sábado, 1 de junio de 2019

Pánico irreal

Que ya me da miedo todo
Lo que pienso que no dices
Eso que mis sueños locos
Crean entre tonos grises
Que me sofoco creyendo
Que ese verso es para otra
Y me obsesiono con besos
Que aún no ha dado tu boca
Que quiero entrar en tu piel
Y crear la cicatriz
Que aprisione los recuerdos
Que aún están por venir
Que necesito tu aire
Para mi vida y mi muerte
Para los vinos, las rosas
Y mis momentos dementes
Que sé que no soy perfecta
Que no nací para ti
Y hallarás en otras manos
Lo que no puedo esculpir
Que me ato y me desboco
Por no ser tu realidad
Porque no me basta el mundo
Ni la vida para amar
Cada detalle que guardas
De mi absurda irrealidad

viernes, 31 de mayo de 2019

Tornado contra natura

Decidió quedarse en la tierra, el día de aquel tornado contra natura. Para eso, ancló su tronco con la más gruesa cadena jamás antes vista. Definitivamente, no estaba listo para conocer a Hades.

jueves, 30 de mayo de 2019

Aquel sabor salado

Sentí el mismo sabor salado, y supe que estabas ahí. Quise correr a tus brazos y guardarte, encerrarte en algún sitio, para que no te fueras nunca más. Justo en ese momento, tragué el río de lágrimas que se había atorado en mi garganta; desapareciste, y una vez más volví a despertar.

miércoles, 29 de mayo de 2019

Así, cada noche

Cada noche mirarás al cielo, buscando la estrella, que cambiaste por algo que creías sería "la luz de tu vida". Yo, ya estaré vagando para siempre, en esa infinita materia oscura, invisible para el ojo humano. Me perderé, como se pierden las enanas azules, sosteniendo la masa del infinito universo. Y te quedarás a oscuras (así, cada noche), decepcionado y arrepentido, con la ventana abierta, esperando el astro merecido que el cielo te prometió.

martes, 28 de mayo de 2019

Pregunta retórica

¿Que por qué me gustas? ¿Que por qué me quedo? ¿Que por qué te escojo de entre todos los mortales? Porque conoces mis sombras, las aceptas, las absorbes; y después, a pesar de todo, entre cuatro endebles paredes, escondes tus alas de ángel, y me haces explotar lejos de cínicos umbrales celestiales.

lunes, 27 de mayo de 2019

Un lustro de mentiras

Hubiese sido mejor, quemar aquella carta, cerrar aquella puerta, morder aquel otro primer beso; mejor, mucho mejor, que un lustro escrito con mentiras, abriendo ventanas inexistentes, hecho de labios que musitan ocultos y retrasados finales

domingo, 26 de mayo de 2019

Absurda espera

A veces me quedo, por horas, esperando a que me menciones, en una de esas frases, que salen de ti, como ráfagas. Después, vuelvo a la realidad, y recuerdo lo innecesario, absurdo e inmaduro de mi deseo; que estoy en tus pensamientos, en tus trazos e ideas; incluso en esa enana blanca que está por renacer. Y ahí, puedo al fin conciliar el sueño.

sábado, 25 de mayo de 2019

Destino olvidado

Te robé el destino y lo cosí a las cicatrices de mi piel. Nunca supiste lo que habías dejado atrás, y te olvidaste de lo que querías encontrar más adelante.

viernes, 24 de mayo de 2019

El regreso a casa

Se puso los lentes de revelado Luz 3D y se acercó a sus halos de fuego fatuo. Se había preparado toda la vida para ese momento, pero se había encariñado con aquella carga. Les entregó al último humano inteligente, y pudo al fin, volverse humo y volver a casa.

jueves, 23 de mayo de 2019

Falsos héroes

Para que luego digan que los monstruos somos nosotros, sabiendo conscientemente que es solo un prejuicioso precepto dogmático, les enseñamos nuestro verdadero rostro, escondido debajo de trescientos rostros más. Se vieron reflejados en las arrugas del espejo facial y entendieron que los pecados eran más hermosos de lo que creían, que la monstruosidad está sobrevalorada y que debían ocultar nuestro secreto, porque era la única forma de ocultar lo que realmente son: solo los falsos héroes de nuestra historia.

miércoles, 22 de mayo de 2019

Cría perros y te librarán del mal

Esa noche soñé con un cuervo. En la mañana, vi a mis 4 perros frente a mí, con sus ojos rojos ansiosos por devorar. Inmediatamente tomé mi escopeta de dardos tranquilizantes y se los entregué, bien dormidos, al vecino de al lado. Fue el mejor regalo que he hecho en mi vida; ya sabía, desde hacía un tiempo, que él era el asesino serial de las noticias.

martes, 21 de mayo de 2019

Un Coloso prestado


Reto
#LesTodes
#Reto7Maravillas











Al pasar aquel día por debajo de sus monumentales piernas, lo sentí. En verdad hacía algún tiempo que venía sintiendo esta cosquillita inespecífica cada vez que me acercaba. No era por el lugar en sí, ni atravesar esas monstruosas piernas (aunque sí daba un poco de miedo que el día menos pensado se cayera sobre nuestras cabezas), sino por algo más allá de su límite, algo que podría ocurrir al cruzar esa Y invertida.

El Coloso, que ya no estaba en Rodas, claro está, sino en La Ciudad Templada, se había mantenido íntegro por unos cuantos miles de años, sin la menor señal de deterioro. El día que lo trajeron parecía que solo duraría un par de décadas más. Los primeros movimientos tectónicos de aquel desastre que acabó sepultado su ciudad, habían empezado a agrietar el bronce, por las zonas más susceptibles marcadas por la corrosión del mar durante años. Pero ahí estaba, erguido y fuerte, absorbiendo nuestro radioactivo sol violeta, que casi nos extingue en tiempos pasados. El clima de la ciudad, que hacía honor a su nombre, lo había mantenido en perfectas condiciones y, por una serendipia de los científicos, tratando de reparar las partes dañadas, se manifestó el hecho de que la coraza que le pusieron al inicio para absorber la radiación solar, lo había renovado totalmente con el paso de los años.

Así que ahí estaba, el gran Coloso de la Ciudad Templada, resguardándonos de aquella energía que casi nos había extinguido. Pero los científicos habían descubierto algo más, que cuando el coloso se reparara por completo, la ciudad quedaría susceptible al manto letal de la radioactividad; era un coloso prestado por un tiempo limitado. Escogieron a unos cuantos que luego de varias pruebas genéticas evidenciaron ser los más preparados para la labor y nos lanzaron a una búsqueda que ya llevaba algunas eras.

Cada día la misma rutina, que aunque agotaba, era el único aliciente que teníamos para continuar creyendo en una solución. La profecía decía que el día en que se reintegrara la magia pura, el mundo volvería a surgir de las cenizas de la ola radioactiva. Éramos la última ciudad humana que quedaba; protectores creados por y para estos seres mágicos, que desde este cambio climático provocado por nosotros mismos, se habían extinguido. No habíamos encontrado nunca más a nuestros creadores y propósito de vida, ni tampoco, por ende, nuestra ansiada solución. Así que cada día nos llenábamos de esperanza, sacábamos fuerzas sobrenaturales y salíamos a nuestra misión.

El guía iba delante, como siempre. Nos formaba en dos largas filas de veinte personas cada una y frente a él entonábamos el Himno de los Mundos, que nos llenaba de las ganas casi extintas.

El gran portón de hoja doble se abría bajo los pies del coloso y ahí, inevitablemente, todos mirábamos hacia aquellas largas piernas, que eran lo que nos separaba del exterior, donde aún se encontraba la última pizca de magia y lo que nos recordaba nuestra historia pasada, haciéndonos caer en la realidad olvidada de que, a pesar de nuestro cambio de vida, aún éramos humanos; incluso pudiendo vivir tres siglos más que nuestros antecesores.

Ese día, rompimos fila y salimos, como siempre, dividiéndonos en 4 grupos, en dirección  los cuatro puntos cardinales. Los diez que integrábamos mi grupo, nos dirigimos a la zona sur; esta era la más caliente, así que necesitábamos ahorrar nuestros suministros de agua al máximo. Ninguna exploración al sur había sobrevivido; el clima tan caliente de esa zona había superado nuestra capacidad tecnológica una y otra vez, haciéndonos perecer en el intento. Pero yo no sentía temor, sino una inmensa emoción aventurera, que disparaba la esperanza hasta mi cúspide mental.

La delicada y resplandeciente arena flotante que cubría el desierto de la zona sur me sorprendió más de lo que esperaba. Los trajes de éter bromado adaptable, nos protegían del incendiario calor de esta arenilla–que no era más que el conjunto de partículas producto de la combustión del mismo suelo por las excesivas temperaturas y el ambiente altamente cargado de oxígeno–y la dispersaban de nuestro campo visual, permitiéndonos observar todo con claridad y penetrar a esta nueva atmósfera sin temor a morir incinerados. No tenía la disposición habitual de un desierto; la arena que se mantenía estática, formaba montículos inmensos que trazaban un camino laberíntico continuo que parecía infinito.

Tuve que tocarlos para cerciorarme de su consistencia; no podía creer que la arena formara montañas tan altas y resistentes. Efectivamente era arena, un tanto húmeda, como las de los castillitos de las playas, pero increíblemente endurecida al punto de resistir un impacto–cosa que comprobré estrellándome contra ella un par de veces, con todas las fuerzas de mi pesado cuerpo–sin desarticular ni un granito de su estructura.

No sé cuántos kilómetros recorrimos antes de salir de la zona arenosa. Lo que vimos al salir fue una planicie de suelo agrietado donde ya no había arena en la atmósfera, ni nada en una distancia humanamente recorrrible. En ese punto, donde estábamos seguros encontraríamos magia o al menos un momentáneo descanso más fresco, solo había un eterno vacío árido de 180 grados Celsius, con un incremento del nivel de oxígeno. A casi ninguno de nosotros le quedaba más de un sorbo de agua y un mínimo nivel de oxígeno respirable en nuestros trajes, así que el panorama fue la gota que activó la desesperación grupal en cadena que fue in crescendo y tuvo catastrófico final.

Uno tras otro, mis compañeros cayeron al suelo, desesperados por la asfixia. Se arrancaban el traje tratando de conseguir una pizca de oxígeno, aunque sabían que exponerse a la atmósfera los mataría. El sonido que emitían, que se oía como un eco por el sistema de comunicación, era terrorífico. Este jadeo me iba enloqueciendo, y aunque por un momento me sentí a salvo, sabía que mi caída era también inminente. La combinación entre una super acelarada oxidación orgánica y la combustión inmediata, creó a mi alrededor un círculo de muerte instantánea, que me sumió en una crisis de pánico. Habíamos hecho otro recorrido de solo ida, en busca de la salvación de los nuestros y de nosotros mismos. La esperanza se convirtió en una bola despeñada de estiércol.

Los dos segundos que siguieron a continuación sentí un chillido ensordecedor en el interior de mis oídos y perdí el equilibrio; todo comenzó a darme vueltas, mientras flashes de escotomas centelleantes y puntos ciegos se adueñaban de la poca visión que me quedaba. La última bocanada de aire hizo doler las costillas, y el corazón me dio un latigazo contra el centro del pecho. Sentí a lo lejos mi cabeza contra la arena, que esta vez se notaba blanda como una almohada de plumas. Dejé de sentir y de estar.

Entonces, un impulso esotérico salió desde el fondo de mi conciencia convirtiéndose en una inspiración que casi me quiebra en dos el cuerpo. Abrí los ojos y vi, vi de nuevo; respiraba, estaba vivo. Estaba vivo, pero sabía que había muerto; creo que es algo que no tiene explicación, solo se siente cuando has muerto y vuelto a la vida, como yo lo hice.

El cómo había vuelto a la vida era una cuestión que me anonadaba, pero el cómo podía estar vivo en el ambiente que veía a mi alrededor, era lo más desconcertante y absurdo. Mi cuerpo desnudo estaba envuelto en llamaradas de fuego, volutas y luces extrañas que arañaban mis ojos resucitados. Di más de diez vueltas de 360 grados sobre mis pies y en aquel espacio que aún no comprendía, donde solo estaba yo, no hallaba la fuente de aquella combustión.

Con una fuerza desconocida hasta el momento, que explotaba en mi interior y encendía mi alma, me lancé hacia lo alto. Volaba, volaba sobre el desierto que ahora empezaba a ver de nuevo con total claridad, a una velocidad con la que me identificaba, irreconocible, pero que sabía era mayor que cualquier cosa que pudiera alguien haber experimentado o tan siquiera visto.

Llegué a la zona norte, donde los cedros nevados se yerguen sobre las montañas de hielo negro. Tuve deseos de acariciar estas verdes hojas que el hielo jamás afectaba; lo hice, las toqué y acaricié, como siempre soñé hacer. Ahí supe lo que pasaba conmigo, con mi cuerpo, que ya no era el mismo, ni el mío, sino el de una criatura de cuentos de hadas o negras profecías.

No sabía si el sentimiento que me acogía era alegría o solo una fase maníaca que me impedía detenerme, pero alcé el vuelo lo más que pude, más y más alto cada vez. En un punto del espacio exterior donde podía ver al mundo entero, con sus detalles que aun lejos me parecían de tamaño normal, justo frente a mí, observé mi bella ciudad, con el gran Coloso en su puerta, que se habían vuelto casi invisible. El préstamo había caducado. No había rastros radioactivos ni otra huella de destrucción, más que pequeños puntos luminosos sobre nuevas áreas de la superficie de la Tierra, tal como ocurrió eones atrás, cuando surgieron las criaturas mágicas. "Nos hemos salvado, la magia ha regresado" gritaba mi conciencia con vehemencia, sin aún realizar en que era yo, un magnífico Fénix, la misma magia en sí, que había activado la secuencia de salvación de nuestro mundo.







Piezas disfuncionales

Así está mucho mejor, mi cuerpo y cabeza, por separados, son más funcionales; al fin el corazón aprenderá a no hacerle caso a la conciencia.

lunes, 20 de mayo de 2019

Compromiso impostergable

Nos comimos a unos cuantos para no quedar mal. No sabían muy bien; el sabor agridulce nunca fue de nuestros favoritos, preferíamos el sabor ferroso de la sangre. Pero ya estábamos comprometidos con el sistema de selección de especies. Solo debía haber una pareja por cada una, no había más espacio en el arca interestelar. En verdad preferíamos quedarnos en el inframundo, pero ya habíamos dado nuestra palabra de estar en la comisión organizativa de apertura. Así que tuvimos que demostrar que éramos dignos de ellos, de estar a la altura del nuevo planeta Monstruo City Generación Y.

domingo, 19 de mayo de 2019

Las espinas secretas

Tenía un cactus en una urna de cristal. Cada espina guardaba un secreto. Cuando llegó el diluvio, tuvo que huir de la tierra. Las espinas fueron rodando eternamente por el mundo y los hombres se enteraron de que habían vivido, siempre, en una burbuja.

sábado, 18 de mayo de 2019

La trepanación

Al final de aquel puente, a la tenue luz de un farol, pude ver que aquel sueño no se iría de mí, a menos que tomara una desesperada medida; a fin de cuentas, era una desesperada situación. Solo tenía un picahielo, pero era suficiente para hacer una simple trepanación.

viernes, 17 de mayo de 2019

Quid pro quo

Nos abrazamos un sábado y despertamos el viernes. Cada vez igual, retrocediendo un día cada vez. Cuando llegamos al día en que le vi por primera vez, crucé por la esquina opuesta y dejé que encontrara al amor de su vida. Volví a mi apartamento, donde me esperaba el alma, dispuesta, desnuda, sobre la cama. Me dormí con una sonrisa en los labios, sabiendo que aquel había sido el quid pro quo más justo de mi vida.

jueves, 16 de mayo de 2019

Corazones rotos

En un mundo sumamente perfecto, nacieron el odio y el amor, y se extirpó, de una buena vez, todo vestigio cibernético del pasado. Volvimos a llorar y creamos nuevas máquinas, que secaron nuestro llanto y acariciaron nuestros rotos corazones.

miércoles, 15 de mayo de 2019

Deseos

Traerte en la mirada
Robarte de los versos
Librar todos  tus miedos
Perderme en el exceso
Acariciar tu boca
Que trata de ocultarme
Y así todo, llegar
Poder acostumbrarme
A vidas que me muestras
De tiempos desgarrados
Y a pesar de los peros
A ratos compartidos
Beberte sin medida
Doliéndome la carne
Pensando en ese eterno
Momento para amarte

martes, 14 de mayo de 2019

Todo estará bien

El mundo se está acabando, pero yo sé que todo estará bien. Ya casi estoy terminando mi novela y dejé una página abierta, con una pequeña puertecita imaginaria, para entrar en ella y recomenzar la historia. Esta vez, espero hacerlo mejor.

lunes, 13 de mayo de 2019

Los amos no saben mentir

Nunca imaginé que sería tan fácil doblegarnos. Dicen que son de Saturno. Se ven iguales a nosotros, pero tienen un mínimo detalle diferente, no saben mentir. Eso los ha hecho los amos de este, nuestro mundo, y creo que de todos los planetas de nuestro universo.

domingo, 12 de mayo de 2019

Mente adolorida

Se calló, no por evitar herir sus sentimientos, sino por no herir su propia alma, con las cruentas palabras que había sido capaz de crear su mente adolorida.

sábado, 11 de mayo de 2019

Sueño moribundo

Si todo hubiese sido diferente
Si me quebrara en este cuerpo de serpiente
Si no llegara a realizar la indiferencia
De aquellos negros planos inconsecuentes
Si en un descuido adjudicara al sortilegio
Los tropezones de mis dedos lastimados
Y se borrara la estúpida insistencia
De mi nariz, con sus olores retocados
Si ya dejara una ventana para luego
Con una puerta lastimada a mis espaldas
Y si los trazos no sirvieran de consuelo
A todas estas cosas raras que no espantan
Si no llegara a comprender lo que no siento
Y me bastara la nada que atrapa al mundo
Sería todo, más fácil, desde luego
Que caminar sobre este sueño moribundo


Experta en lágrimas

Relato Núm 1 del Taller letras y errores compartidos

Reseña:

En un ambiente de aquí y ahora, una mujer con un trabajo complejo (no tan bien visto socialmente), vive un día como otro cualquiera, con la rutina preestablecida que ha escogido por vida. Una alteración genética que en su mundo, lleno de tragedias internas, ha sido una bendición, le ha permitido sobrellevar los sinsabores de este caos cotidiano y absorber detalles especiales del mundo, que pocos logran.



Experta en lágrimas




El brillante sol sobre su rostro, que coincidió con las insistentes vibraciones del celular bajo la almohada, la hizo despertar. Un bostezo silente, estiramientos desordenados, la habitual contractura por hiper activar los músculos, y el salto fuera de la cama, completaron el ritual mañanero.

Se preparó el amargo café, que le hacía poner los pies en la tierra.

Ya estaba bien despierta y lista para enfrentar la aprendida casería de brujas                  (nombre que le había dado a su vorágine diaria). La vida le había puesto, desde hacía veinte años, en una patética situación que parecía no tener fin. Aunque en lo profundo de su ser, sabía que no era la vida ni el destino, sino ella, la propia causante de sus penurias.

Bajando la escalera, el mismo panorama: sus trasnochadoras compañeras, desparramadas por los escalones; alguna que otra expulsando sus demonios internos, en forma de vómito.

Aún se escapaba por ahí uno que otro gemido; era una suerte que no pudiese oírlos. Aquella magnífica diferencia, la había hecho sobrellevar mejor, estos y otros detalles amargos del mal llamado trabajo de la calle.

Llegó al mercadito de la esquina y después de repasarlo por enésima vez, tomó asiento al lado de su amigo guitarrista.

Mientras el sol se iba aproximando al cenit, se embebió en aquella musical experiencia, que casi ninguno de los que pasaban por ahí era capaz de notar. Absortos en sus propios mundos, eran aún más sordos que ella, al sonido perfecto que salía de aquella majestuosa caja de resonancia.

Cuatro horas pasaron antes de que su estómago reclamara la necesidad de combatir los jugos gástricos en aumento. Acarició a su amigo por el antebrazo y se despidió.

Niños saliendo de la media jornada del colegio, vendedores callejeros, el ruido en el edificio de la esquina, que llevaba más de 8 meses en construcción, y la algarabía de los carros de transporte público, le rodeaban por todos lados. Toda esa energía concentrada en un silencio absoluto, que solo era roto por sus flashes de pensamientos, sobre vidas propias y ajenas, pasadas, soñadas y disueltas una y otra vez.

Su amiga, la cocinera del puesto de frituras, le tenía preparado su manjar repleto de grasas trans y mucho picante. El café y el picante le daban el toque adecuado a sus sentidos, para aún en medio del inaguantable calor, reparar en la belleza de su barrio derruido por los años, que no había podido dejar atrás. 

Se sentó a la sombra de la cafetería ambulante y le explicó al padre de la cocinera cómo había sido su noche. El viejo entendía la mitad de las cosas, pero igual aparentaba que las entendía todas. Así que esperó a que ella se desahogara y le dio sus opiniones, tan certeras como disímiles, pues con el trasfondo de la intención de guiarla hacía otro camino, le daba algunos consejos, que incluso con su vasta experiencia no había llegado a abordar. Por alguna razón, ese viejito parecía saber más de su estilo de vida, que ella misma.

Esas eran las tres únicas personas con las que rozaba su alma cada día. Haber llegado a 38 años, en un espacio relacional tan pequeño, era deprimente, pero ella lo había escogido. A veces no recordaba cómo había renunciado a sus sueños, ahora sin importancia, pero sabía que no podía culpar a nadie más que a ella misma. Incluso la desequilibrada sociedad, con toda la supuesta injusticia que dan las diferencias sociales, quedaba impune ante los delitos humanos autoinflingidos.

A las cuatro de la tarde, el viejito se fue y la dejó bajo el calor más insoportable, que es el de esa hora, y no el de la mañana, como muchos creen. Se sintió sola, pero sabía que aquel anciano debía regresar a cuidar de sus nietos mientras su hija terminaba la jornada; tenía una vida.

Dos horas más pasaron, antes de ver al sol perderse bajo el muro del Malecón. Se paró sobre él, extendiendo los brazos como ave a punto de alzar vuelo. Lanzó un grito que se estranguló en su garganta, y se bajó de un salto que le hizo activar plenamente sus sentidos, prestos para la jornada laboral.

Camino a su cuevita, repasó nuevamente la rutina que haría esta noche. Siempre planeaba algo nuevo.  Movimientos perfeccionados con los años, y ese suertudo trastorno auditivo resecivo, la hacía la mejor experta en BDSM de la zona.

Se metió en la ducha, tratando de expiar los pecados que volvería a cometer esa noche, con el profuso chorro de agua que casi le quemaba la piel. Pero como siempre, terminó canalizando su estrés mediante un corto, intenso y sufrido orgasmo, cuya escena final fue un esbozo de lágrima, que ni siquiera fue capaz de hacer brotar.

Escogió el conjunto azul de ropa interior para esta ocasión, lo combinó con el mejor maquillaje y se puso la peluca rojo vibrante, que formaba parte de la colección de disfraces exclusivos. Y ahí, entre la mejor seda carmesí que daba a costear su bolsillo, se dispuso a esperar a su cliente. 

Mientras esperaba que pasaran los siguientes cuarenta y cinco minutos, su estómago volvió a hacer estragos, pero nunca comía antes de la faena. Así que se preparó un trago de la cerveza más fría, que sabía que se inflaría como una gran hogaza de pan, y la mantendría sin la más mínima sensación de hambre hasta el final, ya de paso con la dosis de alcohol adecuada para aguantar el mal trago subsiguiente.

Llegó el caballero, desahogó sus frustraciones, penas, o simplemente una básica necesidad carnal que algunos llaman enfermiza. Su cuerpo, blanco seguro y perfecto para la planeada sesión sadomasoquista, se alimentó de un bocado jamás deseado, demasiadas veces saboreando, mientras tarareaba en su mente la canción de su amigo guitarrista, al ritmo de una verdadera lágrima.

Ciento ochenta minutos pasaron antes de ver el pago encima de la mesita de noche, y la silueta del hombre, al que no había visto apenas la cara, se perdió por la puerta, solo iluminada por el bombillo rojo del balcón.

Vio la Luna llena a través de la pequeña rendija de la ventana, encendió un tabaco y se echó en la cama.



viernes, 10 de mayo de 2019

Sinfonía desgarrada

Y después de tanto tiempo
No imaginas lo que pienso
No detectas cuando duele
Ni sospechas mis intentos
Después de llantos y risas
De finales y comienzos
No sabes lo que desgarra
Ni reclamas lo que siento
Después de largos caminos
De creerme indispensable
O al menos el importante
Primer loco pensamiento
No rezas por mis caricias
Y te vuelves copa rota
Que hiere aún más mis miedos
Disfrazados de derrotas
Y me mientes con tus besos
Imaginando otra boca
Cuando la mía se muere
Por ser acorde en tus notas


jueves, 9 de mayo de 2019

Tiempo para el barquero



Reto
#LesTodes
#RetoBurdick

Fantástica iniciativa de un grupo de seres mágicos que un día, por azares del destino, que a veces se nos muestra demasiado bondadoso, se juntaron en un taller literario que dejó de ser taller, para convertirse en un sorbo necesario de vida.







Despertó en el barquitren. Al parecer se había quedado dormido allí mismo con tal de no llegar tarde a  su primer día. Se echó un poco de agua en la cara (ventajas de trabajar en el mar), se acomodó un poco los rizos azabache que le tapaban los ojos y se acomodó en el asiento del piloto.

El barquitren era fantástico, más de lo que le pudiesen haber descrito.  A pesar de su pequeño tamaño, te hacía sentir en un futuro perfecto ajeno a cualquier aspecto de la vida en general. Con la pequeña cabina, donde solo habían dos asientos (el del piloto y el del copiloto), dejaba ver a través de la cúpula descapotable del techo, una luz rosada donde se marcaban imágenes antiguas y futuristas, en forma de perfectas escenas holográficas de películas, que rememoraban el pasado y plasmaban posibles futuros.

A pesar de todo el avance de la sociedad, algunas imágenes eran capaces de hacer bajar la barbilla hasta el pecho, del inmenso asombro quee provocaban.

Y delante, en la vía, un enorme camino de rieles, que tapado por el inmenso océano, todavía dejaba ver sus perfectas líneas luminosas. Estaba tan ansioso de ver hasta dónde llegaba la vía. Lo más probable era que no llegara jamás a conocer el final del camino, pero la expectativa de un quizás no se le iba de la mente .

Los nervios del primer día de trabajo no habían llegado a fluir totalmente, cuando sintió una voz a su izquierda.

-¡Pensé que llegaría tarde!-dijo una ronca y atiplada voz

-¿Eres nuevo? No recuerdo haberte visto antes.

Él asintió con la cabeza, marcó rumbo en la pantalla y emprendió el viaje sin emitir ni un sonido.

-Ojalá fuera nueva yo también- continuaba diciendo la voz mientras él mantenía la mirada fija en la vía.

-Ya no sé cuántas veces he hecho este recorrido. A veces me confundo de parada, de hora y hasta de fecha. Estas reencarnaciones ya no son para mí.

Al decir esto, él se quedó tieso como un tronco seco. Sus ojos presionaban hacia fuera de sus órbitas, las costillas no daban abasto con la respiración, sentía su corazón atascado en su garganta y miles de lucecitas centelleantes cubrían el campo visual, que cada vez se volvía más borroso y difuso. Pero lo habían entrenado para esto y sabía que nada debía decir al respecto. De hecho, no debía hablar ni mirar hacia su pasajera, y ya lo había hecho; había mirado y disfrutado la perfecta imagen de esta hermosa chica que ahora le ponía rostro a sus más oscuros miedos.

-Cada vez se hace más difícil, no sé si estoy muy vieja para esto o es que el mundo se ha hecho demasiado grande-continuó ella-antes, las personas eran más simples y sus cuerpos y almas agradecían esta simpleza, con pensamientos puros y amplios. Ahora, todo es más complicado, las personas son más complicadas. Más resentimiento, más ideas ofuscadas y confusas, más infelicidad. No dejan nada más a desear que acabar con su malgastada humanidad. Quizás un día de estos lo haga- gritó dando un fuerte puñetazo contra la carcasa de la proa.

Él no amainaba su inquietud. Tratando de controlar su pánico, a punto de una crisis, seguía ciclos de respiración que le provocaban más ansiedad. Pero no lo demostraba, o al menos eso creía.

Al fin, la orilla, a solo una milla y media, la ansiada orilla, con sus colinas grises asomando por entre enormes árboles azules, que se perdían en el cielo negro que cubría la isla.  Era una imagen surreal, que a pesar de sus tonos lúgubres, dejaba un hilo de tranquilidad interna; o quizás solo un desierto mental, que se escapaba a cualquier paraje imaginado que aquel panorama le permitiera traspasar.

Desde ese negro cielo, los millones de rayos violetas, verdes, rojo escarlata y de todos los colores con sus tonalidades más oscuras, se estrellaban contra la costa, bañada de olas burbujeantes que explotaban hasta casi llegar a chocar contra ellos. Justo ahí, a dos metros de sus caras, se convertían en plumas que volaban hacia el cielo. Allí, a lo alto, se pegaban a las alas raquíticas de los pájaros extraños que aparecían de la nada.

Jamás había visto algo así; ni siquiera en esos relatos de antaño.

La escena fue in crescendo y él empezaba olvidar su temor. Sus sentidos flotaban etéreos por encima de sus pensamientos casi nulos y empezó a sentir una calma que le adormeció la razón.

De repente, estos pájaros emprendieron un arrebatado vuelo circular. Formaron un remolino que se convirtió en un verdadero tornado y envolvieron a la chica, elevándola en su vuelo.

Mientras detallaba por primera vez su rostro disfrazado por los cuerpos de este tumulto de aves, vio, frente a él, en el mismo lugar donde habían aparecido las plumas, una solución de continuidad que dejó ver un trasfondo oculto hasta el momento.

A modo de telón abriéndose, dejó ver un camino de piedra, que parecía infinito, y aun iluminado por luces que emergían de las paredes de cristal, o algo semejante, desembocaba en una oscuridad cegadora.

Miró de nuevo hacia el pecoso rostro casi desaparecido entre las plumas y oyó una voz salida de una casi inexistente boca, gritar:

-¡A ti también te tocará! A todos, hasta que encontremos la solución. Encuentra la salida, por favor. ¡Libéranos!

El tornado de plumas se perdió en el infinito túnel y el extraño portal se cerró.

Esperó treinta segundos, tal como le habían enseñado y vio una gran burbuja sobre su cabeza.  Comprendió que debía alcanzarla y la sostuvo entre sus manos antes de que tocara el suelo. Solo era un burbuja de agua, pero pesaba más que un niño.

La burbuja reventó y ahí, en sus manos, apareció justo eso, un niño, un bebé recién nacido, rendido y arropado, absorto a todo lo que le rodeaba.

Todo el entrenamiento de los ocho mundos era insuficientes para abordar aquella experiencia alucinante. Sintió un alivio enorme, puso el bebé en el suelo del barquitren y marcó rumbo de regreso.

Faltaban unas horas para el ocaso y el fin de su primer día de trabajo.

¿Había logrado su objetivo? ¿Había encontrado la respuesta? ¿Lo había hecho bien?

Esas preguntas, que quizás nunca tendrían respuesta, le taladraban la mente.

Cuando llegó al puerto, estacionó el barquitren y esperó. Sabía que la entrega sería retirada en cualquier momento y él no podía interferir, tampoco mirar y menos opinar; ni siquiera podía hablar.

Sintió un temblor y un llanto de bebé. Tuvo miedo y cerró los ojos; no debía hacerlo, pero no pudo contenerse. Esta vez, comenzó a hiperventilar; las palpitaciones se volvieron totalmente descontroladas y estuvo a punto de perder el conocimiento. Sintió un frío en la piel y su lengua se enrrolló en su boca, sintiendo que se la tragaría de un momento a otro.

-Hola ¿Eres el barquero?- se oyó preguntar a alguien que estaba en el timón. Era su voz, que salía de un cuerpo que no reconocía, pero que era suyo, sin lugar a dudas. Estaba del otro lado, en el muelle, hablándole al timonel, que ya no era él.

Sintió un leve escalofrío y un resoplido.

-Pensé que llegaría tarde-volvió a decir la voz propia que sentía aún ajena.

-¿Eres nuevo? No recuerdo haberte visto antes-dijo acomodándose en la silla acojinada del copiloto.

El chico que conducía asintió con la cabeza y puso rumbo a la nave.

Mientras las palabras salían de su boca, formando un soliloquio que podía oír desde el interior de su cabeza, como si proviniera de alguien más, recordó los otros viajes, igual que este, que había hecho, una y otra vez, en tantos siglos de existencia que justo ahora comenzaba a recordar.

Mientras su otra conciencia continuaba hablando, a aquel chico que parecía algo amedrentado, reconoció donde estaba y adónde iba.

Se sentó en su rincón mental, a esperar pacientemente el destino.

Quizás esta vez pudiese hacer algo, encontrar una salida. Sea como sea, él sabía que las respuestas estaban allí. Tampoco es que estuviese apurado, a fin de cuentas, tenía todo el tiempo de todos las posibles vidas, a su favor.


martes, 30 de abril de 2019

El peor disfraz

Era el disfraz más malo que había visto en la vida, pero no tenía suficiente tiempo para preparar otro. Así que se sacó la verde cola que siempre tenía guardada en los calzones, apretó sus encías para que se vieran más sus colmillos, se pintó los labios y se fue.

lunes, 29 de abril de 2019

En busca de un lugar

Rodé por el mundo, buscando lugares donde sentirme realmente digna del mundo terrenal. Encontré lo más maravilloso. Algunos rostros me mostraron, que más allá de todo lo negro, en algunos corazones existe lealtad. A partir de entonces, mi patria son los amigos.

domingo, 28 de abril de 2019

La espera

No comparto la locura, es mía y de nadie más, es la que me hace sonreír cuando no quiero, y aguantar la vida que no me tocó, hasta que me llegue la adecuada.

sábado, 27 de abril de 2019

Explosión

No pude arrancarle el alma, mas llevo aquí, en el lugar más recóndito de mi cuerpo, todos los gemidos que pude arrebatarle. Cuando me siento sola, los reproduzco en mi mente, y es ahí que entiendo que se puede explotar de lujuria, sin usar los sentidos.

viernes, 26 de abril de 2019

jueves, 25 de abril de 2019

Restos de almas

Murió dos horas antes del fin del mundo y tres mil años después de la primera persona resurgida de las tinieblas, entre los restos de almas que pudieron, a duras penas, salvarse.

miércoles, 24 de abril de 2019

Zapatos desorientados

La bala le dio al lado de la sien, recién pisoteada por sus desorientados zapatos.

martes, 23 de abril de 2019

Pliegues epicánticos

En aquel mundo antigravedad, los pliegues epicánticos se le encendieron, de un color anaranjado fosforescente. Inmediatamente, la coronaron Reina Vitalicia de lo Indecible Extraordinario. Hacia mucho que estaban esperando por una persona mágicamente especial.

lunes, 22 de abril de 2019

Simple preferencia

 A veces medito, mientras pasan 100 ángeles; todos me dicen lo mismo, que por cada meditación, pierdo un alma, de esas que vagan, temerosas y perdidas, en busca de un cuerpo sin vida. Me niego a escucharlos, prefiero esperar a que resurjan mis demonios

domingo, 21 de abril de 2019

Los gritos de la almohada

Quédate con lo que muestro, antes de la mordida de la manzana, lo que se perdió en la historia mal contada; y lo que escribo, coloreando los gritos de mi almohada, para seguir caminando en este mundo, como si fuese de él, y no del tuyo, del nuestro, del real.

sábado, 20 de abril de 2019

Circunstancias

Era lo único que podíamos hacer por él, dadas las circunstancias. Ya le habían quitado la larga cola y los prominentes cuernos. Al unísono, su alma había cambiado, y poco a poco, fue desapareciendo ese espeluznante color rojo que lo había caracterizado durante tantos millones de años. Se fue tornando cada vez más humano; estaba muy triste. Sentía que no tenía nada que aportar al mundo. Así que lo llevamos de vuelta al infierno, donde aún conservaba su trono intacto. Entonces entendimos que nuestra alma sí que no cambiaría, ni el mundo tampoco; el bien necesita del mal.

viernes, 19 de abril de 2019

La raza más débil

Sabía que no sería una pelea justa. Siempre pierdo cuando traigo a un humano al ring. Son la raza más débil de toda la galaxia. Solo basta criticar su forma de vestir, y van corriendo a mirarse en el espejo, olvidándose al instante de la competencia.

jueves, 18 de abril de 2019

El único payaso

A primera vista parecía un niño como otro cualquiera, pero conocía la cara de la gente, detrás de la piel que esconde la falsedad. El día en que lo conocí, me dijo que riera sin miedo, que él guardaría mi secreto. Yo era el único payaso vivo en aquel mundo triste.

miércoles, 17 de abril de 2019

El talismán

Sabían que debían hallar el talismán antes de que el último sol se apagara. Era la única forma de que la medusa pudiera subir al carrusel, donde la esperaba el amor de su vida, condenado a dar infinitas vueltas, como un caballo de feria.

martes, 16 de abril de 2019

Cálido temblor

Nevaba atrozmente; me temblaba la mano, y tú la acercaste a un sitio más cálido. El temblor de tus piernas superó mis expectativas de entrar en calor; viajé al cosmos y regresé,en fracciones de segundos y quedé con ganas de ver más de tu Vía Láctea.

lunes, 15 de abril de 2019

Nube celestial

Me como mis sueños y mi corazón, con tal de no herir los tuyos propios. Allá en el infierno, el canibalismo está de moda. Entre tanto, trato de vivir la muerte que me toca, mientras tejo tu camino hacia tu nube celestial.

domingo, 14 de abril de 2019

Agujero negro de "realidad"

Es suficiente para ti, la explosión de mi garganta, cuando llegas al punto impenetrable que rebota en las paredes. Para mí, en esos instantes de éxtasis, en que la mente se nubla por un, casi siempre, enfermizo clímax, es más que eso; la necesidad de escapar de los fantasmas que me esperan tras esa puerta; la única que detiene, o al menos aísla, el agujero negro de mi realidad mental.

sábado, 13 de abril de 2019

viernes, 12 de abril de 2019

Exquisita salsa

Se le ocurrió al ver la salsa borbotear. Se veía igual que la sangre, así que se puso una transfusión de todo lo que había en esa olla. Ese día, él se alimentó de una exquisita receta italiana, procesada por la más perfecta máquina orgánica.

jueves, 11 de abril de 2019

El único

A primera vista parecía un niño como otro cualquiera, pero conocía la cara de la gente, detrás de la piel que cubre la falsedad. El día en que lo conocí, me dijo que riera sin miedo, que él guardaría mi secreto. Yo era el único payaso vivo en aquel mundo triste.

miércoles, 10 de abril de 2019

Acordes periódicos

Se quitó el maquillaje de la cara y comprendió que su tristeza era solo un bucle, que semejaba acordes periódicos.

martes, 9 de abril de 2019

Intento frustrado

El intento de secuestro no llegó más allá, únicamente por mi culpa, no calculé el radio de acción del dragón policíaco. Solo ahora, viendo mi carne tostada, entiendo que debí haberme puesto un chaleco contra incendios. En mi próxima vida lo tendré en cuenta.

domingo, 31 de marzo de 2019

Lo que soy

Soy la mentira, disfrazada de la verdad que me contaste. Juego conmigo misma, el juego eterno de los porqués sin respuestas y las ganas desgastadas por horas forzadas. Guardo una lágrima en una botella de carne, y un latido que ya no es de este mundo. Soy un zombie que se alimenta de tapujos y palabras podridas en mi garganta, sueños que viven las vidas de otros, y confesiones que nunca saldrán de un purgatorio terrenal. Soy la "nada", con cuerpo de persona y el "todo" que yo misma me negué.

sábado, 30 de marzo de 2019

Coraje (un conejillo de Indias)

Todos decían que era el fin del mundo, pero, para mí, estaba demasiado lleno de gente y cosas, como para este tétrico final. Siempre oí a todos decir, que el fin del mundo era lo peor; bueno, claro, significaba el fin de la vida, del planeta, del universo, del cosmos, o en fin, de la existencia de todo lo que conocían hasta ahora, o, al menos, creían conocer.

Pero una vez oí a la señora del pelo blanco, que vivía en mi casa ( la que me tenía un poco de miedo al principio, la abuela de mi ama), decir algo que se me quedó grabado en mi peluda cabeza, para siempre. Era un mensaje que parecía tan banal,  que hizo que todos hiciéramos oídos sordos a estas, supuestamente seniles palabras; todos menos yo, la única mascota de la casa y, por tanto, no humana, pero al parecer, más perspicaz que todos ellos. Pero no tanto como aquella anciana arrugada, cuando dijo: -la salvación está al final del arcoiris.

Claro, que nunca creí que el arcoiris estuviera al final de aquel desierto, y que fuéramos nosotros, los 230 seleccionados, para encontrar la única fuente de agua en el planeta.

Así que, luego de la cantidad de gente y cosas acumuladas en aquel pedazo de tierra, todo se desmoronó y quedamos nosotros, unos indefensos e inútiles (o al menos eso creíamos ser) curieles gordos y peludos en lo que sin dudas, sí fue el fin del mundo.

¿Cómo desapareció todo, y todos? Quizás nunca lo sabremos. Pero, tan repentino como la algarabía de la noticia del fin del mundo, fue el hecho de vernos, lejos de aquella tierra, lejos de todo, flotando en un globo de helio, sobre una armagedónica destrucción desértica.

Casi no recuerdo los detalles, pero sí la oscuridad y la dedevastación de todo lo que solía llamar "hogar". Yo era el único curiel rojo; siempre supe que era diferente, extraño (quizás por eso la anciana me tenía tanto miedo). No sé si el color fue desicivo a la hora de escogerme, pero todos los que estábamos ahí, teníamos algo diferente, grotesco o no. Algunos eran muy pequeños, casi del tamaño de una uña de persona, otros, habitualmente grandes (a esos sí que la anciana les hubiese tenido puro pavor), del tamaño de perros o gatos jíbaros (yo trataba de no acercármeles mucho; me daba miedo que, de una patada, pudieran aplastarme). Otros, con orejas muy grandes, casi parecían consumir tu cuerpo dentro de sus tímpanos. Había algunos que tenían muchos bigotes, que casi no dejaba divisar sus ojos, y otros con paticas tan pequeñitas, que prácticamente tenían que arrastrarse para caminar. Yo, solo era rojo, pero esto debía tener, como en todos los demás, alguna relevancia o importancia especial.

No estaba muy seguro de que la anciana estuviese en sus cabales cuando dijo aquella frase y, aún tres semanas después de aquel Big Bang extraño, que había arrasado con todo vestigio de vida, no pensé que existiera algo así.

Hasta que lo vi. Ahí estaba, el arcoiris, al final del camino. Solo que no fue un camino, sino un recorrido levitante, sobre una tierra casi ausente de latidos. Después de tantos días, viendo esa tierra, totalmente seca, desde aquel globo, donde nos habían puesto los ahora inexistentes humano, ahí estaba la amalgama de colores, única e inigualable. Pero, ciertamente, no había nada más; después del arcoiris, de ese extraño y mágico arcoiris, solo un negro vacío, quizás más vacío que el anterior recorrido, terminaba el trayecto establecido.

Así que llegamos al final. No sabíamos bien qué hacer, pero, entre toda esa desorientación, solo nos dio por empezar a brincar y hacer ruidos chillones (algunos gritaban más que otros)

Yo no podía gritar. Nadie lo había descubierto hasta ahora (ni yo mismo me había percatado de esto), pero, además de ese extraño color rojo, había algo que me diferenciaba mucho de mi especie; había nacido sin cuerdas vocales.

Todos me miraron sorprendidos. Es bien sabido que los roedores se caracterizan por ese chillido agudo que, por los siglos de los siglos, nos delata siempre ante los humanos. Así que no entendían cómo se me había privado de algo que, supuestamente, es primordial dentro de nuestras variadas características. Pero igual seguían gritando, como si no pudiesen hacer nada para evitarlo. Quizás era cierto que no podían; tal como se cuenta, esos chillidos nacen de nosotros, de manera automática y no hay forma de controlarlos (quizás por eso somos tan irritantes para las personas)

Entonces sentimos un ruido estrepitoso, explosivo, que hizo a todos, los que ya estaban oliendome extrañamente, enmudecer.

El arcoiris se abrió en dos y dejó ver, en la oscuridad de la franja que formó en su centro, algo inmenso que surgía, como una mole. Poco a poco, la oscuridad fue transformándose en otra mezcla de colores, y al fin logró verse la imagen; una gran montaña, color ladrillo, se imponía entre las dos mitades del ya casi extinto arcoiris.

Se expandió a los lados y hacia delante, llegando a tomar casi la pared de cristal del globo. Era un cristal blindado, pero igual nos provocaba pánico; se veía ya tan cerca, que creíamos que sobrepasaría la supuesta indestructible estructura.

Justo a 1 metro, se detuvo. Vimos desaparecer por completo el arcoiris y comenzamos a chillar nuevamente (yo no, ya lo he dicho, no puedo emitir sonido alguno; tampoco hacía falta, mi corazón latía tan fuerte y rápido, que estoy seguro de que se oía más alto que el galope de un caballo a todo trote).

Entonces, la gigante roca volvió a moverse, retomando su dirección, directo hacia nosotros. Ahí entendimos que eran nuestros chillidos, los que la hacían moverse. Y esta vez, junto con el movimiento, el ruido anterior pareció emitir ecos tenebrosos, de sonidos, que aun inentendibles, parecían palabras. Parecía más que una montaña; parecía tener vida.

¿Pero cómo era posible? No lo sabíamos, pero lo probamos, por desgracia, cuatro veces más. He olvidado decir que estos chillidos nuestros, son solo una reacción al miedo; una respuesta de nuestro organismo, ante un peligro inminente. Si no podíamos controlarlos en otras situaciones, esta (que sin dudas era la más tenebrosa y estresante de todas las que habíamos vivido) no iba a ser la que enfrentara nuestro coraje, a nuestra disposición biológica.

Pues bien, cada vez que comenzábamos a chillar, se volvía a producir el mismo fenómeno, que se detenía justo cuando hacíamos silencio. La última prueba, dejó a este extraño elemento (por llamarlo de alguna manera), justo a 10 centímetros de nuestras narices.

Todos pusieron su cabeza entre las patas, tratando de evitar esos incontrolables y naturales chillidos. Los que tenían las patitas cortas, casi convulsionaban, tratando de agarrarse a boca, aunque fuera con el último extremo de sus uñitas.

Tiritaban de miedo, todos, excepto yo. Increíblemente me percaté de que ya no sentía miedo. Mis latidos cardíacos se amainaron, enlenteciéndose cada vez más, hasta llegar al ritmo normal.

Ahí lo supe, y lo hice. Tomé una gran funda sintética que colgaba de uno de los extremos del globo y, con mucho trabajo, la extendí por encima de todos mis compañeros, que estaban a punto del colapso nervioso. Me di cuenta de que era más que una funda, era una capa anti ruido. No entendía muy bien de donde había salido este impulso, este conocimiento; pero en mi interior, había algo que me hacía obrar de esa manera, paso a paso, como una operación aprendida.

Me pareció extraño, pero no podía perder tiempo. Sabía que yo era el único que podía enfrentarme a aquella monstruosidad.

Si había un arcoiris, había agua, y teníamos que hallarla, tomarla, guardarla en el gran globo, y regresar con ella, al precio que fuese. Era la única oportunidad para la tierra, casi a punto de morir.

Mientras caminaba hacia afuera, comencé a recordar lo que dejé atrás, antes de empezar el viaje. Me vinieron a la mente todas las imágenes de cosas, animales, figuras varias; y personas, esas que solo me habían tomado de mascota (algunas con recelo, como aquella anciana), y que nos habían puesto en este globo, con ruta hacia lo desconocido del mundo.

A medida que recordaba aquello, me henchía de gozo y orgullo. Yo, un simple conejillo de Indias, salvaría al mundo de la muerte. ¿Quién lo hubiese pensado? No esos, a veces engreídos humanos. Ni siquiera los mismos dioses que nos crearon, pudieron preveer que en unas pequeñas y peludas patas rojas, estaría el futuro del mundo.

Ya afuera, me erguí (todo lo que se puede enguir una pequeña ratita como yo), moví mi hocico 360 grados, a mil revoluciones por segundo, miles de veces, y salté frenéticamente hacia la mole.

En ese momento, la montaña volvió a temblar, el eco que semejaba palabras, se convirtió en un atormentante lloro. La estructura comenzó a partirse en dos (como lo había hecho antes el arcoiris, por su propia emergencia), y se dejó ver, al final de un camino (un verdadero camino de tierra), a casi 50 metros de distancia, una enorme cascada.

No había más nada que hacer que lo que mis piernas, roji-peludas y pequeñas, me pedían: correr hacia ella a toda velocidad. ¿Era en verdad, el ansiada agua, lo que habíamos encontrado? Sentí que aquel medio kilómetro se me hizo nada, entre  la euforia que me hacía correr a una velocidad que no reconocía como propia.

Y al llegar, la extrema locura; me lancé de un salto, como un dibujo animado, sin miedo a caer al vacío, hacia las alborotadas aguas verticales. Empapado en agua, vi mi color rojo, perderse por completo y, como un perfecto ratón albino, caí hacia un inmenso mar que recogía, en un ciclo sin final, esa perfecta y pura agua.

Me incorporé a la superficie y ahí, como una boya regordeta, sin el más mínimo color candente que toda la vida me había caracterizado, vi a todas mis hermanas, saltando, desaforadas, por encima de mí.

Mientras me rodeaban por todos lados, sintiendo sus chillidos descontrolados, esta vez desbordantes de alegría, entendí que nunca había sido mi color, ni mis ausentes cuerdas (que ahora sentía vibrar en mi garganta), las que me hicieron llegar a la meta.

Yo era una más, de entre tantos, y como tantos, no tenía nada diferente, que me ayudara a liderar aquella titánica travesia. Era solo una, que creyó estar preparada para salvar al mundo, respaldada por el mejor equipo, y con una pequeña arma secreta: coraje. Quizás así me debía llamarme a partir de este momento. Y así lo grité (o lo chillé). Mi nombre agudo rebotó en todos mis alrededores, desde mis perfectas cuerdas vocales (dormidas, pero existentes y fuertes), mientras veía mis pelos empaparse, con aquella maravillosa agua.








viernes, 29 de marzo de 2019

Criatura

Como un enjambre después de recibir la patada de un niño, me acerqué a tu boca, herida por el más cruel desengaño. Nunca te había dicho mi secreto, y este día, alguien a quien no le importamos, decidió sacarlo a flote. Sí, fui yo quien te mató, pero solo para envitarte el dolor de verte convertir en la criatura siniestra que eras en aquel planeta, antes de que vinieras conmigo, en aquella nave de reconocimiento espacial. El lavado de cerebro había sido perfecto, pero la lengua de la gente envidiosa no descansa jamás.

jueves, 28 de marzo de 2019

Partida de golf

La muerte estaba sorprendida, aquel mortal le había ganado la partida de golf. Había practicado mucho, por mucho tiempo, pero nunca con maquetas de globos terráqueos. La carga de buenos sentimientos fue demasiado peso para aquellas pequeñas pelotas; ninguna logró acercarse ni al primer hoyo. Definitivamente, el mundo aún tenía salvación.

miércoles, 27 de marzo de 2019

Mundos paralelos

Así como apareció, se cierra la única ventana que conectaba dos mundos paralelos. El nuestro, colonizado hace medio siglo , por los hombrecitos verdes que salieron de nuestras cabezas, esos que los psiquiatras se esforzaron tanto en mantener fuera de la realidad. El otro, el de la mente circunspecta y hosca, adonde fueron nuestras limitaciones y tabúes, que ya no podían vivir en la nueva tierra colonizada, y fueron desterrados al vacío olvido de nuestras mentes. Hoy, luego de 50 años, definitivamente, no se verán más; cada uno vivirá eternamente en su propio espacio y tiempo, sin recordar jamás la existencia del otro.


martes, 26 de marzo de 2019

Al "ojo por ojo"

Le había quitado lo más preciado, así que debía actuar al "ojo por ojo..." . Planeó su venganza durante nueve noches. Al fin tomó la decisión: le cortaria las alas. Sabía que recibiría también el mayor castig (iría directo al infierno). Pero valdría la pena, con tal de verla llorar lágrimas de sangre, como lo hizo él cuando le arrancó su preciado cuerno.

lunes, 25 de marzo de 2019

Una vez más

Tenía una copa en una mano, y en la otra el antídoto. Decidió continuar con su adicción; era la única manera de verla regresar de la muerte y estrecharla en sus brazos una vez más.

domingo, 24 de marzo de 2019

Genes vampíricos

Frente a ella estaba el ataúd. Tenía todos los ingredientes: estaca, collar de ajo y crucifijo. Debía matarlo, pero su corazón solo anhelaba clavar sus colmillos en aquel delicioso cuello. Se dio cuenta de que sus genes vampíricos siempre se impondrían.

sábado, 23 de marzo de 2019

Requisitos mínimos

Su alma era tan lastimera y deplorable, que el barquero decidió devolverle las dos monedas y mandarlo en un autobús de vuelta a su vida. No siquiera cumplía los requisitos mínimos para entrar al Inframunfo.

viernes, 22 de marzo de 2019

A quién culpar

-Ojalá pudiera culpar a alguien de todo lo que me pasa- le dijo a la conciencia que vivía en el interior de su agónico desierto mental.

-Sí puedes, la persona que buscas, vive detrás del espejo.

jueves, 21 de marzo de 2019

Orgasmos intergalácticos

Comienzan a acumularse en la superficie del planeta. Al principio eran pequeños y difíciles de identificar. Solo algunos eran capaces de verlos y sentirlos; solo aquellos realmente libres de mente y felices de alma. Pero ahora estamos en otro siglo, el del ciclo eterno de la verdad y la libertad, aquel que nunca creíamos que llegaría. Esos bellos orgasmos, serán el precioso color que se vea a millones de años luz de distancia, desde todas las galaxias del infinito.

sábado, 16 de marzo de 2019

Rojo y ceñido

Sentía que su vida había acabado, o pasado ante sus ojos, demasiado rápido, como para disfrutarla. Los detalles, que sabía la habían regocijado al máximo en esos momentos, ahora eran tenues luces moribundas en su memoria.

Y no era que no hubiese logrado nada en la vida, sino todos lo contrario, pese a muchas dificultades, había logrado mucho más de lo que muchos pueden, en este pedazo de limitado tiempo terrenal.

Sí, creía en el destino, y en que todo y todos, tenemos un propósito, o varios, y los suyos, habían sido numerosos y ampliamente cumplidos. No había sido una persona más en la superpoblación ascendente, sino una que había marcado una diferencia; alguien importante.

Sin embargo, y quizás como parte normal del proceso en que se encontraba, sentada en la vieja hamaca de madera preciosa, que había mandado a construir casi medio siglo atrás, no se sentía más que vacía, de mente, cuerpo y alma.

¿Cómo se puede sentir vacía una persona que ha logrado todo lo que se ha propuesto en la vida?-era la pregunta que se hacía, día tras dia, desde que le vino le supuesta "crisis de la tercera edad", del "nido vacío", o cómo sea que le hayan puesto los especialistas en Medicina Familiar, Psicólogos y otros avezados en la materia.

Sí, claro que era esta crisis la que la tenía sumida en este extraño armagedón depresivo, pero el porqué era lo que la mantenía más ansiosa. En fin, que llevaba alrededor de 15 años en este proceso de ansiedad-depresión, que, por más visitas al Psicólogo, no parecía tener fin, ni atenuación alguna.

No había tenido hijos, por firme decisión; tampoco le habían hecho falta. Sabía que lo más importante en su vida era su carrera, y muchos logros había acumulado en sus 78 años de vida.

Niña genio, adolescente aventajada, escritora renombrada y ganadora del Premio Planeta con tan solo 18 años, era el comienzo de su fructífera vida, que pesar de los gloriosos frutos recogidos, se sentía ahora tan desparramada y sin sentido, como el más árido desierto.

Ni siquiera la soledad era la culpable (la supuesta soledad por la ausencia de hijos y familia), pues las amistades acumuladas y una pareja que le había regalado la vida (de entre todas las cosas buenas en su historia, la mejor), habían terminado de llenar el almacén de trofeos de sus alma.

Mas ese día, por razones del destino (ese en el que confiaba casi ciegamente), le vino a la mente una amalgama de ideas perdidas, que en medio de este tormento, no había asimilado.

No había lógica a esto, pues, supuestamente, una vida repleta de notas positivas, debía ser feliz por naturaleza. Al menos eso era lo que reflejaba en sus novelas repletas de positivismo (muchas basadas en casos reales). Allí, en ese magnífico legado, tajantemente esclarecía, que la infelicidad está allí donde existe un vacío que, en muchas ocasiones, puede ser llenado por nosotros mismos, solo que carecemos de los recursos y capacidades para hacerlo.

Pues entonces, ¿Cómo no seguir sus propios consejos? Claramente había caído en una negación por casi dos lustros, que ahora, de manera mágica, comenzaba a mostrar razones y posibles soluciones.

Era tiempo de actuar. Ella no podía ir en contra de sus propias letras; sería demasiado cínico de su parte y, ciertamente, esta característica ausente en su personalidad, no podía revelarse en un ser maquiavélico desconocido (que sabía, no tenía escondido).

Pero sí que lo tenía, y se mostró en ese momento, provocando el alumbrón que comenzó a esclarecer su situación.

Lo irracional del hecho, que una persona con su intelecto hubiese tardado tanto, gastando tanto tiempo, ganas, fuerzas y dinero, en múltiples sesiones psicoterapéuticas era aberrante. Además de ser una completa ironía que alguien que tratara el tema de la magnífica resiliencia humana, tuviese, siquiera, que buscar ayuda psicológica profesional. Pero ya con esto había lidiado, cuando abrazó el hecho de que estaba en medio de la común "crisis de la tercera edad".

Pues ahí estaba la respuesta a la pregunta, había una oscuridad en su interior, que no la dejaba zafarse de esa infelicidad, ese vacío, quizás por tantos años, hecho de disfrazadas glorias.

Sentada en esa hamaca se percató de deseos ocultos, olvidados en recodos de su memoria, que, aunque sentía algo oscuros, le habían hecho feliz en algún momento (o al menos, así se sentía en el florecimiento del recuerdo)

¿Y por qué eran oscuros esos detalles, deseos, guardados por tantos años? No sabía precisar aún cuáles eran, pero se sentían malévolos. Pero; ¿Por qué?

Nueva claridad de ideas, mucho más transparentes esta vez

-No, no son oscuros, son humanos -gritó, levantándose enérgicamente. Su esposo, sentado a su lado, permaneció en su habitual estado de fuga mental. Últimamente, se pasaba muchas horas en de embeleso, mirando al horizonte que se sabía de memoria desde hacía más de 40 años. Quizás era ella la causa de esta situación; por algún sitio había leído que la depresión es contagiosa. Una razón más para librarse de ella, de una vez y por todas.

Eran deseos sin rostro, pálpitos inaguantables, sensaciones irracionales divinas, los que le habían aflorado en un fugaz instante.

Y recordó imágenes, relacionadas con esos deseos. Algunas parecían reales, de momentos pasados (no sabía definir si propios o ajenos, quizás relacionados con escenas de sus libros); o sueños, simplemente.

Caminó hacia el "cuarto de desahogo" (más bien corrió) y abrió el closet que, más que eso, parecía una caja hecha de polvo. Sofocada por todo ese residuo que casi hizo explotar sus vías respiratorias, lo vio. Ahí estaba, el pequeño baúl que por tanto tiempo había olvidado.

Ya sabía lo que había dentro; bien que lo recordaba. Pero verlo otra vez, fue más allá de la emoción de un recuerdo, fue como vivirlo por primera vez. Todo estaba intacto, como si el tiempo no hubiese pasado por él. Su camisón transparente y todos los objetos sexuales que tanto placer le habían provocado en décadas pasadas, parecían recién comprados, y hasta brillar.

Los pálpitos se volvieron millones de latidos descontrolados. No pudo aguantarse y se puso el camisón. Destapó el espejo inmenso que se ocultaba tras una sábana (ya no tan blanca); esta vez, el polvo no le importó. Se miró, preciosa, sexy, suculenta, deseable. Primero comenzó a dar vueltas en círculo, palpando suavemente la medida tela. Se detuvo y comenzó acariciarse, gentilmente. Primero la cara y el pelo (largo y blanco como una mota de algodón); luego el cuello, los senos, la barriga (llena de estrías propias del continuo cambio de peso, durante tantos años).

Entonces, se sentó en el suelo; esta vez, las articulaciones no pusieron resistencia alguna. Cerró los ojos y dirigió sus manos a su pelvis, las metió dentro de la ancha pantaleta que guardaba sus colgajos de piel extrafina y reseca. Con los ojos cerrados, se tocó la vulva, el clítoris y toda la región perineal. En este punto, ya no pudo evitar acostarse en el suelo y cerró los ojos, masajeándose todos sus puntos erógenos (esos que había perdido su mente). Tomó el viejo vibrador de silicona, y siguió frotándose. Abrió los ojos y lo vio.

Ahí estaba su adorado esposo, acariciándole el rostro mientras ella llegaba al clímax. ¿Cómo había logrado salir de su habitual estado de indiferencia? No lo sabía , pero en ese momento, no le importó. Él sonreía y ella, estaba a punto de estallar. Al fin, el delicioso orgasmo (que, contrario a lo que pensaba, se sintió tan magnífico como lo recordaba; como aquel ultimo, de hacía más de 20 años)

Abrió los ojos, repletos de lágrimas de felicidad y lo vio sonreir, entre la imagen borrosa de su empañada vista mojada. Le apretó las manos, plagadas de fluidos corporales y le dio un beso en los labios. Cerró nuevamente los ojos. Diez segundos de descanso y los volvió a abrir; él ya no estaba. Ya lo sabía, pero igual lloró. Fue un lloro mezclado con felicidad y libertad.

Recogió todos los utensilios y los llevó a su habitación. Ya era de noche y realmente estaba agotada.

Al otro día se levantó y se vistió de rojo, con un vestido ceñido que hacía tiempo no usaba, porque lo veía muy atrevido; esta vez lo encontró perfecto. Además, lo necesitaba; tenía un lugar especial que visitar, uno, que tampoco veía hacía mucho, mucho tiempo.


-Te he traído tus flores preferidas. Bueno, las mías, porque siempre decías que eran las que más te gustaba regalarme. Prometo que vendré más a menudo. No dejaré que pasen dos décadas más, te lo aseguro. Ya he entendido todo, y "todo" estaba en mi mente, de la cual siempre fui dueña, sin saberlo. Gracias amor, por recordarme que aún estoy viva.

Puso el ramo de lirios blancos delante de la lápida de su amado esposo y se fue, con su vestido rojo, ardiente como el fuego, decorando el paisaje del frío camposanto.







viernes, 15 de marzo de 2019

El volcán

Aquella noche el volcán entró en erupción. Los pensamientos volaban por los aires, yendo de cabeza en cabeza. Así fue como entendimos lo parecidos que éramos entre nosotros, a pesar de las diferencias biopsicológicas.

jueves, 14 de marzo de 2019

Amor despeñado

Acercándose un poquito más al borde del barranco donde se esconde, logra divisar, al fin, un halo de la figura que tanto ha estado  buscado. Al principio la ve borrosa, luego ya la pierde por completo. Vuelve al punto de inicio, donde se convierte, nuevamente, en aquel sentimiento perdido en su memoria. El amor aún no se ha cansado de jugar con él al escondite suicida, despeñándose por aquel acantilado, noche tras noche, durante más de 50 años.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Los pulgares

Aquel pueblo griego tenía un Coliseo Romano, con todos los pulgares de los dioses egipcios.

martes, 12 de marzo de 2019

El propósito

Se convirtió en un niño y entendió el propósito de su vida. Los adultos lo habían creado para no estar solos cuando llegara el fin del mundo.

lunes, 11 de marzo de 2019

El árbol del conocimiento

La primera mujer y la serpiente, debían reconstruir el Jardín del Edén, tras la invasión de los dioses paganos. Probaron la única fruta del Árbol del Conocimiento, buscando respuestas; y lloraron al ver que los hombres fueron los culpables, al inventar la guerra entre religiones.

domingo, 10 de marzo de 2019

De sopetón

Hoy, durante el desayuno, pensé que sería más productivo escribir sobre el verdadero porqué de la humanidad. Miré por la ventana y la musa me llegó de sopetón. "El fin", escribí mientras respiraba todo el smog capaz de colarse por mi garganta.

sábado, 9 de marzo de 2019

Presunción

Nunca estuvo a su altura. Desde su lugar, solo podía ver su sombra reflejada en sus zapatos;  la misma que la salvó de las pisadas de los gigantes, el día que vinieron a apoderarse, del mundo que tanto él presumía de haber construido.

viernes, 8 de marzo de 2019

La verdadera historia de la Sirena Negra

La miraba nervioso, con el rabillo del ojo, a pesar de que fue él quien dio la invitación.

Una mujer mojada, en un viaje de 80 kilometros, por carretera, debía ser un gran premio para cualquier camionero (por lujuria o simple ansia de compañía), pero esta vez, era la sombra de una turbia situación. No se sentía relajado, sino con un pánico ilógico que casi no lo dejaba concentrarse en la vía.

Y es que había algo extraño en esta mujer. Su belleza (fantástica, literalmente), que emanaba de sus poros casi a manera de halo de luz, perfectamente visible, se mezclaban con un aura negra, que exudaba por sus poros, una esencia que se impregnaba en todo lo que los rodeaba, llegando a su propia piel.

Cuando la recogió, tenía unas 7 personas a su alrededor, estáticos, mirándola, sin más. Como estatuas vivientes, no atinaban a ayudarla. Sus rostros, nauseabundos y rojos, parecían bajo el efecto de una potente droga.

Entonces había tomado la decisión que ahora lo tenía amedrentado: cargarla en sus brazos y llevarla a su camión.

Después de varias horas inconsciente, al fin reaccionó. Se incorporó sobre el asiento trasero y se quedó automáticamente, mirando hacia el cielo, enajenada.

-¿Estás bien? ¿Estás herida? ¿Recuerdas qué te pasó? Estabas tirada en los arrecifes. ¿Recuerdas cómo llegaste a allí, o algo?-Fue su primer encuentro verbal, casi con lenguaje tropeloso.

-¿Estás bien?-repetía, haciendo rápidos vistazos por el espejo retrovisor-¿Oyes y entiendes lo que digo?

Ninguna reacción, ella seguía mirando al cielo, totalmente perdida.

-No, no estás bien, y no sé si me entiendes; pero pronto tendrás ayuda profesional-dijo, aún nervioso, embebido en aquella rara situación, rebasando una de las tantas curvas ciegas de esa angosta carretera.

El mar, con toda su amplia y perfectamente delimitada costa zafiro, bordeaba todo el límite derecho de la carretera.

-Creo que debes recostarte, aún faltan unos kilómetros para el hospital más cercano-hizo un ademán con su mano, (el típico gesto de "mandar a dormir")-Creo que no me oyes, o no me entiendes-otro ademán, girando la mano, como cuando quieres refrescarse del calor-El tiempo está fresco, ya casi estás seca, eso te hará bien, la humedad en el cuerpo, no es aliada de la buena salud.

Palabras al vacío, la misma actitud inamovible por unos cuantos metros más.

-Hemos llegado-fueron las primeras palabras que salieron de su boca, mientras hundía esos penetrantes ojos, tan negros como el profundo y tenebroso océano, en el reflejo del retorvisor.

La escena a continuación, fue más que alucinante. Aquella costa, previamente ataviada y rebelde, con las olas rompientes arremetiendo contra las piedras, se volvió mansa y plana, "como un plato".

El cielo se volvió más negro que nunca, y así, todo el alrededor.

Ella, con pasos fantasmales, bajó del auto; él, atónito, la veía alejarse hacia el borde del despeñadero.

Aquella piel, antes blanco marfil, ahora era el más reluciente ébano, totalmente mojado. ¿De dónde había salido el agua que la cubría? Otra pregunta sin respuesta.

A pesar de esa negrura, su corazón se activó y salió a todo trote del camión.

Ella se encontraba en el borde del muro.

-¿Estás loca, qué haces?

Corrió hacia ella a toda velocidad. Le tomó de la mano, fuertemente, tratando de retenerla, de evitar aquella demencia.

En ese momento, una ráfaga de viento, más oscura que todo aquel entorno, se coló en su mano, y haciendo doler sus nudillos, la separó de la de ella, empapada de un agua surgida de la nada.

La última imagen que tuvo, fue su rostro, ilógicamente pálido, y aquella negra lágrima, la más gruesa que había visto, rodando por la mejilla de aquella rara mujer, antes de perderse en el impenetrable océano.




-Llevo aquí casi 70 años; la gente dice que tengo suerte de haber vivido tantos; son 110 y contando. De ella, solo conservo esta escama verde, aunque algunos me dicen que se torna negruzca en días de tormenta.

-Las paredes acolchadas no me impiden jugar con el agua que me traen en las botellas de plástico. Dicen que no pueden darme vidrio, porque corro riesgo de cortarme, automutilarme; ya sabe, por el diagnóstico ese que se han inventado. Esquizofrenia Paranoide creo que le dicen.

La chica, sentada en la silla metálica, justo frente a la camita adosada a la pared de enfrente, cerró el bloc de notas, donde acababa de escribir el punto final. Se paró, y con ojos azorados pero vivarachos, se acercó a él y le pasó la mano, dulcemente, por la cabeza, que ya había perdido la mirada por la pequeña ventanita corroída por el salitre.

-Será un buen artículo, Señor Serpa; le gustará, estoy segura. Se llamará:  "La verdadera historia de La Sirena Negra" ¿Está bien así?


jueves, 7 de marzo de 2019

Sol desnudo

El pingüino no entendía porque aquel sol ardiente quemaba tanto, aun después de la avalancha de nieve . Entonces sintió aquella pelota de playa golpeándole la cabeza, notó el helado todo desparramado en su traje de baño y vio que el pobre Sol, estaba totalmente desnudo.

miércoles, 6 de marzo de 2019

martes, 5 de marzo de 2019

El planeta equivocado

Esa tarde decidí girar, me paré de cabeza y vi todo perfecto. Descubrí que no estaba loca, solo había caído en el planeta equivocado.

lunes, 4 de marzo de 2019

El baile de la vela

La vela se apagó justo en el momento en que la sombra iba a hacer su mejor baile. Él no tuvo más remedio que terminar su acto de onanismo, de la manera convencional. Otro día más sin contacto físico. La próxima vez, tendría que cerrar mejor la ventana.

domingo, 3 de marzo de 2019

sábado, 2 de marzo de 2019

La estrella

Aquella estrella le dio todo lo que el Sol no pudo; un pequeño lugar adonde escapar cada noche.

viernes, 1 de marzo de 2019

La Ciudad de Papel

"Bienvenidos a la Ciudad de Papel, donde todo pues ser posible, todo lo que tu imaginación pueda se capaz de crear, entre este y otros mundos, existe aquí, en esta mágica ciudad"

Esta era la frase de inicio del Cuentero, Chamán también del pueblo, el más austral del hemisferio.

Ella iba todas las noches a oír sus hermosas y fantásticas historias. Tenía solo 11 años, pero no era tonta, entendía todo lo que él decía (y lo que no decía), perfectamente.También entendía todo lo que nadie más, tampoco decía, por que no podían, y ya, no querían.

El ser una niña, no la dejaba ajena a las penurias del pueblo y de los otros cercanos (quizás los del mundo entero). Todas las tardes, al llegar del colegio, veía a su mamá llorar, al poner la cena. Cuando era más pequeña, creía que era la cebolla (o eso le decían ella y su padre). Lo veía muy lógico, su madre cocinaba como mucha cebolla; en realidad todos en el pueblo eran algo adictos a la cebolla, a pesar de que siempre los hacía crear eternos mares de llanto. Pero, ya más grande (mucho más en el último período), se había dado cuenta de que no era la cebolla lo que los hacía llorar, de hecho, se enteró de que había, hacía muchas eras, una total escacez de cebolla, y de todo lo verde en general.

Entonces, no era la cebolla ni nada material lo que los hacía llorar, sino la angustia propia, la traviesa tristeza que se había apoderado de las almas de los adultos hacía un buen tiempo.

Por eso, las noches con el Cuentero (al que todos seguían diciéndole Chamán), eran los preciosos y perfectos escapes a esas gotas perennes en los rostros de los adultos.

El Cuentero era también adulto, pero no lloraba, nunca lloraba; tampoco reía. Quizás lo hacía cuando era chamán, cuando aún conservaba el misticismo que dicen que, en un tiempo muy lejano, hizo prosperar esas tierras, que solían ser fértiles. Ahora, el viejo "chamán", con su rostro tan árido (como aquellas tierras) y casi afásico (por motivos algo inciertos o indeducibles), prefería contar historias (reales o imaginarias) y llevar un poco de felicidad a los que, como ella, eran aún algo inmunes a estos lamentos terrenales del alma adulta.

Todos los días una historia nueva ¿Cómo podía? Nadie lo sabía, pero tampoco importaba, porque eran los pequeños escapes que se podían aún permitir, y eso era más que suficiente.

Ya con 11 años, se daba cuenta de todo esto, y además, de que no eran solo los niños los que se refugiaban en estos pequeños espacios temporales, sino también los adultos; aun con sus caras agrietadas por los ríos de lágrimas, iban también, cada noche, a este, algo fugaz, viaje mental.

Esos minutos eran magníficos, mágicos. Pero el regreso a casa , cada noche, era lo mejor, pues en aquellos rostros, marcados indeleblemente, con el llanto, se podía ver (únicamente en esos momentos), un ligero aire de esperanza. Eso la emocionaba más que los cuentos del Cuentero, con su Ciudad de Papel.

Hacía tiempo que había empezado a creer, que al final, sí que había solución para tantos problemas, y estaba ahí, justo ante sus ojos; solo había que hallar la forma de darles forma. ¡Ya era hora! ¡Había que actuar!

Pero no estaba sola, el Cuentero la ayudaría. Tenía que hacerlo, era una solución magnífica, y solo él tenía el poder de convertirla en realidad.

Así que fue y le habló de su plan, que de tan sencillo que era, hizo explotar una risa que no pudo reconocer bien, en aquel anciano de más de 269 años

-Pero niña ¿Estás loca? ¿De qué hablas? ¿Cómo se te ha ocurrido esa idea? ¿Hacer un ritual para crear un árbol, con un producto, una esencia tan poderosa, que penetre en la tierra y dé vida a este desierto de antaño? ¿No crees que se te ha escapado un poco la imaginación? ¿No crees que yo mismo he tratado de que mi magia se reactive, para crear una solución definitiva? ¿Piensas que no me preocupa la situación de nuestro pueblo, del mundo?- decía el anciano, volviendo su cara un plato rasgado, de tanta rabia. Ella lo había sacado de sus cabales, y la risa extraña (si es que era risa aquella mueca) que había logrado formarse por unos segundos, se había transformado en la ira más candente que jamás había visto.

Pero ella no le temía, no le importaba (tampoco es que supiese mucho de las diversas emociones, rodeada toda la vida, de una afasia global casi epidémica)

-No estoy loca, y no se me ha ocurrido a mi, sino a ti, "Cuentero"- le dijo, con un pequeño toque ingenuo, despectivo.

El Cuentero se quedó asombrado y, haciendo ahora una mueca pedante, expiró pacientemente y se sentó en su cojín más alto y cómodo (el único que aún quedaba de la época de bonanza). Entonces recordó lo que su mente había encarcelado, guardado, o simplemente escondido. Recordó aquella noche, aquel cuento, aquella idea, que pensó puramente fantástica e imposible de cobrar vida; aquella vez en que mencionó un aceite ( "Aceite de Oliva" le llamó aquella vez), en el cuento del Olivo Madre.

-Sí, sí-gritaba emocionada, al ver que el anciano se calmaba, sucumbiendo al floreciente recuerdo- ya he hecho todo lo que dijiste. Guardé mi collar de piedras en la roca alta que está en la entrada del pueblo, y lo enterré justo debajo, donde nadie lo pueda ver. Hoy habrá Lluvia Violeta, que es más dulce y caliente, y en la noche; ablandará el suelo, y hará que las piedras se transformen en semillas. Dijiste que un día podríamos plantarlo a partir de un pequeño tronco, pero eso no lo entiendo bien; las semillas son mejores. Cuando nazca el Olivo Madre, todo se arreglará. Sus raíces penetrarán la tierra y abrirán canales subterráneos, rompiendo las piedras duras, grano a grano, hasta convertirlas en un suelo nuevo, fértil.

El Cuentero miraba absorto a aquel pedazo de persona que sabía más que él sobre sus propios procesos mentales (lagunas mentales, de hecho).

-Solo necesito tu magia, sin ella, las piedras se volverán más duras y se desintegrarán, convirtiéndose en polvo; no lograrán absorber las gotas de lluvia. Vamos, debes venir conmigo, aún estamos a tiempo, mis piedrecitas no se han hundido aún en el suelo.

Lo haló por su lánguida mano. Él, inconsciente y automáticamente, le siguió el paso, como guiado en un trance onírico. No podía creer que esto fuera cierto, pero lo era. Nadie lo había descubierto hasta el momento, pero sus relatos no eran más que vivencias de otras vidas y momentos, paralelos; posibles, y de hecho existentes. Aquellas escenas espacio temporales que ocurrían en esas dimensiones paralelas, eran otras posibilidades existenciales, y como posibilidades al fin, escenarios candidatos a darse en su propia realidad y la del pueblo en sí.

Ahora lo recordaba, de la mano de un extraño detonador en forma de niña.

Al llegar al lugar, se detuvo, no solo por haber llegado al destino sino por una fuerza interna que desaceleró sus pasos hasta velocidad cero. Si cuerpo hizo un movimiento convulsivo, totalmente fuera de lo normal. De la gran piedra, salieron millones de rayos luminosos que lo rodearon por todos lados y penetraron cuerpo, ahora puramente lumínico. Se envolvió en un halo violáceo, que se fundía con su cuerpo y todo su ser. Estaba en éxtasis, por sentirse nuevamente "en sus aguas", y reconoció su alma mágica, que había dado por perdida hacía más de dos siglos.

 Los rayos salieron de él, disparados como veloces petardos, directamente hacia ella (que se encontraba en un estado de confusión total). Ella se perdió también en este rato delirio. A su alrededor se formó un cono torcido de luz, semejante a un difusor LED, que giraba a cientos de revoluciones por segundo. Su cuerpo, de por sí pequeño, se volvió más y más chico, diminuto, centimétrico; se perdió del campo visual.

Él, que no había dejado de emitir estos magníficos rayos, comenzaba a comprender este  incidente y a sentir la creación que emanaba de su cuerpo, y lo disfrutó al máximo.

El resplandor reinante, desapareció. Aún agotado, se acercó al vacío que había dejado el pequeño cuerpo de la niña. Mas no era vacío, sino una asombrosa transformación. Una semilla, de tan solo 5 x 5 centímetros, con un radio perfecto, ocupaba el lugar donde ella había estado, tan solo 25 segundos atrás.

El éxtasis eufórico había pasado. Tomó la semilla y la besó, con un beso tierno, de esos que dan los abuelitos a sus nietos, de los que ya se habían perdido hace mucho tiempo en el mundo. La colocó de vuelta a la tierra y la empujó con delicada fuerza, hacia lo más profundo que pudo con sus manos. Le echó un poco más por arriba (para dejarla bien asegurada), se levantó (haciendo caso omiso del acreditar de sus rodillas), y salió con pasos lentos, de regreso al pueblo.

Por primera vez, desde hacía muchas décadas, rió; no con la anterior risa esquizofreniode, sino con una liberadora risa.

La Luna Nueva iluminaba su camino, que de una extraña manera, sentía ahora, algo resbaladizo. Al llegar a su pequeña casa, se quitó la túnica empapada y se pasó la lengua por los labios, sorbiendo pequeñas gotas de le empalagosa llovizna. Se recostó en su cojín preferido, no sin antes tocar sus pies para confirmar que aquello que había sentido en su piel, durante todo el trayecto, inundando sus dedos y sus uñas, era, simplemente, aceite de oliva.

















jueves, 21 de febrero de 2019

La estrella guía

Eres la estrella del Norte
La que persiste en la guía
La que penetra despacio
Sobre mi vida dormida
Esa que brilla de lejos
Pero de cerca de apaga
Esperando todo un siglo
Una vida si es preciso
Para hallar el punto exacto
Donde debe penetrar
Eres la justa medida
La centrípeta coraza
Que protege de las sombras
La que trae la verdad
La que no disfraza nada
Y dispara a quemarropa
Que mezcla el amor con odio
Aunque parezca utopía
Y juega con las palabras
Cambiando todo de sitio
Formando el cuadro perfecto
De mi atormentada vida

miércoles, 20 de febrero de 2019

El diente

Buscó en la basura por más de una hora. Aquel pequeño diente era la única pista que habría dejado el asesino. Ella no dijo ni una palabra, no podía, le dolía demasiado aquella cavidad vacía en su boca. Le pasó la linterna al detective y siguió tomando nota.

martes, 19 de febrero de 2019

100 cuerpos flacos

En aquel mausoleo, primaba la ley de la oferta y la demanda. Cada cuerpo se tasaba según su peso; los más gorditos costaban más. Había logrado reunir algunos, pero no era suficiente; eran cuerpos  muy flacos. Así que aprovechó y vació de una vez su campo de concentración ¡Ya llegarían más para llenarlo! La guerra estaba solo comenzando. Al guardián del cementerio no le importó que fuesen pobres, a fin de cuentas, 100 cuerpos flacos eran mejor que uno gordo. Al cielo tampoco le importaba, mientras más almas entraran, mucho mejor.

lunes, 18 de febrero de 2019

domingo, 17 de febrero de 2019

sábado, 16 de febrero de 2019

Después de ti

Todo sigue igual después de ti
Después de aquella vez
Después de ese desliz
Después de la otra noche
Al menos, por aquí
Quizás en otros mundos
Pueda ser diferente
Y allá lo triste un día
Al otro sea feliz
Pero aquí solo es así
Todo igual, sobrevolando
Con los pies sobre la tierra
O en las nubes caminando
Por inaparentes treguas
Nada dejas con tu huella
Ningún túnel con salida
Solo una lágrima helada
Fantaseando despedidas

viernes, 15 de febrero de 2019

La ciudad dormida

La ciudad dormida
Con el alma despierta
Que esconde del mundo
Lo que más detesta
Sabe de tus penas
También de tus glorias
Que duermen ahogadas
En tu desmemoria
La ciudad que vela
Con las alas caídas
Tus sueños inmundos
Tus mil despedidas
Conoce de todo
Y vive de nada
Porque es lo que el tiempo
Cuando ve la almohada
Tiene la promesa
Clavada en lo eterno
De vivir tu vida
Tus pasos inciertos
Y luego morir
Sellando la herida
Sabiéndose polvo
De tu alma perdida

jueves, 14 de febrero de 2019

Unas y otras veces

Unas veces llega
Otras veces falta
Unas, se refleja
Otras, se refracta
Unas veces voces
Gritos desmedidos
Y otras el susurro
Que hunde mi garganta
Unas veces firme
Como puerta al cielo
Y otras geometría
De ángeles con miedo
Casi me confunde
Y allí estando lejos
Me roza la cara
Y dice: ahí nos vemos

miércoles, 13 de febrero de 2019

Años nuevos

Años nuevos, suertes y corridas
Sueños muertos, tantos realizados
Pecados sordos y desparramados
Caricias rotas, otras perdidas
Y la odisea de la salida
Que a veces pudo desesperar
Muchas entradas y oscuridades
Que para muchos son libertades
Un año nuevo, otra batalla
Para quien sirva, distintas tallas
Un todo único, nada pensado
Y en el recuerdo más esperado
Todas las lunas, dones y soles
Los que se explotan de corazones
Que un año nuevo, con ilusiones
La vida nueva nos traerá

martes, 12 de febrero de 2019

lunes, 11 de febrero de 2019

Solo un día

Había mil ideas para la historia de aquel libro. Escogió la más sencilla, la historia de su vida. Difícil tarea; según aquel médico, solo le quedaba un día para contarla.

domingo, 10 de febrero de 2019

Cumplir un deseo

Decidió que era tiempo de cumplir su propósito y derramó todo su cuerpo por aquellos labios que estaban, hace mucho, deseando visitar el más allá. Solo era un pequeño frasquito de veneno, pero podía, al menos, cumplir uno de sus tantos deseos.

sábado, 9 de febrero de 2019

La visita

Aquella tarde en la piscina, decidí que era tiempo de hacerte  la visita. Bajé hasta el fondo y aguanté mi respiración por algunos segundos. A las 3 horas comencé a verte, justo delante de mí. Eras más bonita de lo que recordaba.

viernes, 8 de febrero de 2019

La decisión

Decidió ser atea, pues no quería volver a vivir una vida como la suya.

jueves, 7 de febrero de 2019

Mis fracasos

Me gusta
Y me desgarra que guste tanto
Me hace más falta que en el inicio
Cuando era nada su realidad
Recuerdo
Cuando salía de mi cabeza
Sin convertirse en mi propio llanto
Desconociendo aquel precipicio
Que quebrantara la inmensidad
Me daña
La incertidumbre de aquel abrazo
Que estuvo cerca en aquella esquina
De los resquiscios que mi memoria
Aún no ha podido despedazar
Y me revienta
Que ya perdida en aquel ocaso
Mi alma camine tras bambalinas
De lo que ahora llena mi historia
Con los fracasos de mi verdad

miércoles, 6 de febrero de 2019

Fuerza


Desgraciada de por vida
Reintegrada
Mal herida
Desatada por momentos
Y querida en un intento
Destapada en los fracasos
Escondida de los lazos
Atrapada en un instante
Y en el otro, delirante
No caída, levantada
De entre rosas con espinas
Otras veces sustentada
Por migajas de la vida
Cada plazo
Cada sueño
Cada nota sostenida
La hizo fuerte
No de mente
Sino de alma y corazón

martes, 5 de febrero de 2019

Mi sufrimiento


Me siento tan mal
Que podría gritar
Mas si grito
¿Alguien, algo
Podría escuchar?
¿Si la gente solo oye
Lo que en verdad quiere oír
Y es naturaleza
De humanos herir?
¿Como puede alguien
Calmar mi rencor
Y darme su hombro
Para mi dolor?
La maldad humana
Existe, lo sé
Solo les preocupa
Su propia verdad
Si eso ocurre así
¿Qué puedo esperar?
No oirán mi llanto
Ya puedo gritar
Sin causar molestias
Es más que seguro
Que mi sufrimiento
Nadie lo sabrá

lunes, 4 de febrero de 2019

Rutina


Nunca llego
Casi caigo
Y he llegado a tropezar
Nunca lejos
Siempre corto
Tantas veces comenzar
Todo vueltas
Nada recto
Una historia sin final
Es rutina de mi vida
Estar cerca y regresar

viernes, 1 de febrero de 2019

jueves, 31 de enero de 2019

Ahogar las penas

Al fin entendió que la frase: ahogar las penas en…solo era una manera de esconderlas bajo la superficie de la piel.

miércoles, 30 de enero de 2019

Negra igualdad


La tormenta era roja. Las gotas de sangre que llovían, empapaban su verde corazón. Entonces comprendió que todo había sido en vano. Por más que luchara, jamás iba a evitar la muerte de los ángeles; había demasiadas sombras en el mundo. A partir de ese momento, su corazón se volvió negro y se convirtió en una persona más, llena de miedos y perjuicios, como todos.

martes, 29 de enero de 2019

El asado


El duende vio al tigre escondido entre los pequeños arbustos. Sabía que tenía un hambre voraz y que no dudaría en hartarse con su menudo cuerpecito. Así que se quedó escondido en lo alto de aquel árbol. Esperaron 6 días y 6 noches. Pasaron otros duendecitos corriendo, a lo lejos, pero este pequeño estaba más cerca. Llegó el cazador hambriento, el tigre lo vio y supo que sería una mejor presa. Pero ya no tenía fuerzas para correr hacia él. Esa noche hubo un festín, el cazador y el duende compartieron un gran asado de tigre.

lunes, 28 de enero de 2019

Prueba 199

Decían que era el diablo, solo porque amaba a los del mismo género. Nadie vio las alas escondidas entre sus largos cuernos. Se quitó la máscara. Escribió: prueba 199/resultado fallido. Volvió a casa llorando de tristeza. Estos tampoco entrarían al cielo.

domingo, 27 de enero de 2019

Solo un peldaño

Solo faltaba un peldaño, uno más para la meta. Mil y un intentos fallidos había tenido, pero había valido la pena el sacrificio. La sangre en sus muñecas no le molestaba. Había logrado, al fin, subir las escaleras al cielo.

sábado, 26 de enero de 2019

Eres mujer

Más puritana
Menos perdida
Más acusada
Poco medida
Menos usada
Muchos atajos
Un tanto rara
Menos dolida
Más liberada
Menos redonda
Poco madura
Casi dormida
Más nauseabunda
Un poco recta
Y en la visita
De almas sin vida
Ya trastornada
Por tantos ojos
Eres, mujer
Todo en la vida

viernes, 25 de enero de 2019

Rutina

Nunca llego
Casi caigo
Y he llegado a tropezar
Nunca lejos
Siempre corto
Tantas veces comenzar
Todo vueltas
Nada recto
Una historia sin final
Es rutina de mi vida
Estar cerca y regresar

jueves, 24 de enero de 2019

Necesidad

Necesito la música
La que hay en todas las cosas
La que de a poco reposa
En tu callada mirada
La que se queda plasmada
En tu rostro al despertar
La que me ha de embelesar
Si el estrés rompe mis nervios
Y la que puede lograr
Que olvide todas mis penas
La que nace en luna llena
Como si fuese verano
Acercándose al más frío
De los recuerdos despiertos
Esa que llega cual cuento
Y se va como un suspiro
La que en acordes coordino
Pero en mi voz desnivelo
Esa música yo quiero
Y hasta poderla alcanzar
Subiré como bajando
Como si fuera escalando
Descenderé hasta el infierno
Haré soñar malabares
Al derecho y de cabeza
Temblarán todos mis huesos
Se perderá mi pureza
Por encontrar la armonía
Esencia de su belleza

miércoles, 23 de enero de 2019

Por un sueño

Quisiera encontrar un sueño
Si yo lo pudiese hallar
¡Me aferraría tan fuerte!
No lo podría soltar
Lo defendería en todas
Las más duras situaciones
Y guardaría su esencia
Para evitar decepciones
Si yo consiguiese un sueño
Bastaría con tenerlo
Para decir que he logrado
Alcanzar por fin mi meta
No sería color oro
El verde lo opacaría
Más brillaría tan fuerte
Como el mismísimo sol
Ese sueño tan pensado
Muchas veces destruido
Sería entre las cenizas
El único en renacer
Por ser el más persistente
Y por llegar justo a tiempo
Convirtiendo nuestro encuentro
En un cuento sin final
Se impregnaría en mi piel
Y sería su perfume
Tan sutil y tan profundo
Como el más intenso mar
Me ahogaría en sus latidos
Seguiría sus destellos
Y aún al final del túnel
Me aferraría a su esencia
Pues adueñarme de un sueño
Sólo lleva una sentencia
Y es morir en su presencia
Aunque el más crudo final
Sea soñar para siempre
Para nunca despertar

martes, 22 de enero de 2019

Vuelvo a empezar

Me alojo en muchos locos pensamientos
A veces puros, otras, insanos
Que en ocasiones son inhumanos
Y no hacen más que desesperar
Busco en mi mente tantas salidas
Y abro puertas que se deshacen
Buscando tantas alternativas
Y solo consigo enloquecer
Ver el final aún más nefasto
Y siempre vuelvo al mismo lugar
No hallo consuelo en mis sueños locos
Y siento que muere, poco a poco
Ese destino que un día rocé
A veces digo: no más mentiras
Sueña otro cuento, lo olvidaré
Mas esta mente casi obsesiva
No da reposo, va a la deriva
Anda sin pies y sin cabeza
No encuentra forma de regresar
Casi sintiendo que no respiro
Veo una luz
Y vuelvo a empezar

domingo, 20 de enero de 2019

Sentimientos de cera


Ellos nos han torturado por más de lo que cuenta la historia. Han sido los protagonistas de nuevos mundos y también de viejas muertes. Han horadado nuestros cuerpos y nuestras almas al punto de volvernos esclavos de entes celestiales y de nuestra propia mente. Nos han vuelto villanos y héroes y nos han regalado el bien más preciado a cambio de guardarlos en nuestro interior. ¡Y son tan minúsculos!  Alguien les puso el nombre de Sentimientos y nosotros aún los llamamos así. Suerte que ahora sólo están en este museo.

sábado, 19 de enero de 2019

El espectro y el sueño


El espectro estuvo esperando, pacientemente, durante horas. Al fin llegó el momento. Ella estaba dormida profundamente, así que podría colarse en su sueño y modificarlo a su antojo. Sus ojos se movían rápidamente, ya era hora. Voló precipitadamente hacia su destino y se quedó unos segundos mirando aquel cuerpo en el que tendría que entrar a continuación. La puerta se abrió, dejando entrar un halo de luz que le permitió ver una sombra. El pánico lo horrorizó y lo hizo salir volando. Su sombra se quedó recostada al lado de la cama. Al día siguiente, ella despertó recordando el sueño más maravilloso que había tenido jamás.

viernes, 18 de enero de 2019

Historia de un villano


Estaba furioso, la historia no era como se la habían contado. Él no había sido el villano de la historia, sino el héroe. Al tragarse a la princesa de la torre, no destruyó el cuento, solo logró reunirla para siempre con el príncipe azul.


jueves, 17 de enero de 2019

La perfección


Su interior era blanco y el negro cubría todo su alrededor. No pudo evitar el accidente a continuación. La primera gota que derramó, daño mortalmente el cuadro. Descubrió que la perfección también se alimenta de oscuridad.