viernes, 7 de diciembre de 2018

Los tres monos sabios

Los tres monos sabios entraron al templo, tal y como les habían dicho. Debían hacer su papel, tal como lo habían hecho hasta el momento. “Nada oigo” era el primero, quien guiaba a los otros dos. “Nada veo” confiaba en él y llevaba de la mano a “Nada digo”, que iba de tercero y último. Tenían 8 minutos para llegar. Sus pasos eran consistentes, pero presurosos. Llegaron justo a tiempo, pero no podrían escapar a la profecía. “Nada digo” había visto, hacía 2 minutos, a quien los asesinaría, pero debía hacer su papel, tal como lo había hecho hasta el momento; no podía hablar y no lo hizo. Fueron asesinados por turnos, él fue el último y tuvo que ver, sin decir una palabra, como asesinaban a sus hermanos. Cuando le tocó el turno, emitió un estruendoso “Ahhhhhh”. El asesino murió justo ante sus ojos, se hizo polvo arrastrado por el viento. La profecía no pudo cumplirse, quedó un mono sabio, que pudo salvar a todo el pueblo.

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