenar la palabra de esplendor
Al borrar la estupidez más  fabricada

domingo, 9 de diciembre de 2018

Maldad

El mundo y su maldad
La asombrosa ingenuidad
De promesas rotas
En psiquis oscuras
Puñetazos vacíos
Sobre rostros mojados
De tristezas pasadas
Sobre cuentos rosados
Gente hipócrita y vil
Que hace negra la vida
De quienes ya no tienen
De donde renacer
Se resarcen de gestos
Siniestros, compilados
Sobre esos sentimientos
Que no han desarrollado
Hace daño ese mundo
Que no quiere progreso
Para mentes ajenas
Que viven de sucesos
Ese mundo mezquino
Que no tiene descuidos
Al  hacerte morir
Antes de tu destino

sábado, 8 de diciembre de 2018

Desierto mental

La mente es tu aliado
Y el peor tirano
De tu cuerpo muerto
Por tantos tormentos
Te juega trastadas
Aun sin saberlo
Y quizás creyendo
Que haces algún bien
Te pega tan fuerte
Que te hace caer
Al fondo más negro
Que puedas tener
Te cierra las puertas
De días sin ventanas
Pero te da paz
Tras cada jornada
Conciliando sueños
Más bien pesadillas
Pero al fin descansos
De esta vida errada
Que un día plateado
Algunos lograron
Lo que era su sueño
Y así, sin querer
Por algo siniestro
Te la regalaron
Sin saber siquiera
Que toda tu vida
La que no pediste
La que ya no quieres
Sería un desierto

viernes, 7 de diciembre de 2018

Los tres monos sabios

Los tres monos sabios entraron al templo, tal y como les habían dicho. Debían hacer su papel, tal como lo habían hecho hasta el momento. “Nada oigo” era el primero, quien guiaba a los otros dos. “Nada veo” confiaba en él y llevaba de la mano a “Nada digo”, que iba de tercero y último. Tenían 8 minutos para llegar. Sus pasos eran consistentes, pero presurosos. Llegaron justo a tiempo, pero no podrían escapar a la profecía. “Nada digo” había visto, hacía 2 minutos, a quien los asesinaría, pero debía hacer su papel, tal como lo había hecho hasta el momento; no podía hablar y no lo hizo. Fueron asesinados por turnos, él fue el último y tuvo que ver, sin decir una palabra, como asesinaban a sus hermanos. Cuando le tocó el turno, emitió un estruendoso “Ahhhhhh”. El asesino murió justo ante sus ojos, se hizo polvo arrastrado por el viento. La profecía no pudo cumplirse, quedó un mono sabio, que pudo salvar a todo el pueblo.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

La burbuja

La burbuja salió volando. Esta vez estaba feliz. Por primera vez era libre. Con su vestido tornasol, voló muchos kilómetros hacia lo alto, donde pudo ver el mundo entero. Ahí se dio cuenta de que debía volver. Aquel jaboncito era su media naranja.

martes, 4 de diciembre de 2018

Asegurar el destino

De aquello todo
De todo nada
La última pieza de la jugada
Ideas sueltas
Ningún consuelo
Premios vacíos de tantos peros
Sueños viajeros
Todo constante
Sueños despiertos de irrealidades
O realizados con desperfectos
Ciclo constante
Deseo y gloria
Desavenencias de la memoria
Sobre las piedras más tropezones
Migajas sueltas de corazones
Dar sin recambio
Cambiar por nada
La incertidumbre desparramada
Destino turbio es el camino
Pero es mejor seguir la huella
Asegurando nuestro destino

lunes, 3 de diciembre de 2018

Aún hay vida

Aún hay vida
Después de todo
Después de la nada
Después de la muerte
Después de la tierra
Después del amor
Después de la duda
Después de la risa
Después de la cima
Después del amor
Antes de la vida
Aún hay amor
Del amor que surge
Quizás del dolor
Y de aquel precioso
De cabezas claras
Que no sueñan nada
Si de sueños son

domingo, 2 de diciembre de 2018

Cien alas dormidas

Ahí se estaba mejor, más cómodo, más tranquilo. Afuera todo era demasiado estresante; más ruido, más violencia en general, más información que recepcionar y más retroalimentación que procesar. En fin, más energía perdida. Pero ahí, dentro de ese apretado mundo (por así decirlo), todo estaba mejor.

No sabía definir bien cuanto tiempo había estado ahí; quizás meses, días o años. Había visto ir y venir gente, por delante de él, por los costados, por detrás (aunque no podía voltearse bien para verlos, sabía que estaban, a veces,a sus espaldas).

Algunos lo miraban, y se quedaban observándolo mucho tiempo. Incluso a veces le parecían tontos por quedarse mirando un punto fijo, así, sin explicación; bueno, algunos sí que tenían cara de tontos. Estos, a pesar del aspecto idiótico, le hacían pasar buenos ratos, porque se entretenía observando sus rasgos faciales y hasta se reía de ellos. En ocasiones se reía a carcajadas, y a toda voz; era una suerte que pudiese hacerlo sin que ellos ni siquiera lo notaran. La mejor parte era cuando sus pupilas se dilataban y un fino hilito de baba corría por sus bocas, abiertas estúpidamente. ¡Jaaaa, eso sí que le causaba gracia! Pero al mismo tiempo era triste, muy triste, saber que en esta época existía aún gente tan fronteriza.

Había otros que le daban un poco de miedo; a estos no quería verlos nunca, y a veces cerraba los ojos, apretándolos fuertemente, para no ver sus pétreos ojos, clavados en los suyos propios. Tenían ojos rojos y tenebrosos, como los vampiros esos, de los cuentos de terror que había escuchado, o de la gente que esta super high en medio de uno de esos psicodélicos "viajes". Pero de vez en cuando los miraba, al menos el resto del cuerpo, no ya sus espeluznantes rostros. Eran cuerpos con aspecto hosco y hasta grotesco en ocasiones. A veces eran personas muy sucias y desaliñadas, y otras, un poco más clásicas y arregladas. Pero en fin, le impregnaban de miedo, porque al igual que aquellos babosos irrisorios, se le quedaban mirando fijamente, con la diferencia de que, al hacerlo, parecía que querían taladrar su cerebro, con todas las malévolos ideas que guardaban los suyos. A lo mejor eran personas buenas, pero no lo parecían, y la apariencia es muy importante en la vida; ya lo dice el dicho: "un gesto vale más que mil palabras", y eso no era un gesto, sino toda la postura corporal, que es en sí un mega gesto.

Pero había unos que eran los que más odiaba; esos que llenos de pulcredad, y con actitudes circunspectas, lo miraban "por encima del hombro", como si el simple hecho de mirarlo, implicara un acto denigrante y sucio. Tenían vestimentas finas y perfectamente elaboradas, y los cabellos estirados, con cada pelo colocado casi ex profesamente. Pero lo más asombroso eran sus ojos, vacíos totalmente; apenas perceptibles por las actitudes falsamente elegantes que adquirían. De alguna manera emanaban un cinismo que era parte de sus personalidades y esto, simplemente, le daba asco psicológico.

Hasta que llegó él. No era como los demás, se vestía de modo casual, pero sin llegar a lo vulgar, y aún mantenía una pulcritud natural, como la de los niños recién bañados. No podía olerlo, pero debía oler a lavanda o jazmín, seguramente; ese es el olor más puro y fascinante (no dulce ni amargamente fuerte, sino eso, olor a limpio, y ya). Su postura era desenfadada. Con una pequeña "tableta" en la mano, le daba vueltas y vueltas (más de 20 pudo contar). Pero sus ojos eran, sin dudas, lo más asombroso, no por el vacío de aquellos otros, sino todo lo contrario; por algo que los llenaba casi a punto de hacer explotar sus cuencas. ¡Nunca había visto ojos como aquellos! Los ojos siempre eran la guía que le daba la medida exacta de la persona, y el sentimiento justo hacia ellos. Pero estos ojos, eran demasiado peculiares. No es que fueran anormales en tamaño y forma, sino que el brillo, la escencia de la mirada, era diferente. Había algo nuevo y maravilloso en ellos; una mezcla de curiosidad y humildad, con una pequeña pizca de nobleza que, a pesar de notarse, no le restaba naturalidad. Hasta podría jurar haber visto amor en ellos.

Era lo más interesante que había visto hasta el momento, y eran muchos los que habían desfilado por su alrededor. Una personalidad única y magnífica que deseaba explorar y decubrir. ¡Si tan solo pudiera! Pero no, no podía, era imposible. No entendía porqué, pero sabía que debía permanecer ahí, apretadito en aquella pequeñita habitación. Duró un poco menos que las visitas de los idiotas, y más que las de los falsos letrados. Así como llegó aquel momento maravilloso del primer encuentro, se fue.

Sus pasos se perdieron por el larguísimo pasillo, entre el mar de gente y cosas, que llenaban el lugar. Quería gritarle que se detuviera, que no se fuera, que no había sido suficiente aquel tiempo para conocerlo y aspirar más de su escencia. Que necesitaba entender ese brillo que vio en sus ojos. ¡Si tan solo pudiera! Pero no, era imposible, aún no.

Solo pudo conformarse con el fantástico halo de colores, (ultra invisibles para el resto de la gente) que dejó su presencia en su espacio, ahora vacío.

Así pasaron varios días, meses, cambios externos, a su alrededor, en el mundo que lo rodeaba, y cambios en él mismo, que no entendía.

Vino y se fue más gente, cada día; alguna diferente, y también la misma que acudía una y otra vez, obstinada e insistentementemente, a visitarlo.

Sí, la letanía evolutiva de todo su alrededor no variaba mucho, pero él sí. Cambió de muchas formas, físicas y psicológicas, pero lo que más cambió fue su sistema límbico. Y es que, por primera vez, sentía algo nunca antes experimentado; un nuevo sentimiento se formó en él. Al principio no sabía qué era; tampoco lo supo después. Ni siquiera lo entendió cuando aquel inesperado día, lo vio repentinamente, justo delante de él, en el mismo lugar de ese tiempo atrás, reproduciendo la imagen que vivía en sus recuerdos, la que lo hizo cambiar extrañamente.

Ahí estaba de nuevo. La misma escencia, la misma presencia, todo él; hasta con la misma ropa (cosa que le pareció extremadamente rara). Recordó que también aquella gente asidua, traía siempre la misma ropa (más extraño aún). Pero eso no importó, sino verlo nuevamente. ¿Descubriría al fin de que se trataba toda esta nueva sensación? ¿Podría finalmente darle nombre a aquel sentimiento? Las respuestas a estas y otras muchas preguntas, podrían ser positivas o negativas, pero lo más importante era, en sí, verlo de nuevo.

Y esta vez se acercó, tratando de tocarlo, y justo en el preciso momento en que también él trato de extender su mano hacia afuera (aunque supiera que no podría), ocurrió todo un cataclismo.

Todo tembló, como un terremoto, (el más intenso le pareció). Se sintió dar millones de vueltas, con todo y todos girando a su alrededor.

Sin embargo, los veía impávidos y hasta felices, complacidos, expectantemente emocionados. No entendía nada. ¿El mundo se partía y solo él lo sentía, o es que todos estaban locos menos él?

Entre todo ese movimiento catastrófico, trató de hallarlo, con el fin de encontrar algo de calma, y con la segunda intención de ver si también él se añadía a esta inamovible actitud anormal de todas aquellas personas.

Lo veía por ocasiones, pero demasiado borroso por tanta agitación. Se le perdía de nuevo de su campo visual, entre toda aquella gente que daba vueltas, con la característica actitud de una "estatua viviente", que aún no recibe el estímulo monetario para un cambio asombroso de posición.

Entonces se dio cuenta de el mundo no se movía; no había ningún desastre climático o inexplicable, no había agitación alguna. Era él quien se movía dentro de aquel claustro, que se batía extrañamente con movimientos casi convulsivantes.

No solo eso, sino que algo salido de su cuerpo, que aún no lograba reconocer ciertamente como propio, era la causa de este temblor que parecía sin final. Y se sintió grande, inmenso. Sentía que su mente estaba a punto de tener un colapso de dismorfismo psicológico.

El habitáculo se abrió, y al fin pudo salir. Y salió como una flecha, disparado hacia el techo. De ahí rebotó hacia las paredes cercanas y volvió, de nuevo como una flecha, hacia abajo.

Entonces supo qué era aquello que le hacía dar tantos tropezones a esa altura. Eran alas, inmensas; azules y rojas, negras y blancas, y de todos los colores conocidos e inexistentes hasta el momento. Cien alas le hacían dar tumbos, volando descontroladamente, de un lado a otro; del techo al suelo, de vuelta a lo alto, a las paredes y nuevamente hacia abajo, chocando una y otra vez contra la multitud.

Y  vio, entre aquel cúmulo de personas, a la única que realmente le inportaba. No estaba aterrado como unos, asombrado como muchos, o con vil malicia curiosa, como otros. Tenía lágrimas en los ojos, y un rostro pálido, que reflejaba una verdadera angustia. No era la angustia propia de la pena ajena, sino la que se siente cuando se sabe que algo horroroso está por suceder y la de un pesar profundo y personal.

Se detuvo, a lo alto, en el punto más alto de aquel mausoleo de cristal, y pudo por primera vez, ordenar a sus alas que controlaran el vuelo justo ahí, manteniéndose algunos segundos en ese lugar. Miró nuevamente aquel rostro que tanto anheló volver a ver. Esta vez observó como éste se inclinaba a recoger los pedazos cercanos, que quedaron, desparramados por el suelo, del estrecho ambiente que lo había acogido durante tanto tiempo. Los enrrolló lo mejor que pudo, y los apretujó contra su pecho.

El resto de las personas, (ya  todos reflejando una perfecta idiocia) lo miraban estupefactos, fijamente, como quien no quiere perder el hilo de una función, filme, escena en genereal.

Miró hacia afuera, hacia afuera del mausoleo, y vio un mundo diferente al que tenía en sus recuerdos ¿Acaso eran ciertos sus recuerdos? ¿Cómo podría saberlo, si había vivido toda la vida en aquel huevo blando cuyos pedazos, aquel ser especial, seguía apretando más y más contra su pecho?

Sintió un furor anormal, desde lo más profundo de su ser, algo que no entendía, pero parecía formar parte de su personalidad; algo oculto que jamás antes había sentido. De alguna manera, supo que era un dragón. Insufló sus pulmones lo más que pudo y se dispuso a arremeter contra todas esas insensatas e inútiles personas, con todo el fuego que pudiera albergar en su interior.

Pero no salió más que un escupitajo violáceo, que atravesó el suelo, perforándolo como un químico altamente corrosivo. Salpicó a varias personas, quemándolos gravemen. Al resto pareció no importarles. Aplaudían eufóricamente, a pesar de los heridos a su alrededor.

No entendía nada. Hasta que se vio reflejado en la pared de cristal esmerilado. No era un dragón, sino una mariposa, una fea y negra mariposa con ojos amarillos y tristes, que solo brillaba a expensas de esas cien maravillosas, espléndidas alas.

Esta vez volvió a mirar hacia abajo, pero no hacia él, sino hacia todos los demás receptáculos extraños que se encontraban dispersos por la inmensa habitación. Ovoides, cilíndricos, poliédricos, planos como un CD, capsulares, en forma de cámara hiperbárica; en fin, miles de habitáculos, con un polimorfismo sorprendente. Pero todos tenían algo en común, eran inmensos, como el suyo, que ahora se hallaba roto y disperso por el suelo.

Aquello que recogió el otro, no eran pedazos de cascarón, sino restos de su manta de crisálida, y todo aquel tiempo, que no habían sido más que unas horas, había sido solo uno más de los especímenes de aquel museo de especies genéticamente alteradas.

Sabía qué debía hacer. Sentía un dolor inmenso por no poder llegar conocerlo más, no tenía tiempo; pero, como siempre, el instinto de supervivencia prevaleció.

Lanzó otro escupitajo, lo más grande que pudo. La pared se perforó, dejando un agujero por el que voló hacia afuera, a la velocidad de un cohete.

Voló alto y seguro; voló por sobre aquel mausoleo, que flotaba sobre las nubes. Vio la tiera, por primera vez, a kilómetros de distancia. No era tan verde como recordaba.

Y lo vio a él, antes de perderse por la inmensidad de aquel mundo que comenzaría a explorar. Al fin era libre, y su creador ya no lloraba de tristeza, sino de alegría. No le importaba su cuerpo quemado por aquel ácido mortal, sino que su hijo, no de sangre, pero sí de corazón, pudiera, al fin, vivir.




sábado, 1 de diciembre de 2018

Aquel día

Aquel día en el vagón, todo parecía igual que siempre, menos yo. Aquel sueño no me dejaba en paz. Se había repetido por 6 días, como un bucle cíclico. ¿Qué significaba? Cuando desperté, ya el tren se había estrellado contra la pared y yo no pude despertar.

viernes, 30 de noviembre de 2018

El peso del universo

Los intentos de desprenderse de ellos, habían sido un total fiasco. Cuando aterrizó en el planeta rojo, descargó aquel peso que, aunque ligero, lo había sucumbido en una negrura que no solo cubría su alma, sino que se había convertido en un caparazón que ya era su propia piel. De su nariz salieron aquellos miedos, desenfrenados. A medida que respiraba de alivio, iba hacia el fondo del abismo; un agujero negro que sucumbió todo el planeta y los demás que orbitaban a su alrededor.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Látigo de piel


Los azotes la excitaban tanto, que decidió arrancarse la piel y hacer un látigo con sus hilachas.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

La nana

Encontró a la persona perfecta, para cantarle la canción, mientras ella acariciaba a su bebé. El niño estaba dormido y muy tranquilo. ¡Quién hubiera dicho que La muerte sería tan buena nana!

martes, 27 de noviembre de 2018

Mi regalo más grande

Mi regalo más grande
Será darte una canción
Puede ser una balada
Una guaracha o un son
El ritmo no es importante
Pues al momento de oírla
Sabrás al primer segundo
Que solo la oyes tú
No es para cualquier persona
Es para aquellos constantes
Para quien cree en lo absurdo
Y lucha por lo imposible
Y a pesar de los tropiezos
Y de las dificultades
Siguen confiados su sueño
Diga lo que diga el mundo
Esa canción que te escribo
Solo tú podrás oírla
Pues está hecha de fe
Y pasos firmes, seguros
Para lograr lo que sabes
Que es parte de tu futuro
Tropiezos tendrás mil veces
Las notas se apagarán
Y quizás por un momento
Ni la letra entenderás
Mas sabrás tomar el rumbo
Organizar los acordes
Y aun sin saber de música
La llegarás a entender
Cuando sientas que has logrado
Poner el mundo a tus pies

Mis versos más fantásticos

Hoy me siento poeta
Y te voy a regalar
Mis versos mas fantásticos
Para que puedas soñar
Con un planeta mágico
Repleto de colores
Donde no existe el miedo
La maldad, ni el rencor
Donde cada persona
Florece en las mañanas
Y parece amanecer
Cuando se oculta el sol
Hoy te voy a escribir
No solo lo que pienso
Lo que siento y padezco
Lo que no te he contado
No solo lo que hago
Ni de cuando lo hago
Sino de cuanto lloro
Si te veo marchar
Para cuando te duermas
Me sueñes a tu lado
Y no exista más nadie
Que te pueda mirar
Por este sentimiento
Que despierta este día
Mis versos mas fantásticos
Te voy a regalar

lunes, 26 de noviembre de 2018

El propósito (el engaño del espejo)

Todo comenzó después de leer aquel artículo en la Anual de Moda. Bastó el titular, para que sus ojos voletaran hacia adentro de su bóveda craneana, y desaparecieran en el abismo mental, ante la realidad que la fase expresaba.

 "El engaño del espejo", era una simple pero desquiciante frase, que la hizo cambiar totalmente su perspectiva mental y real de la vida, de su vida, o, tal vez, solo poner los pies en la tierra. El articulo trataba el tema del egocentrismo y el complejo de superioridad de aquellas personas que se creen más bellas que las otras, y hacen a estas, sufrir miles penurias, que van desde simples críticas subidas de tono, hasta verdaderas agresiones y humillaciones. Abordaba, desde una perspectiva personal del escritor, toda una serie de ejempos, incluyendo probados criterios psicológicos, como la recurrente teoría de que siempre nos vemos, con nuestros ojos, más hermosos de lo que realmente somos; es la autoestima positiva inconciente la que nos hace ver siempre más bellos físicamente.

Aquello era interesante, pero más que eso, era desconcertante. Aquel Anual de Moda del año 1990, tan viejo como los miles de siglos que habían pasado desde entonces, tenía palabras claves que estaba leyendo por primera vez.

¿Sería por esto que estaba tan bien guardado en la sección de Lo Antiguo Prohibido? ¿O quizás solo era por las figuras- que hacía tiempo nadie veía- que se mostraban en sus páginas?

En aquella profunda cueva, donde pocos habían logrado llegar, a los que solo unas docenas de personas en todo el planeta, habían logrado tener acceso, se encontró la interrogante más horadante que había tenido en su vida.

Entrar en la Cofradía de Secretos y Verdades de la Humanidad era uno de los mayores logros que podía obtener una persona en su corta vida, y él lo había logrado; un sueño, de pocos, hecho realidad.

¿Que significaban las palabras bellas, espejo, hermosos? ¿Qué significaban aquellas imágenes de mujeres y hombres con características semejantes entre ellos, pero diferente a las suyas propias?  Tenía que averiguarlo de la manera que fuese.

Y a partir de ahí comenzó su obsesión.

El fin que le había sido dado, de magnánima inteligencia, también se convirtió en su calvario (por así decirlo). El ser uno de los escogidos para aprender a leer, había sido el oscuro culpable de ello y su aventajado cerebro, el motor impulsor que no sería capaz de evitar todo el proceso que siguió a continuación.

Ese día, cuando salió de aquella cueva, su mundo cambió para siempre.

No pudo llevarse la revista, pero tampoco hacía falta; una de las ventajas de sus dotes psíquicos era su gran capacidad de memoria.

Así, mientras iba caminando por las grutas de la ciudad, su mente bloqueó, automáticamente, cada pensamiento que normal y cotidianamente podía absorber, de todas las personas que tenía a su alrededor (que era el medio de comunicación que ciertas personas como él, utilizaban a diario), y se concentró solo en aquel artículo, de manera que se le impregnara indeleblemente en cada una de sus neuronas.


A pesar de su atolondramiento, sabía qué debía hacer para entender todo aquel asunto y que había solo una persona capaz de explicarle.

Aunque todos le decían Oráculo, no era más que una persona común y corriente, al menos todo lo común y corriente para alguien de esa era. Estaba dentro del grupo selecto de los más avezados, pero era más viejo; quizás era esa la causa de tanta sabiduría y no nada extraño sobre añadido.

Era muy viejo, según contaban, pero se veía como un niño; de hecho, era el único niño existente, el único desde hacía miles y millones de años. Algunos decían que era algo mágico (esos que conservaban impregnada la semilla de la superstición antigua, a pesar de los miles de intentos de la otra parte no adepta, de desprenderse de estos rezagos del pasado), y otros, los que se consideraban más inteligemtes, proclamaba con seguridad que solo era una mutación genética, como muchas otras que se habían dado en el largo proceso de la re-evolución de las especies.

Ahí estaba él, con solo 70 cm de estatura, devorando miles de escenas mentales de todos los habitantes del mundo.

Se sentaba cada día en la colina más alta, donde se podía ver la parte virgen del mundo, con ese enorme lago que rodeaba la colosal ciudad de cavernas donde habitaba el único vestigio de civilización. Allí, según el mismo decía, era donde mejor podía aspirar todos esos pensamientos, ideas, conceptos, que emanaba de la mente de la gente. Esa era la manera en que mantenía viva aquella capacidad que lo había apodado con el nombre Oráculo.

Llegó agitado y confundido, y apenas lo vio, pudo volver a desbloquear los pensamientos externos, nuevamente. No era que pudiese oir los del Oráculo (ni siquiera personas como él podían llegar a una penetración metal tan elevada y profunda), pero al menos le daba una sensación de libertad, y de volver a ser él mismo.

-Sé bien a lo que has venido- le dijo sin mover los labios (no hacía falta, la comunicación telepática era la que siempre habían usado los de su clase)

-Estoy confundido y desesperado, traté de bloquear este nuevo conocimineto, de pensar que no es algo importante, al formar parte del pasado que no nos atañe ya, pero de alguna extraña manera, esas palabras escritas, me han consternado. No es que haya visto muchos escritos en mi vida, pero sabes que soy avezado en la materia de lectura escrita y no es la primera vez que leo un artículo. Tampoco es primera vez que veo palabras desconocidas, pero antes, siempre había logrado bloquearlas y olvidarlas, como siempre hacemos cuando no nos hace falta una información, es parte de nuestro proceso evolutivo. ¿Por qué entonces no puedo bloquear esta pequeña redacción que no veo que tenga una mayor importancia?

-Ahí es donde te equivocas. La evolución nos ha cambiado, perfeccionado, y hemos logrado ese ansiado bloqueo que por tantos años la humanidad soñó llegar a hacer, pero te olvidas de algo, debes recordarlo de tus enseñanzas avanzadas; solo podemos bloquear lo que no se relaciona personalmente con nuestra vida pasada o futura.

Sí lo recordaba, recordaba bien estos preceptos aprendidos, pero nunca había tenido la ocasión de llevarlos a la práctica, y eso lo hacía sentir extraño y atormentado, desorientado y casi obnubilado.

-Entonces ¿Cómo me puedo librar de esta idea obsesiva? ¿Cómo puedo seguir viviendo sin bloquearla, teniéndola tan persistentemente en la mente?ó

-Solo hay una forma, que, aunque peligrosa, es la única manera de liberarte; debes buscar el significado tras esas palabras que te atormentan, no solo el conceptual, sino el significado real para ti. Recuerda que todo sucede por un motivo, es algo de lo que no hemos podido librarnos a pesar de todo el avance que proclamamos.

- ¿Quieres decir que esto no fue al azar?

-Exactamente

-Pero ¿Cómo puede algo que parece tan banal, tener algún significado especial en mi línea de vida?

-No hay otra manera, debes buscar tú las respuestas. No tengo nada más que decir al respecto- dijo esto último ya algo exasperado y volvió a su lugar.

Entendió que debía irse, era era la manera en que el Oráculo cerraba siempre las conversaciones, era harto conocido por todos.

Entonces volvió a la cueva que guardaba aquellas maravillas antiguas y se adentró en la búsqueda de todo lo que le pudiera dar una respuesta.

No fue cuestión de un día, ni de leer solo unas cuantas páginas; tuvo que buscar y rebuscar en miles de libros, revistas, en formatos de papel y digitales.

Buscó, encontró, leyó e interpretó, los conceptos de belleza, espejo, reflejo y otros tantos relacionados, tomando como base aquel pequeño artículo. Comparó unos textos con otros, que, con mínimas diferencias gramaticales, conceptualizaban estas sencillas palabras.

Pero la sencillez solo estaba en el tamaño de ellas y en la escueta forma generalizada en que eran utilizadas y conceptualizadas, pues en esos pequeños espacios en que se usaban, daban a entender que tenían, o habían tenido, una enorme importancia en los inicios de la humanidad.

Encontró no solo explicaciones y conceptos, sino más imagenes, más imágenes de personas, como aquellas que había visto en aquel primer artículo; personas que ahora veía semejantes a las que existían en este momento, pero que hasta entonces no había notado que eran diferentes a él.

¿Cómo era posible no haber notado eso hasta ahora? ¿Será que se le estaban activando nuevos enlaces cerebrales, recuerdos bloqueados quizás? Todo era muy extraño, pero eso no era motivo para dejar la búsqueda, todo lo contrario, era la excusa perfecta para continuar por ese camino.

Y detrás de toda esa maravilla que trataba el tema de la bello, lo hermoso, bonito, anhelado, hecho poesía, prosa, música, trazos de colores al óleo y escenas magníficas de ocho milímetros, encontró algo que lo espantó.

Era algo totalmente opuesto, que, incluso a él, lo impregnada de temor (un sentimiento que jamás había sentido). Aquello que encontró, (de lo cual absorbió todos los conocimientos y opiniones plasmadas en todas las mismas formas representativas que abordaban la belleza), le hizo sentir pánico, escalofríos; un verdadero pavor.

Sin embargo, le era familiar, demasiado familiar, y eso era lo más terrorífico y desconcertante. Ahondó todo lo que pudo, en aquel nuevo y siniestro tema y lo que halló lo hizo sentir todos esos negativos sentimientos, magnificados, llenándole de una angustia tenebrosa.

Entonces encontró aquella imagen, que, como las otras del primer artículo, estaba perfectamente dibujada, con cada detalle plasmado en una tecnología fotográfica bastante novedosa para la época (quizás demasiado adelantada en aquellos años). Cerró de un golpe el libro y salió corriendo.

Corrió por toda la cueva, de un lado al otro, recorriendo pasadizos nuevos y otros repetidos varias veces. Fue una suerte que no hubiese nadie más ahí; pero tampoco le hubiese importado, estaba demasiado alterado como para reparar en ese detalle.

Volvió al mismo lugar donde estaba el libro, con la carátula tornada hacia él, lo tomó nuevamente en sus manos y volvió a ver, en la misma página que a pesar del tirón había permanecido abierta, la oscura imagen.





Luego de esas millones de hojas vistas, revisadas, leídas y releídas, encontró la imagen, tan simple como una cuadrícula de papel A4, que increíblemente se ajustaba cien porciento a él. Era el reflejo de su ser, fiel y perfectamente dibujado en aquel antíquisimo libro. No había visto nunca su figura, pero su perfección mental le decía que aquellos detalles eran cien porciento compatibles con su figura física.

Solo para confirmar lo que ya su cerebro sabía con certeza, se paró frente al gran espejo, tan gigante como la sala donde estaba. Se miró detenidamente, al tiempo que miraba el dibujo, que había puesto también frente a este gran y perfecto testigo. Comparó detenidamente las dos imágenes idénticas, que solo se diferenciaban por los insignificantes detalles de estar, una en carne y hueso, de tamaño natural, y otra en una pequeña hoja encuadernada.

A pesar de ello, se negaba a creer que fuese cierto; él no podía ser eso que estaba en aquel dibujo.

Estrelló el armatoste que formaba la cubierta del libro, fuertemente contra el espejo, detrozándolo en millones de astillados pedazos, que explotaron a su alrededor. Le imoresionó grandemente ver aquella fuerza física que salió de su interior, de la que no había tenido conocimiento hasta el momento.

Asustado, salió corriendo a una velocidad que también encontró fuera de lo normal.

No sabía bien a donde ir, pero siguió corriendo y corriendo, por muchos kilómetros, aún doliéndole a morir, sus delicadas piernas que, sorpresivamente, no flaquearon ante aquel ejercicio que veía demasiado exigente para su desacostumbrado cuerpo.

Solo había una cosa que podía probar que todo era una mentira, que él no era aquello que había visto. Era algo terrorífico que había leído.

Al llegar a su pequeñita cueva, de una manera automática que no llegaba a comprender, fue directo a la pared del fondo y encontró una prominencia en la roca, la empujó hacia adentro y vio un gran pasadizo que se abrió ante él.

No recordaba conocimiento previo de aquel lugar, pero la extrañeza de saber dónde estaba y de toda aquella situación en general, no era más potente que la incertidumbre de hallar la única cosa que negaría o apoyaría (más lastimosamente) la anterior evidencia que había visto reflejada ante aquel espejo y en los datos leidos.

Con el corazón acelerado, entró en el pequeño cuartico oscuro que tenía frente a él y se desplomó.

Sus rodillas dieron tan fuerte contra el áspero suelo, que se hirió gravemente, al mis no tiempo que quebró el suelo donde cayeron. Pero nunca tanto como su corazón, que hecho un giñapo, lo llevó a emitir el grito más espeluznante que jamás había oído.

Ahí estaba, ante él, la prueba irrefutable. Millones de cadáveres de niños, entre mezclados con el viciado olor putrefacto de la habitación, fue la evidencia de que, ciertemente, él si era eso, solo un monstruoso y asqueroso ghoul, el único que había sobrevivido tantas generaciones evolutivas, con el único macabro doloroso propósito, de mantener controlada la sobrepoblación mundial.


domingo, 25 de noviembre de 2018

Le cerveza


Destapó la cerveza y puso la misma canción. Esta vez no lloró por ella; los muertos no pueden llorar

El poder de la palabra

El universo ya no se comunicaba por palabras, (no se comunicaba en absoluto). Todos los planetas libraban una guerra eterna por obtener energía de todo lo que transpirara partículas. Andaban automáticamente, conducidos por una idea fija: la energía de la materia. Justo ahí, en aquel diminuto planeta, nació el único ser con capacidad para aprender un lenguaje. Cuando pronunció la primera palabra, volvieron las almas a aquellos cuerpos que iban flotando, sin vida. Fue entonces cuando ocurrió el fenómeno del Big Bang.

sábado, 24 de noviembre de 2018

El Homo erectus


El Homo erectus nunca supo que el automóvil sería su competencia, así que inventó la rueda y trató de evolucionar.

viernes, 23 de noviembre de 2018

El primer libro


Se escondió de los tiros y las balas, en el lugar más recóndito de la tierra, ahí donde aún crecían las flores. Llevaba algo guardado, desde hacía mucho tiempo. Lo sacó y comenzó a hojearlo. El primer libro de la tierra pudo leerse por primera vez.

jueves, 22 de noviembre de 2018

El LSD

El LSD había hecho efecto. El Olimpo estaba de fiesta y al fin los hombres eran libres.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Tu ser me pertenece

Todo lo que hago contigo
Y lo que sueño y recuerdo
Lo que no deja memorias
De lo que a veces me pierdo
Lo que noté sin saber
Lo que supe sin querer
Cada detalle presente
En un latido quemante
Lo que reíste y lloraste
Lo que dijiste en silencio
Las mariposas posadas
En tus jardines desiertos
La bofetada calmada
Que despierta mis abismos
Los gemidos rebuscados
Y lo que aún te daré
Lo que ya no puedes darme
Mitad de un todo perfecto
Cada parte de tu vida
Ese temor delirante
Tu ser
Que estando allá lejos
Me pertenece completo

martes, 20 de noviembre de 2018

De la palma de tus manos

En la palma de mi mano
Quedas tú, como plasmado
Por ideas figurantes
Caes al fondo de mi abismo
Zona sur que desconozco
Si no llegas a inventar
Cada vez con más cuidado
Con un toque de tus labios
Ese trance malogrado
Y de hace siglos privado
De la duda incomparable
De sentir o de explotar
Sólo al verte suspirar
Acercándote a mi vientre
Con aliento sugerente
Y latidos sin final
Salgo yo ya casi herida
Por ideas mal roídas
Que embellecen mi cabeza
Y que logran nivelar
Transparencia y negro puro
Risa a borbotones, pena
Canibalismo vegano
Vida que surge en destellos
De la palma de tus manos

lunes, 19 de noviembre de 2018

Perdona

Perdona mi impaciencia
Y mis ratos olvidados
Perdona igual el pasado
Que busqué en tu presente
Perdona el estar ausente
Cuando mi lágrima vibra
Y perdóname a mí misma
Por casi nunca llegar
Perdóname todo el mal
Que causé tras un descuido
Ese negro inmerecido
Y mis días de disfraces
Si es que te falta algo más
Perdona todo mi ser
Ese que llega a querer
Aun estando consumida
El que te quita la vida
Y te da su alma entera
El que a solas desespera
Por un beso apasionado
El que ha quedado en tus manos
Eternamente perdida
Sin lugares de salidas
En tu cuerpo lastimado

domingo, 18 de noviembre de 2018

sábado, 17 de noviembre de 2018

viernes, 16 de noviembre de 2018

La crítica

Visto y comprobado, no sirve como comida. Tendré que hacer la crítica a primera hora, los celos no son sabrosos, saben a pura porquería.



jueves, 15 de noviembre de 2018

Sin escapatoria

La bola de cristal se encendió. La escena se vio claramente. Aquella causa perdida, no tenía escapatoria esta vez.

Mis abismos

Un retrato, tu pelo, tus tratos
La sonrisa partida a momentos
Los ensueños que han vuelto momentos
Mi alocada cabeza ya blanca
Disparates floridos soñados
En alcobas con sueños mojados
El destino cambiado que diste
En un día casi insospechado
Cada cosa que quise decir
Los recuerdos más impenetrables
La cordura guardada en gavetas
Y el silencio más intercambiable
Lo callado revuelto en la alcoba
La lágrima que está de moda
Lo que sospechaste, lo que hiciste
De eso y nada está llena mi vida
La que un día sin planificar
Llegaste sin remedio a liberar
La que formaste con la única que tienes
La que me has dado sin siquiera imaginar
Que respiraba hacía tiempo de tu cuerpo
La que robaste al tiempo en aquel encuentro
La que hoy emana de mis poros cual la sangre
Que te comparto con el único futuro
Que emerge de mis abismos palpitantes

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Tu ser me pertenece

Todo lo que hago contigo
Y lo que sueño y recuerdo
Lo que no deja memorias
De lo que a veces me pierdo
Lo que noté sin saber
Lo que supe sin querer
Cada detalle presente
En un latido quemante
Lo que reíste y lloraste
Lo que dijiste en silencio
Las mariposas posadas
En tus jardines desiertos
La bofetada calmada
Que despierta mis abismos
Los gemidos rebuscados
Y lo que aún te daré
Lo que ya no puedes darme
Mitad de un todo perfecto
Cada parte de tu vida
Ese temor delirante
Tu ser
Que estando allá lejos
Me pertenece completo

martes, 13 de noviembre de 2018

De la palma de tus manos

En la palma de mi mano
Quedas tú, como plasmado
Por ideas figurantes
Caes al fondo de mi abismo
Zona sur que desconozco
Si no llegas a inventar
Cada vez con más cuidado
Con un toque de tus labios
Ese trance malogrado
Y de hace siglos privado
De la duda incomparable
De sentir o de explotar
Sólo al verte suspirar
Acercándote a mi vientre
Con aliento sugerente
Y latidos sin final
Salgo yo ya casi herida
Por ideas mal roídas
Que embellecen mi cabeza
Y que logran nivelar
Transparencia y negro puro
Risa a borbotones, pena
Canibalismo vegano
Vida que surge en destellos
De la palma de tus manos

lunes, 12 de noviembre de 2018

Perdona

Perdona mi impaciencia
Y mis ratos olvidados
Perdona igual el pasado
Que busqué en tu presente
Perdona el estar ausente
Cuando mi lágrima vibra
Y perdóname a mí misma
Por casi nunca llegar
Perdóname todo el mal
Que causé tras un descuido
Ese negro inmerecido
Y mis días de disfraces
Si es que te falta algo más
Perdona todo mi ser
Ese que llega a querer
Aun estando consumida
El que te quita la vida
Y te da su alma entera
El que a solas desespera
Por un beso apasionado
El que ha quedado en tus manos
Eternamente perdida
Sin lugares de salidas
En tu cuerpo lastimado

domingo, 11 de noviembre de 2018

La jeringa (siete vidas)

Se le ocurrió mientras fregaba los platos.

Era un día de esos, (en verdad una noche), en el que había transcurrido todo, como de costumbre, incluso la hora en la que él llegaría.

Ya  hacía varios meses que la vorágine de su vida, no cambiaba mas que con los sutiles cambios climáticos de esta apestosa nueva ciudad donde habían venido a parar.

De alguna manera, hacía ese incierto espacio de tiempo que él no era el mismo. Parecía que de la noche a la mañana, había despertado como una persona totalmente diferente a aquella de la que se había enamorado 26 años atrás.

Aquel día, en el que llegó expasperado, diciendo que debían salir cuanto antes de la ciudad, fue el inicio de todas las locuras que siguieron hasta la fecha.

La hizo recoger sus pertenencias personales y, sin muchas explicaciones, le dijo que dejara todo lo demás, el resto de las cosas de la casa, para el camión de mudanza que ya estaba negociado que viniera al otro día.

A pesar de que le pareció en extremo extraña esta situación, le siguió los pasos como cualquier persona enamorada haría. Claro que le preguntó, llorando de nerviosismo, los porqués de aquel revuelo, de esa decisión tan absurda y repentina. Pero bastó sentir sus manos amorosas, aunque nerviosas y frías como el hielo, sobre sus mejillas, y un beso tiritante, mas aún ardiente de amor, para calmarla y continuar confiada, detrás de él,  ciegamente, todos sus pasos.

Tampoco le había dado razones para desconfiar de una razón lógica y verdadera, detrás de todos aquello, pues en más de dos décadas de matrimonio, había sido el esposo perfecto, en los sentidos más importantes, esos que cuentan para mantener una relación a flote, por tanto tiempo.

Así que salió en a todo trote, sin mirar a atrás, hacia el lugar que él ya sabía, sería su próxima morada.

El lugar era como cualquier otro, algo más alejado del centro, que la anterior vivienda, pero nada fuera de la normal urbanización desarrollada a la que estaban habituados.

A l principio ambos estaban tensos y nerviosos; él decidió no dar explicaciones y ella se convenció de que no las necesitaba. Así transcurrieron unos días y, al cabo de dos semanas, cuando ya estaban asentados por completo al ritmo del lugar, todo pareció volver a la normalidad.

Poco a poco se fue olvidando de aquel arrebato y se fue adaptando a su nueva vida, que era, incluso, mucho más cómoda que la de antes. Trabajo nuevo, casa nueva, gente nueva, en fin, vida nueva, fue todo lo que necesitó para tener, igualmente, mente nueva.

Él volvió a ser la perfecta pareja amorosa y ella, el perfecto complemento de la perfecta relación.

Pero poco duró la felicidad. Poco a poco, y muy sutilmente, él se empezó a transformar. Se volvió escueto y apagado, menos pasional, y a veces mal humorado.

Llegaba, todos los días, casi tres horas después de su hora normal, y el tiempo que pasaba con ella, era el reflejo de un fantasma que vagaba en la misma casa, pues las pocas palabras que se intercambiaban, eran solo las necesarias.

A eso se le sumó una serie de vestigios de engaño; algunos clásicos y evidencia florida, de una aventura amorosa.

Entonces le vino la lógica a su mente, de toda aquella irracional huída. Todo había sido por una única causa: venir detrás de aquella otra persona que formaba parte de un trío amoroso, en el que ella era la tercera pata, ahora ya coja, de la mesa.

Así que allí estaba, ese tiempo después, con todo el odio de su corazón lastimado hasta lo más profundo, planeando como acabar con aquella lastimera e inaguantable situación. Solo había una solución definitiva y factible: sacarlo de su vida. La  vileza que se había adueñado de su alma, presa de aquel dolor inexorable, le había puesto en su mente, la meta a seguir para lograrlo: matarlo. Y ese se había convertido en su objetivo.

Había pensado en múltiples y diversas formas, desde las más estúpidas, hasta las más científicamente elaboradas.

Primero pensó en el tan famoso ácido arsénico; debía ser bueno si tanto renombre había cobrado. Pero lo descartó fácilmente, ya que era tan potente y efectivo, como fácil de descubrir; una autopsia rutinaria sería suficiente.

Ojalá estuviese viviendo hace unos 60 años, cuando aún se podía escoger como desechar el cadáver de tus familiares. Hubiese escogido, por supuesto, cremarlo (esta era la forma más perfecta para desaparecer cualquier pista posible de muerte provocada). Pero en esta época había demasiado control y era requisito obligatorio la autopsia a todos los fallecidos, antes de ser, obligatoriamente también, depositados en el foso común de la ciudad.

Entonces investigó sobre otros posibles tóxicos indetectables, venenosos y mortales, por vía digestiva, pero, increíblemente, a pesar de tanto desarrollo, no se había inventado nada con esas características.

Entonces continuó indagando sobre todas las demás posibilidades: un tiro (demasiado evidente), ahorcamiento (igual de tonto), arrollarlo con un auto (cualquier cámara de entre los millones que había en cada ciudad, la  hubiese delatado), electrocución (el mismo problema).

Era un círculo sin salida, que estuvo recorriendo por varios meses, mientras veía la actitud de él hacia ella, que incluso, en ocasiones, daba la incrédula e ilógica impresión de miedo. Pero no podía ser mayor quesu odio hacia él. Quizás eran solo pensamientos infundados por su imaginación, pues no había causa para que él le temiera (al menos, no todavía), pero el hecho es que las diferentes actitudes para con ella, eran, ya no diferentes, sino incluso disímiles y, en aumento extrañas.

En ocasiones culpó al lugar, pues aunque pensaba que era un plan perfectamente premeditado desde el momento de la huída, indiscutiblemente, se había manifestado todo este cambio, con el mismo cambio de lugar.

Pero luego entendió que seguramente era el hecho de que aquella otra persona estaba allí, y había sacado a flote toda su destreza para llevarlo a su lado en cuerpo y alma, al punto de alejarlo del de ella.

Pero, definitivamente la convivencia y los sentimientos mutuos estaba quebrada sin remedio, al menos para ella, que ya no toleraba ni verlo a la cara, a pesar de los trabajosos actos que desarrollaba, cada día y a todo momento, para disimular estos sentimientos.

Un día leyó un artículo novedoso sobre una potente droga que habían desarrollado, con el fin de facilitar la eutanasia. Era un químico parenteral que hacía efecto inmediato, libre de cualquier vestigio posible.

Claro que esto era secreto; tuvo que adentrarse en la ultra deep web para encontrar este escrito, pero el hecho es que existía, existía algo que la sacaría de su agónico remordimiento, que ya hacía casi imposible su vida.

Siguió las oscuras pistas cibernéticas y dio con la dirección exacta. Tan lúgubre como el producto que vendían, era el lugar del encuentro,  que al fin le daría la solución definitiva a su problema.

Mientras iba camino a la casa, con la jeringa esterilizada, perfectamente guardada en un pequeño paquete que simulaba un simple estuche de bolígrafo (ex profesamente hecho con el objetivo de poder esquivar la atención de las autoridades), imaginaba ya la escena que daría al traste con la situación.

Era magnífico ver cada detalle, con premeditación, y el final, sobre todo el final, el tan deseado por tanto tiempo, donde él yacía, ya sin vida, liberándola de toda esta angustia. Pero lo mejor era pre sentir la sensación de venganza, que lamentable, pero irremediablemente, siempre es el sentimiento más enardecente en estos casos.

Cuando él llegó, ella estaba terminando de poner la mesa. Increíblemente aún lo seguía haciendo, a pesar su traición; al principio, por la esperanza de que él retomara su amor hacia ella y se olvidara de esa otra persona, luego, para disipar cualquier sospecha que le pudiera llegar a él, de que esa traición ya no era secreta, mientras ella planeaba cada detalle de su muerte.

La cena transcurrió callada (nada fuera de lo normal desde hacía un tiempo). Él se acostó más temprano de lo normal, y ella, como cinco minutos después.

Esperó, acostada a su lado, a que la respiración se volviera pausada y tranquila, señal de que había entrado en un sueño profundo. Se acercó, tratando de provocar el menor movimiento posible en la cama y aproximó el bisel afilado a su cuello. Increíblemente, la aguja pareció ser algo diferente esta vez, y a pesar de que la veía en su mano, se sentía en otro lado de su cuerpo, de hecho, proviniendo de algún lado de su cuerpo.

Creyó que estaba loca, o al menos al borde del desquicio, quizás disociada y desorientada por la situación. Pero seguiría con el plan. No importaba lo que su mente agitada y confundida creyera, el plan debía seguir, debía salir a la perfección. Debía librarse de aquel vil mentiroso que, después de tantos años, reveló su verdadera personalidad, haciéndola presa de un odio irreparable.

Todo estaba a punto de finalizar, solo faltaban unos milímetros para llegar al blanco. Ya casi, ya...





Tocó el timbre, que resonaba hasta afuera, inundando incluso todo el jardín frontal, que, más que jardín, parecía una hiedra que formaba paredes y formas vegetales múltiples.

Abrió la puerta el mismo señor rechoncho con el que había tenido contacto durante aquellos meses.

-¿Todo listo?

- Todo listo- le dijo mientras abría la bolsa, dejando ver, aun a través de aquella sepulcral oscuridad, la cabeza de su esposa.

-Fue todo tal cual me dijiste. Ella me estaba esperando para matarme. La detuve justo cuando me apuntó el cuello, con esa filosa y asquerosa arma. ¿El trato sigue en pie?

-Sigue en pie; solo te faltan seis vidas y ella regresará a ti. Siete demonios aún hay que matar, para que tengas de vuelta a tu verdadera esposa.

Abrió el sacó y le arrancó el largo y filoso proceso dental, idéntico a una jeringa, que salía de la boca de aquella cabeza violeta.

-Puedes guardar este órgano, como trofeo y recordatorio del monstruo que vive en su interior. Nos vemos pronto. Debes proceder de la misma manera

Cerró la puerta y desapareció, tal como había aparecido, aquel gordo y grasiento señor, y aquella casa, con su jardín espeluznante, y todas las criaturas que en él habitaban.
















sábado, 10 de noviembre de 2018

La comida

La comida le supo a gloria. ¿Quién hubiera sabido que los pensamientos fueran tan sabrosos?

viernes, 9 de noviembre de 2018

Terapia de pareja (mejor un Día de los Muertos)

En la terapia de pareja les habían sugerido un cambio en su rutina, así que decidieron arriesgarse por la propuesta más inusual que vieron, entre todas las opciones disponibles: Día de los Muertos. Entonces no había otro destino posible, México era el único punto geográfico a donde debían dirigirse.

Ella, siempre creyó que iría a México, específicamente a Acapulco, a disfrutar de las playas que tanto veía en esas novelas rosa que pasaban por la tele. Él, creyó que la primera vez que fuera a México, iría al mejor bar, pediría un plato de la tan exquisita ensalada de jalapeños y pimientos rojos que una vez vio en aquel comercial, y le pondría coraje, para tragar hasta le última pizca de salsa con el mejor tequila de la zona. Pero no, hicieron un "tín marín..." y ese destino jocoso decidió que fuera, nada más y nada menos, que a la celebración más macabra popularmente conocida, de aquel suculento y exótico país.

Llegaron a la capital, al corazón de México, a eso de las 9 de la mañana. La ciudad estaba bella, resplandeciente. No entendían bien como una celebración tan terrorífica, podía dar un toque tan fulgoroso al ambiente, pero de alguna manera, le daba vida hasta a los objetos inanimados más desapercibidos. Era como si cada detalle se exaltara y magnificara, de una manera perfecta y mágica.

Con el primer trago de recibimiento, comenzaron la psicodélica aventura que, entre escenas de disfraces, voceos de vendedores ambulantes y el fondo musical del típico Mariachi, les hizo pasar las 24 horas del día, a la velocidad perceptible de solo unas milésimas de segundos. Fue extenuante, pero extenuantemente divino.

Despertaron al otro dia, a eso del medio día, con un dolor de cabeza que taladraba hasta el más mínimo pensamiento que intentaba salir de sus mentes. Nunca habían dormido tanto; definitivamente, la resaca del Día de los Muertos era la peor del mundo.

Cuando salieron, vieron que la ciudad estaba igual de bella que la noche anterior, pero hecha un verdadero desierto humano. Más que eso, los vehículos y los objetos estaban ahi, intactos, de una manera casi montada ex profesamente. Los animales parecían vivos, pero no lo estaban, semejaban piezas de un museo de cera. Pero no había vestigio humano, ninguna persona en todo el perímetro visualmente alcanzable. Los productos orgánicos (comida, bebida, etc), tampoco escapaban a la escena. Eran una estructura extraña artificial que, aunque semejaba original y viva, se sentía pegajosa, y ciertamente anti comestible (claro que esta teoría fue probada por un intento digestivo)

Caminaron unos dos kilómetros, intentando comunicarse por todas las vías: celulares (no había red disponible), gritos, alaridos casi salvajes, ruidos desesperados llenos de espanto y angustia (nadie aparecía, nadie ni nada los oía). Y nadie ni nada podría oirlos jamás, tardaron casi una hora, pero entendieron que estaban solos, no había ni un alma en varios kilómetros a la redonda.

Entonces se miraron, espantados por tanta soledad sepulcralmente pasmosa, por primera vez desde hacía más de 12 años; se miraron de veras y se abrazaron. Se besaron en los lugares que jamás sus labios habían rozado y se tocaron en los sitios que no sabían que existían. Sintieron con la piel y con la mente y, por primera vez, tuvieron sexo, sexo real verdaderamente carnal; no de esos de películas, sino de los que sueña la gente tener y solo unos pocos, con la mente verdaderamente libre, consiguen. Ella tuvo un orgasmo por primera vez y él supo lo que era llegar al cielo solo con el simple hecho de dar placer.

En ese momento, se abrió ante ellos una gran puerta, tan alta y grande como el espacio infinito que tenían delante.

Se vistieron y se acomodaron, se incorporaron sobre sus pies y vieron, estupefactos, frente a ellos, más de mil personas, parecidas a ellos, pero con grandes antenas que brotaban de sus cabezas, de las que sobresalía un enorme ojo cuadrado parecido a una cámara fotográfica.

Todos aquellos ojos emitieron, al unísono, unos flashes verde-fosforescentes cegadores y se oyó una voz que hizo eco en aquello que parecía un enorme mausoleo poligonal.

-Así es como funcionaba la terapia de pareja en aquel entonces, por suerte, después de tantos millones de años, al fin entendimos, de una vez por todas, que la libertad sexual es la base de nuestra libertad mental.
Se cerró la puerta y volvieron a sus escaparates, mañana tocaba otra conferencia: "Terapia contra la bogifobia". Ya estaban montando el escenario; en la playa de Maui había ghouls, chupa cabras, íncubos, fantasmas, vampiros, krakens, gorgonas, demonios y muchos otros monstruos. Les cambiaron la ropa y los guardaron, como siempre, impecablemente. Aquella clase prometía ser tan buena o más que esta.







Causa de muerte

Se disparó justo en la cabeza. Causa de muerte: sueños rotos.

jueves, 8 de noviembre de 2018

La depresión

El camino se hacía cada vez más pequeño y oscuro. Aquella depresión la estaba matando.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

La función

Dibujó el camino en su mente, llegó sin hacer ruido. Debía llegar presurosa, no tenía tiempo de pensar. Al llegar, la encontró dormida. Se quitó la cara y se la regresó. Al otro día, al fin, la gente pudo reír durante la función.

martes, 6 de noviembre de 2018

Para que me ames

Las flores, todas las flores
Te daría sin descuido
Y los besos reprimidos
Que nunca necesitaste
Lo que se queda escondido
Y lo que un día faltó
Todas las cosas pensadas
Y la canción olvidada
Las letras sobre cojines
Las lágrimas derramadas
Todo lo que dio la vida
Lo que otras veces quitó
La risa que no te di
El sueño que se perdió
Cada detalle pensado
La vida sobre mis manos
Mi alma y un poco más
De lo que puedo pensar
Para que un día olvidado
Te llegues a enamorar

El lugar secreto

Había un lugar secreto en sus ojos, al que siempre acudía cuando se sentía perdida; era un jardín fantástico, donde no había lágrimas, ansiedad ni oscuridad. Allí podía pasar mil horas, con sólo mirarlo fijamente.

lunes, 5 de noviembre de 2018

En mis recuerdos

Para que lograr que me quieras
Sembraría en el desierto
Primaveras sobre otoños
Y las sobras de un intento
Para que no te me fueras
Cuidaría tu alma clara
Con caricias de oro puro
Con el todo de la nada
Para tener cada día
Tu sonrisa, las más pura
Tejiendo todos mis sueños
Fundados de la locura
Llegaría al mismo infierno
Y arrastraría hasta el cielo
Cada pecado guardado
En pedazos de momentos
Para que quedes por siempre
Para que nunca terminen
Estas ganas de dejarte
Colgado de mis recuerdos


domingo, 4 de noviembre de 2018

Penetro

Penetro en tu habitáculo
Como quien draga una pena
Como quien vence a la muerte
Y desespera la espera
Como quien teme de todo
Y palidece de nada
Como quien sana la herida
Después de la cabalgada
Penetro y no te hago daño
Te reafirmo nimiedades
Hago presa tu alegría
Elimino tus pesares
Me afianzo a lo que quedó
Desvanezco tu dolor
Lo guardo, lo hago explotar
Como aquel sin corazón
Como quien te ha dado todo
Como quien nada dejó
Y como quien hace tiempo
Muere en tus brazos, amor

sábado, 3 de noviembre de 2018

El trato

Lo más probable es que Hipócrates no hubiese estado de acuerdo con sus acciones. Pero a pesar de todo, muy en su interior, algo le decía que aún conservaba el primum non nocere intacto en su proceder.

No llevaba la cuenta de la cantidad de víctimas que había cobrado, pero debían ser alrededor de 500, sí, más de 500 habían sido. Esa cifra tampoco le parecía muy numerosa ni relevante; de hecho, eran demasiado pocas para su meta. El propósito que tenía era de un nivel de importancia superior, con dimensiones numéricas igual de colosales, que estaban solo al inicio del recorrido. Muchos ceros tendrían que agregarse a ese pequeño número contabilizado hasta el momento.

Pero, definitivamente, ni siquiera Galeno, con todas las locuras y transgresiones de límites, propios de su época, hubiese dado permiso consciente para tales actos.

Siempre empezaba con la notable incisión en T, esa que va desde la mitad de cada clavícula, hasta el centro del esternón, para luego continuar rajando la carne, hasta el apéndice xifoide, y de ahí, bajando por el grueso abdomen, hasta la misma cúspide del pubis.

¡Se sentía tan a gusto en sus oídos, el crujido de la piel, una vez eliminada la solución de continuidad del tejido, por el más agudo filo cortante de la hoja de bisturí !Era música vigorosamente celestial a sus sentidos.

Ahí empezaba el trance, aquel donde su mente se estacionaba en el magnífico espacio donde solo existía aquel cuerpo frente a ella. Ese cuerpo livido, perfectamente inerte, y ella, en una sala llena de cosas que desaparecían en ese litoral mental.

Ese delicioso estímulo auditivo, continuaba con el efecto de la borboteante y aún caliente sangre, luchando por salir por la perfectamente delineada herida.

Y, justo ahí, terminaba el preludio de la obra, empezando a sentir, en cada gota que salía, los latidos del cuerpo aún con el alma viva.

Tantos cuerpos, tantas víctimas para satisfacer una idea obsesiva que, ya a estas alturas de su vida, no tenía remedio más que, quizás, el encierro de su ente victimario.

No recordaba muy bien como había comenzado aquel proceso psicótico, tan siquiera podía recordar su primer caso, pero lo cierto es que, de alguna manera, a raíz de este desequilibrio mental, había hallado su verdadero porqué.

No era un mero deseo, sino que sentía que este era su propósito en la cadena evolutiva de la existencia del mundo. Realmente había llegado a comprender que estaba haciendo algo pro desarrollo, a favor incluso de la propia humanidad, cambiando el futuro de la historia.

No importaba cuantas bajas hubiese, la lógica de su cabeza la llevaba a pensar que todo aquello era suficientemente racional. - ¡Los locos son ellos, todos los demás, el resto, todo el mundo, que no se atreven a emprender el recorrido hacia su destino! - era una de las tantas frases que le venían a la mente en sus soliloquios de auto condescendencia y auto consuelo.

El resto del recorrido era más neutral. La extracción del bloque de órganos amainaba un poco la euforia, haciendo un cómodo passaggio hacia la parte más extensa de la obra. La técnica de Letulle era, por tanto, su preferida; le permitía ver el espléndido interior de lo que somos, antes de ser esa nada que se convierte,en el punto final de nuestras vidas, en nada más que putrefacción desdeñada y sin sentido.

El desarrollo, a partir de aquí, seguía  pulsátil, pero constante, en una meseta de emociones que le permitía llegar a la excelencia.

La respiración se apasiguaba y, aun con las pupilas dilatadas y la circulación recorriendo velozmente su cuerpo, de norte a sur, en constantes ciclos, lograba, meticulosamente, concentrarse en lo más imporrante. No era fácil obviar toda aquella proyección visceral, pero el tiempo le había enseñado las técnicas adecuadas, no muy diferentes al tan conocido métodos Stanislavski.

O sea, que al final si era algo superior e importante su labor, pues era una obra de arte, y no hay nada más importante que la huella de una obra de arte, porque es la evidencia que deja el ser humano en un período de tiempo específico , el reflejo de lo que somos en cuerpo y alma.

Entonces se activaba el más fino de los sentidos, y comenzaba a entrar por cada uno de sus receptores olfatorios, el embriagador olor sui generis de la putrefacción naciente.

Cada órgano que separaba de su grupo, se percibía como un lamento adictivo, que llegaba a su interior, hecho de la perfecta mezcla de los ya totalmente activados sentidos. Entre el calor de la sangre y la imagen visual de su ensueño, se traslocaba la explosión de las uniones celulares entre una fragancia embriagadora.

Sentir la energía de cada uno de aquellos órganos, dispersándose por la mesa, por toda la habitación distorsionada aún, traspasando a todas y cada una de sus propias células, era la droga más intensa y efectiva que jamás alguien podría probar. Ese pensamiento la llenaba, sumiéndola en el éxtasis más agobiantemente deseado.

Sentía que cada proceso metabólico aún activo en esas celulas , se hundía con los de cada unos de sus propios órganos.

Era una simbiosis perfecta, una mezcla de ambas fisiológicas que, estando separadas por las barreras físicas de los límites de espacio entre cada uno de los cuerpos y del mundo de los vivos y los muertos, funcionaba equilibradamente, a un mismo compás.

Una mezcla de la realidad que los otros veían, y el mundo creado por su mente durante este proceso, era la escena ideal para su trabajo, que ni siquiera era eso, sino unas eternas vacaciones en la más perfecta onírica sinfonía.

Los cortes eran finos y precisos. Cada uno parecía estar medido por una mano mágica, su mano, que de alguna manera se había hecho tan certera como la flecha de Guillermo Tell.

Con cada uno, se desgarraba no solo la anatomía normal de los tejidos, sino sus miedos e inseguridades. La fusión de todos los sentidos, le permitía ver cada detalle histológico, que no solo le llegaba al centro de su pensamiento como una simple lámina microscópica, sino como estímulos eléctricos y químicos que le enaltecían las cualidades dormidas, e incluso generaba otras inexistentes hasta ese momento.

Era casi una metamorfosis psíquica interna, extraña pero deliciosa. Agudizaba sus pensamientos, modificando su conducta más allá de la sala. Eso lo sabía muy bien pues, con cada dosis, cada estancia forense, salía un ser diferente de aquella lugar.

Es por eso que no había parado, y no pararía jamas, si dependiera de ella. Aquello no era una simple droga, una adicción de libros. Tampoco era una status mental aberrante fácil de controlar, dado por ideas delirantes de megalomanía por la creencia de que la vida la hacía obrar así por un destino inevitable que debía enfrentar. Era más que eso, estaba más que probado, según sus cálculos, ya más de 500 veces, que después de cada cuerpo profanado, su personalidad cambiaba, para bien. Cada vida, cada cuerpo que se llevaba, la hacia más hábil.

Al principio tuvo miedo, creyó que estaba loca sin remedio. En muchas ocasiones se autoflageló, tratando de expiar el pecado más grande que jamás creyó llegar a cometer.

Pero el tiempo cura todo y deja pasar todo, hasta los auto reproches; y así también pasó su sentimiento de culpa. Llegó el punto en que ya no le dolió, y no solo eso, sino que le gustó, le gustó y se convirtió en una necesidad.

A estas alturas, ya no era una necesidad, sino que su mente se había adherido a la idea de que la muerte de aquellos, era necesaria para mantener su propia existencia.

La mesa de Morgagni, como un espejo, era el mudo testigo y reflejo de su atrocidad. Tan fría como un témpano de hielo, contrastando con la temperatura de aquel cuerpo que yacía sobre ella, servía de receptáculo de desechos orgánicos y psicológicos que rodaban desde ella (al deshacerse de sus penas y remordimientos, en aquel fabuloso arrebato), hastan las canaletas laterales que desembocaban en el drenaje común.


En ese momento sonó el estrepitoso timbre, resonando en todas las paredes de la fría habitación. La Dra. dejó todos sus utensilios en la bandeja quirúrgica. Había terminado la sesión; otra autopsia más, hecha a la perfección. El título de Mejor Patóloga Forense, plasmado en la primera plana de la revista Personalidad Vitalicia, nunca había sido tan meritorio.




Despertó en el mismo lugar, una vez más, satisfecha. Aún estaba vigente su pacto. Solo así el purgatorio había sido ligeramente llevadero.

Únicamente mediante aquella transmutación podía revivir el incomparable encanto de tener, de nuevo, millones de vidas a sus pies, aunque fueran solo esos templados y rígidos cuerpos de la morgue.

Aún le faltaban 40 millones de siglos por cumplir su condena (nada menos podía ser para  la asesina serial más prolífica de la historia). Pero sabía que podría aguantarlo; algo en su interior le decía que el pacto seguiría vigente durante todo ese tiempo. Tanto el cielo como el infierno tenían una deuda eterna con ella, 500 almas pecadoras son más que suficientes para contentar a ambas partes. A fin de cuentas, ellos la habían creado así y con ese único propósito de vida.

Quizás en la próxima sería diferente, mientras tanto, en esta vida, tendría que terminar su condena; eso también era parte del pacto.











viernes, 2 de noviembre de 2018

Cuando abrió los ojos

Cuando abrió los ojos por primera vez, descubrió que le habían mentido; el mundo no era lindo, sino maravilloso. Casi no esperó a que le cortaran el cordón umbilical; salió corriendo, saltó por la ventana y comenzó su viaje.


jueves, 1 de noviembre de 2018

El atraco

Habían llegado antes a la cita y se pusieron a estudiar el plan. Sólo faltaban dos días para el atraco. Todo debía salir prefecto. El Cetro de los Sueños debía volver, cuanto antes, al País de la Fantasía.

miércoles, 31 de octubre de 2018

Polvo de hadas

Lloraba a borbotones, viendo sus las alas en el suelo. Me miraba fijamente. Ya no podía esconderlo más. Saqué el cuchillo y se lo mostré. Estaba lleno de polvo de hadas.

martes, 30 de octubre de 2018

Dos metros bajo tierra

Ella regresará, hice el ritual al pie de la letra. Solo faltaba la lluvia para ablandar el pavimento. A fin de cuentas, solo son dos metros bajo tierra.

lunes, 29 de octubre de 2018

Exploto en ti


Me sostengo, te alcanzo y te alzo
Te asfixio con mi respiración
Exploto a tu alrededor
Te recorro una vez más
Te miro y siento que estás
Perenne en mi mente rara
Revuelvo mis pensamientos
Mis destinos, mis cruzadas
Te alejo y sigo el camino
Distante de tu final
Absorbo el mismo lugar
De mis ideas ya planas
Te tengo pero te vas
Eres la última explanada
La que toqué, la que casi
Pude perder como nada

domingo, 28 de octubre de 2018

Volcanes de perdición


Déjame llegar
Siempre al mismo lugar
Déjame pasar y seguir de largo
Déjame seguir, de tu boca trazos
Y caerme muerta, justo en el final
Deja figurar a mi mente loca
La que te provoca quererme de más
Déjate guiar, dejando los pasos
Que tuviste cerca, y un día inusual
Llegaron a mí, quedándose aquí
Con todas las cosas que puedo sentir
Las que te quite, las que me robaste
Las que son paredes en la habitación
En sitios secretos, en aquel rincón
De volcanes dueños de la perdición

sábado, 27 de octubre de 2018

El premio ansiado


Amor, sé que quieres mi alma
Mis huesos roídos y mi piel
Sé que buscas tormenta en la calma
Haciendo al universo enfurecer
Sé que digo que no quiero cuando quiero
Y te hago confundir santos pecados
Te tomo el corazón con mi desvelo
Y luego no deseo más tus besos
Sé que esta confusión es más grotesca
Si dejo que mi mente liberada
Haga gazapos de tus momentos cuerdos
Que a veces parecen algo errados
Sé que tomas todo si te doy
Y cuando quito casi siempre gano
Pero déjame quedarme con un poco
De esos momentos casi siempre mal pensados
Serán lo único que quede tras la apuesta
De ver quien gana al final el premio ansiado

viernes, 26 de octubre de 2018

Su verdad

Siguió corriendo, aunque sus músculos le dolían a morir y su boca estaba tan seca como un desierto. Tenía que llegar antes de que él abriera la carta; no podía conocer su verdad.

jueves, 25 de octubre de 2018

El pararrayos

Pensó que la tormenta arrasaría con todo. Colocó el pararrayos. Jamás llovió. Él no tuvo que guarecerse. Jamás la conoció.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Sueño

Perdona, ¿Qué decías? Sí, el trabajo está hecho. Pero no he podido dormir, el muy cabrón demoró más de cinco horas en morir.

martes, 23 de octubre de 2018

La guadaña

Llevaba persiguiéndola todo el día. Se sentó a su lado, como si no la conociera. Tenía que recuperar a su familia, y ella se la había llevado. Aquella la miró, le dejó sus cosas en su lado del banco, y se fue a algún sitio. Ella tomó la guadaña y entró por la puerta por donde la otra había salido.

lunes, 22 de octubre de 2018

El árbol

El árbol se mecía, constantemente, de un lado a otro, tratando de acomodar los miles de cuerpos enterrados entre en sus raíces.

domingo, 21 de octubre de 2018

Nuestros besos sordos


Te reto a construir
El sueño más bonito
La canción más prohibida
Y mis versos no escritos
Te invito a destruir
Las piedras más brillantez
Las cabezas plagiadas
Por palabras gigantes
Te construyo el camino
Recórrelo si quieres
Camina todo el ancho
Que muestra mi figura
Parecerá locura
Si la ves desde lejos
Ensimísmate entonces
En mi mente difusa
El sendero que dejo
Tras ideas confusas
Sólo así entenderás
Que a este mundo ya loco
Le falta más de un ruido
De nuestros besos sordos

sábado, 20 de octubre de 2018

Nostalgia



Nostalgia de ti, de todas tus cosas

De tus versos rotos, de toda tu prosa

De tus calles curvas y tu inmensidad

De tu noche eterna que viene y que va

Con tantos misterios como el universo

Como las palabras rellenas de besos

Nostalgia de verte, sentirte y dejarte

Volver a tu abrazo mirarte y tocarte

Seguir caminando por sendas opuestas

Aunque no te pierdas, aunque lo parezca

Nostalgia de todo lo que me perdí

De aquello que tuve, lo que no te di

De tu brisa suave, como los silencios

Que callo aunque a veces se oiga en mis adentros

viernes, 19 de octubre de 2018

El amor que muestro


El amor que muestro con todas mis fuerzas

Nació de la nada aunque no parezca

Creció del silencio, del inmenso abismo

Que vio mi deseo perdido en sí mismo

El amor que escondo de todas las sombras

Creció de aquel todo que a veces estorba

Vivió del tesoro que oculto en mi cuerpo

Y explotó despacio contra mis tormentos

Este amor que grande cabe en un bolsillo

Que limpio del polvo como a los chiquillos

Perdura en el tiempo aunque ya no cabe

Y late seguro creyendo que sabe

Tocarme el  latido que llevo guardado

Oculto del miedo de mundos cansados

jueves, 18 de octubre de 2018

Antes de ser ceniza


Antes de ser ceniza
Te tomaré la mano
Caminaremos juntos
Sin haber olvidado
Cerraremos la puerta
De la ilusión eterna
Y miraremos juntos
La enorme decepción
No será de la nada
La duda razonada
Perdida por un sueño
Más bonito y mayor
Miraré tranquila
Después de haber vivido
Y quedará plantado
El rostro del perdón
Antes de ser ceniza
Tocaré tus silencios
Respiraré tu aire
Con una condición
De quedarme contigo
No a tu lado como antes
Sino justo en la mente
En el halo disperso
De aquella luz eterna
Que tu vida me dio

miércoles, 17 de octubre de 2018

El árbol

El árbol se mecía, constantemente, de un lado a otro, tratando de acomodar los miles de cuerpos enterrados entre en sus raíces.

martes, 16 de octubre de 2018

Dos opciones

Tenía dos opciones, quedarse riendo o irse llorando. Prefirió aprender a volar de una vez.

lunes, 15 de octubre de 2018

La bomba

Bajó del tren, tomó la maleta y, por fin pudo activar la bomba. Despertó en el siglo XXIII, comiendo un Snickers.

domingo, 14 de octubre de 2018

Luego del Apocalipsis

Se casaron luego del Apocalipsis. Y vivieron felices eternamente; ella, convertida en ángel, y él, en demonio.

sábado, 13 de octubre de 2018

viernes, 12 de octubre de 2018

jueves, 11 de octubre de 2018

Restos

Desde su balcón todo se veía igual. La malla cibernética no le permitía ver los restos de recuerdos.

miércoles, 10 de octubre de 2018

La cúpula

Hace más de 2000 años, el mundo se organizó en una gran cúpula, una cúpula que recogía una fracción de todos los habitantes de la tierra.  El mundo había colapsado y, de alguna manera, el ser humano había encontrado la manera de subsistir a base de energía renovable, bajo una inmensa, resguardada y perfecta cúpula.

 De alguna forma, siempre supo la humanidad que ese día llegaría, pero no fue  remotamente como se esperaba, sino mucho peor.

Se había trabajado durante siglos para sustentar ese recambio continuo de energía, pero solo como medida preventiva, nunca pensaron que llegaría ese catastrofismo mundial y, mucho menos de la manera que ocurrió. La suerte permitió que, llegado el momento y aun viendo convertido en pedazos la tierra, los hombres ya tuvieran varias fuentes de energía a su favor.

Fue un camino largo que muchas veces volvió al punto de retorno, viendo lágrimas y gritos de millones de científicos, que dieron al traste con sus sueños y volvieron a empezar el proyecto desde cero. Muchos no volvieron a tocar el tema jamás, otros, enloquecieron en la búsqueda incesante del producto. Ese es, en fin, el sueño de todo científico, lograr el resultado final que, en algún momento, los llevó a dedicar su vida al desvelo y la preocupación continua porel mismo.

Pero todo se pensó, a fin de cuentas, de manera preventiva, nunca nadie se imaginó que el fin llegaría de aquella manera. Era sospechado, que en algún momento de la historia, el mundo colapsaría, “se rompería” (si se puede decir de esa manera). Era demasiado el derroche de energía que llevaba la humanidad, ya por más de 3000 años de existencia. El desperdicio no era solo de la energía eléctrica, tan codiciada y usada al inicio de la era tecnológica; no, el derroche iba más allá. Era la toma continua de la energía solar, la energía del viento, de la lluvia, la energía calórica de toda la materia, la propia energía corporal. De formas extrañas y complicadas, los seres humanos se las arreglaron para sacar y aprovechar la energía desprendida de todo y todos (si se puede decir de esa manera). Se volvió, la inmensa comunidad científica, en busca del aprovechamiento continuo de la energía duradera y renovable, de todo lo que desprendiera electrones.

Fue una suerte en verdad, que se invirtiera tanto tiempo y recursos monetarios y materiales en esta búsqueda, pues el fin fue armagedónico y, gracias a tantos esfuerzos y facturas de tiempo, sorprendió a la humanidad totalmente preparada con un nuevo mundo hecho de las cenizas de aquella destrucción físico-terráquea.

El día del fin del mundo, los que estaban a protegidos, se angustiaban por la expectativa de lo que sucedería, encerrados en la gran cúpula protectora. Estaban a salvo, pero no sabían a ciencia cierta que sería del resto del mundo. El mar, la misma tierra por donde caminaban cada día y hasta el mismo cielo, parecían llegar a su fin. Todo cambiaba de color y temblaba, había un ruido, como a cosas que se rompen, cosas grandes, como un rugido que provenía del subsuelo. El cielo cambiaba de color una y otra vez, los árboles y el mismo suelo, temblaban miles de veces por segundo.

La tierra comenzó a rajarse, primero en brechas pequeñas, luego se hicieron más grandes y se volvieron agujeros, agujeros que parecían llevar al infinito abismo del centro del planeta. Todos esperaban una gran explosión de lava, pero, de alguna manera, de los agujeros empezó a salir una enorme cantidad de luz. Al principio era solo luz lo que salía del centro de la tierra, después se dieron cuenta de que era más que eso, era algo gaseoso y centelleante a la vez, que salía sin parar y se dispersaba, arrasando todo cuanto encontrarse a su paso. Ya eran enormes remolinos de gas luminosos, que llevaban a su paso árboles, casas, animales, enormes camiones, todo lo que encontrase en medio del recorrido, al azar. Como un agujeros negros en formación, no dejaban nada que estuviese a su alrededor y parecían alimentarse de ese todo con lo que arrasaban, haciéndose cada vez más vigorosos y enormes.

Todos observaban la gran catástrofe; unos, con lágrimas en los ojos por lo que veían destruir, otros, con un gran alivio por no estar afuera, y algunos, en shock, se quedaron estáticos sin tener tan siquiera un pensamiento inundando sus cabezas. Había niños, mujeres, hombres; grandes, chicos, de todas las razas y lugares, todos los que se encontraban en la zona segura; algún que otro animal también habían podido rescatar.

La zona de seguridad era enorme y todo el que se encontraba dentro, estaba fuera de peligro; pero muchos quedaron afuera.

Se veían miles de árboles chocar contra la cúpula, miles de cuerpos de animales y personas volaban por las nubes energéticas que provenían del interior de la tierra, como tornados que destruían cada vestigio de materia, animada o inanimada. Los tornados energéticos llegaban hacia el cielo en espiral y ahí explotaban, desintegrando las nubes y haciendo al cielo cambiar de color y tono varias veces. Parecían atravesar el cielo y seguir su curso, como llegando a la mismísima exosfera y perderse, penetrándola, en el espacio exterior.

Varios fueron los que se acercaron a la pared de la cúpula, gritando desesperados mientras los consumía la “ola de energía” (así se le llamó a esa forma elemental en forma de tornado multidireccional).  Se veían desaparecer miles de personas arremetiendo sus puños contra la pared de la cúpula, y hasta había unos que corrían de un lado a otro buscando entradas.

Los de adentro nada podían hacer, solo esperar a que pasara la tormenta que, sin dudas, representaba el final del mundo y el inicio de otro que dejaba más preguntas que las que quizás pudiesen jamás tener respuesta.

El mundo se había dividido en una gran isla de tierra, separada por pequeñas zonas desoladas tras la gran Ola Energética. Estaba construida con todo el equipamiento necesario. Rodeada de una inmensa cúpula de miles de kilómetros de altura y ancho, acumulaba un vasto receptáculo de tierra, una tierra semejante a la que acababa de destruirse.

Todo el entorno trataba de imitar la tierra que se les había arrebatado. Pero era más bello, casi salido de un sueño.

Había grandes áreas de enormes edificaciones, unas con fines de vivienda y otras, gubernamentales, escuelas y centros públicos. También estaba la zona verde, que realzaba la pictografía del lugar.

La zona verde era la más hermosa. Con un follaje esmeralda, los árboles se empinaban hacia el cielo y parecían perderse en él; no se podía divisar bien su culminación. Las hojas eran gruesas y parecían casi artificiales, con bordes perfectamente alineados y de una casi insensata variedad de figuras y formas. Las flores eran preciosas, de colores parecidos a los que vemos en un retrato pintado a acuarela. Cada planta estaba siempre en movimiento, como si hubiese una corriente constante de aire, pero mantenían siempre su integridad, formas y colores.

No había sol, no había estrellas ni luna, pero la vida en la cúpula se daba de manera perfecta, bajo un cielo artificial hermoso, que reflejaba múltiples colores. La cúpula mantenía la temperatura ideal a todas horas, nunca había demasiado frío o calor; de alguna manera, la temperatura siempre estaba fresca, a todas horas, todos los días. Las plantas siempre crecían y se renovaban. El reino animal y vegetal parecía eterno; no había heridas ni muertes. Era un mundo artificial perfecto hecho de sustratos naturales salidos de una razón mágica.

En aquel entorno vivía Maya, una adolescente como muchas otras, con preguntas sobre el mundo y el futuro. Ciertamente el mundo era muy diferente al de antes, vivir en una cúpula no se comparaba con el mundo anterior. Había muchas preguntas en su mente, pero la más recurrente era: ¿Seremos los únicos sobrevivientes o existen otros mundos, otras cúpulas quizás? Esa pregunta le taladraba la mente continuamente pues en la Academia solo se hablaba de una, esta en la que vivía.


Siempre había oído hablar a sus padres sobre la Ola Energética y de cómo se había hecho la cúpula poco a poco. Ellos le habían contado lo que sus padres y a estos sus abuelos, les habían contado; eran cuentos que habían pasado de generación en generación por muchos años. A todos los chicos les contaban las mismas historias, que también aprendían en la Academia.


Eso fue suficiente para sosegar las voces, que en su interior clamaban por la respuesta a aquella pregunta que se hacía un eco callado, mas no dormido. No fue hasta un día en que interrumpió la oficina del Rector de Ciencias de la Academia, que oyó, en una simple conversación, lo que tantas veces había soñado y deseado escuchar, la respuesta a la insistente rebotante pregunta:

“Debemos mantener este secreto para bien de todos, no es un capricho y simple protocolo social, es la protección de los nuestros. No debemos decir jamás que existen otros habitantes en la tierra, otras ciudades”- decía el Rector


Su corazón latía a mil y su respiración hacía que su pecho subiera y bajara a millones de veces por segundo. El instinto de conservación la hizo salir corriendo despotricada. Sabía que ese era, por mucho, el secreto mejor guardado de la historia; nadie podía saber que ella estaba enterada del asunto. Sus ojos se le querían salir y cientos de veces pasó por su mente aquella frase: " ……existen otros habitantes en la tierra, otras ciudades”.

Llegó a su casa casi de manera autómata y no supo de sí hasta el día siguiente.

Despertó casi 1 hora antes de que sonara la alarma matutina, la primera, que indicaba la hora de levantarse.  Hasta el momento había tenido siempre sueños tranquilos, mas no esta vez. Esa noche el sueño había sido inquieto, sin nada de descanso. Sin embargo, no recordaba ninguna imagen, solo aquella embestida en el recuerdo del día anterior. Se levantó de un tirón de la cama, se acomodó la ropa de la forma menos detallada y salió a todo trote.

Ese día, en el bus aéreo, no iba observando la tonalidad del cielo, ni hablando de cómo le gustaría tocar las nubes de gas energético, con una que otra risa por algún chiste que hacía algún chico. Esta vez, su mente estaba muy lejos de la realidad, enfrascada en la misma frase: "…existen otros habitantes en la tierra, otras ciudades".

Su mente voló más allá. Comenzó a imaginarlas, habiendo sabido de su existencia solo unas horas antes.

Las imaginaba sin tantas luces; algo más parecidas a los cuentos de antaño, de la tierra antigua, antes de la gran Ola Energética; con una estructura un poco más antigua también, sin carros voladores y con el cielo azul celeste del que tantas veces había oído.

En ese momento, una idea  disparada hacia lo más profundo de su pensamiento, le mostró lo que debía hacer irremediablemente; debía salir a conocer esos mundos y nadie ni nada la detendrían.

Nada de lo que había vivido allí le impidió comenzar su plan de escape; la estrategia empezó en el mismo instante en que decidió que tenía que conocer ese mundo más allá de las fronteras de la cúpula.

A partir de ahí llovieron en su mente las ideas, estrategias, mapas y bocetos; escritos, borrados y recomenzados una y otra vez, todo para lograr su meta ansiada, esa ideaque se había convertido en su obsesión.

No sería nada fácil salir de allí, pues la cúpula estaba bien protegid; tampoco habían escatimado en gastos en este sentido. La protección era un fuerte eslabón en este mundo.

Siempre se había preguntado el porqué de tanta protección, si, supuestamente no existía nada más allá de la gran cúpula.Decían que los guardianes protegían de las fugas de energía hacia afuera de la cúpula,ya que esto sería un gran riesgo para el total y perfecto funcionamiento. Dado que la cúpula funcionaba a base de pura energía y todos los habitantes sobrevivían de la que reinaba en el medio ambiente, esto tenía sentido. Pero en verdad era una gran fuerza de seguridad la que protegía la cúpula, como la que se necesita contra amenazas externas, que supuestamente no existían.

Eran conocidas las historias de como era la zona de devastación que existía fuera de la cúpula. Decían que era una zona tan fría como el frío más crudo, cubierta por un infinito témpano de hielo, en un ambiente tan negro como el negro más profundo. No se veía nada, solo una inmensa oscuridad sin un halo de luz. También contaban que solo había salido una pequeña expedición en más de 1000 años, y que nadie había sobrevivido a este frío tan penetrante y a esta falta de energía total.

Pero nada de esto le asustaba, pues había ya oído lo que la mente deseaba hace mucho, que existía vida más allá de ese holocausto terrestre. Si eso era cierto, los planes seguirían trazándose en su mente y más allá, hasta lograr salir de allí y confirmar, con sus ojos, lo que ya su corazón sabía.

Ocurrió una tarde de exploración en la Academia. Una visita a la zona verde fue el pie para probar su plan de escape. Por primera vez, llegaría hacia el extremo más próximo a la pared de la cúpula. Solo sería una prueba, pero la expectativa de éxito para sus planes futuros, la emocionaba sobremanera.

Todos los estudiantes llegaron ansiosos y maravillados por la oportunidad de ver, por primera vez, aquella mística estructura que pocos en el mundo habían logrado experimentar de cerca. Ella también, pero primaba la ansiedad por encontrar la salida, más que la mera fascinación del encuentro.

 Se acercó como todos los otros para tocar la pared y fue tan grande su impacto que se alejó por unos segundos. No era para nada como se lo habían contado. Muchos cuentos había oído sobre esa enorme pared, de cuan resistente era y blanca como la leche; que solo cambiaba de colores a lo alto, semejando el cielo y de cómo se podía ver todo el vasto deterioro terrestre, a través de ella. Pero no era nada como se lo habían dicho, seguramente había cambiado mucho el proceso de configuración desde esos cuentos antiguos que conocían los mayores. Su superficie era blanda pero muy elástica, de un gran grosor. Era brillante y lumínica, con los mismos tonos del cielo artificial, y totalmente libre de transparencia. No se veía nada a través de ella, solo un sin número de haces de colores que iban, de lo más bajo en la tierra, hasta lo alto del cielo, a modo de estallido multicolor. Era maravillosa.

Después de ver este magnífico panorama, despertó de su embeleso, y fugaz como un cometa, le vino la idea de ir rodando poco a poco, pegada a la pared; tenía que descubrir algún punto débil en la continuidad. Se alejó disimulada pero rápidamente del pequeño tumulto de gente, penetrando la materia de la pared con sus dedos y hasta su cuerpo entero; algún punto de salida debía haber, alguna falta de integridad que le permitiera hacer la prueba de escape. Poco a poco se iba alejando del grupo, cada vez más.

Al poco tiempo se descubrió solitaria entre la jungla de la zona verde, a varios kilómetros del punto inicial.  Reparó en la posición por un instante, para volver a su labor. Estaba algo cansada y pperdida en el vasto verde, erdida al fin sus manos se hundieron más allá de lo que habían hecho hasta el momento. Sin dudarlo penetro por el grosor de la sustancia, metiendo su cabeza y todo su cuerpo. Se sintió ahogada por unos segundos, hiriendo a su cerebro hasta nublar su mente y su respiración. Su cuerpo casi abatido y desganado se abría paso por la gruesa capa de varios metros de grosor, casi a punto de dar al traste con sus sentidos. De repente aspiró, una bocanada de aire, aire puro que entró en sus pulmones como una ventisca, haciéndole doler el pecho de tanta fuerza.

Recuperando su aliento y status mental abrió sus ojos, cerrados y oprimidos por la falta de oxígeno. Lo que vio fue lo que sus ojos aún creían que era un sueño, la inmensa nada tras un pedazo de tierra bajo sus pies.

Poco a poco reincorporó su postura a la posición adecuada, enfocando la mirada miró hacia lo lejos, viando convertir esa nada en millones de cosas; cosas en forma de esferas, que rodeaban el espacio infinito a su alrededor.  Trató de precisar su visión mientras recuperaba cada vez más sus fuerzas y vio, no la inmensidad vacía e infinita, sino miles, millones de pequeños montículos de tierra rodeados de enormes cúpulas, que la rodeaban por todos los puntos espaciendo, de manera totalmente absurda.

Era sorprendente y maravilloso el espectáculo, ciertamente no estaban solos en la cúpula, había millones, miles de billones de mundos, de cúpulas de inimaginable potencial.

Miro a lo alto y solo dio tiempo a un parpadeo, para ver, en la cima de espacio sobre su cabeza, un gran ojo, un ojo tan profundo como ese infinito, que parpadeó justo al tiempo en que su cuerpo se desvaneció nuevamente, colapsado por una fuerza externa jamás antes experimentada.

Un flash de luz cubrió todo su alrededor, y perdió instantáneamente el conocimiento.

Cuando despertó, la habitación le pareció más pequeña y oscura que lo que recordaba. Todas sus cosas estaban dentro, pero de una forma algo desordenada y apretada en ese mini espacio.

Se levantó abotagada y dio unos cuatro pasos hacia la puerta.

Salió a un enorme pasillo cerrado por todos lados, herméticamente, justo para entrar por otra puerta que se abrió enfrente.

Entró sin pensarlo; a pesar de la sorpresa, no había miedo en sus pasos, sino una curiosidad enorme por saber el desenlace de aquella extraña mezcla de sucesos.

Hacía un momento estaba afuera de la cupula, en el lugar que tanto ansió siempre conocer; ahora, el panorama desaparecido se había convertido en una psicodélica aventura por un sitio que parecía una pesadilla de suspenso.

Entró en la habitación que se le abrió a su paso.

Era de las mismas proporciones que aquella de la que había salido, pero repleta de dispositivos digitales. Algunos fueron reconocidos, (muchos solo en fotos); otros, eran demasiado extraños y futuristas como para ser identificados.

Frente a ella, había algo parecido a un telescopio. No pudo resistir el instinto y se acercó.¡Debía ver a través de él!

Y vio la imagen más asombrosa que pudiera imaginar; se vio a ella misma, salir de una inmensa cúpula, que se perdía entre millones de cúpulas más, en un escenario en cuarta dimensión, de distancia infinita. Se vio mirar hacia lo alto, hacia su propio ojo y caer desplomada, al tiempo que una cegadora luz la hizo apartarse del artefacto.

Se restregó los ojos, adoloridos por la intensa e incandescente luz y los abrió lentamente.

Ante su vista apareció una pantalla, que debió estar allí camuflajeada, todo el tiempo.

 "Bienvenida, has logrado liberarte", fue la voz que acompañó al inmenso letrero lumínico que apareció en la pantalla.

Caminó de vuelta al pasillo y se dispuso en fila, entre los cientos que salían de las habitaciones idénticas contiguas.

Su cuerpo emanaba una intensa energía, que rebotaba por las paredes, el suelo, y todos los cuerpos, cargados de la misma energía, que recorrían aquel infinito pasillo.