jueves, 9 de mayo de 2019

Tiempo para el barquero



Reto
#LesTodes
#RetoBurdick

Fantástica iniciativa de un grupo de seres mágicos que un día, por azares del destino, que a veces se nos muestra demasiado bondadoso, se juntaron en un taller literario que dejó de ser taller, para convertirse en un sorbo necesario de vida.







Despertó en el barquitren. Al parecer se había quedado dormido allí mismo con tal de no llegar tarde a  su primer día. Se echó un poco de agua en la cara (ventajas de trabajar en el mar), se acomodó un poco los rizos azabache que le tapaban los ojos y se acomodó en el asiento del piloto.

El barquitren era fantástico, más de lo que le pudiesen haber descrito.  A pesar de su pequeño tamaño, te hacía sentir en un futuro perfecto ajeno a cualquier aspecto de la vida en general. Con la pequeña cabina, donde solo habían dos asientos (el del piloto y el del copiloto), dejaba ver a través de la cúpula descapotable del techo, una luz rosada donde se marcaban imágenes antiguas y futuristas, en forma de perfectas escenas holográficas de películas, que rememoraban el pasado y plasmaban posibles futuros.

A pesar de todo el avance de la sociedad, algunas imágenes eran capaces de hacer bajar la barbilla hasta el pecho, del inmenso asombro quee provocaban.

Y delante, en la vía, un enorme camino de rieles, que tapado por el inmenso océano, todavía dejaba ver sus perfectas líneas luminosas. Estaba tan ansioso de ver hasta dónde llegaba la vía. Lo más probable era que no llegara jamás a conocer el final del camino, pero la expectativa de un quizás no se le iba de la mente .

Los nervios del primer día de trabajo no habían llegado a fluir totalmente, cuando sintió una voz a su izquierda.

-¡Pensé que llegaría tarde!-dijo una ronca y atiplada voz

-¿Eres nuevo? No recuerdo haberte visto antes.

Él asintió con la cabeza, marcó rumbo en la pantalla y emprendió el viaje sin emitir ni un sonido.

-Ojalá fuera nueva yo también- continuaba diciendo la voz mientras él mantenía la mirada fija en la vía.

-Ya no sé cuántas veces he hecho este recorrido. A veces me confundo de parada, de hora y hasta de fecha. Estas reencarnaciones ya no son para mí.

Al decir esto, él se quedó tieso como un tronco seco. Sus ojos presionaban hacia fuera de sus órbitas, las costillas no daban abasto con la respiración, sentía su corazón atascado en su garganta y miles de lucecitas centelleantes cubrían el campo visual, que cada vez se volvía más borroso y difuso. Pero lo habían entrenado para esto y sabía que nada debía decir al respecto. De hecho, no debía hablar ni mirar hacia su pasajera, y ya lo había hecho; había mirado y disfrutado la perfecta imagen de esta hermosa chica que ahora le ponía rostro a sus más oscuros miedos.

-Cada vez se hace más difícil, no sé si estoy muy vieja para esto o es que el mundo se ha hecho demasiado grande-continuó ella-antes, las personas eran más simples y sus cuerpos y almas agradecían esta simpleza, con pensamientos puros y amplios. Ahora, todo es más complicado, las personas son más complicadas. Más resentimiento, más ideas ofuscadas y confusas, más infelicidad. No dejan nada más a desear que acabar con su malgastada humanidad. Quizás un día de estos lo haga- gritó dando un fuerte puñetazo contra la carcasa de la proa.

Él no amainaba su inquietud. Tratando de controlar su pánico, a punto de una crisis, seguía ciclos de respiración que le provocaban más ansiedad. Pero no lo demostraba, o al menos eso creía.

Al fin, la orilla, a solo una milla y media, la ansiada orilla, con sus colinas grises asomando por entre enormes árboles azules, que se perdían en el cielo negro que cubría la isla.  Era una imagen surreal, que a pesar de sus tonos lúgubres, dejaba un hilo de tranquilidad interna; o quizás solo un desierto mental, que se escapaba a cualquier paraje imaginado que aquel panorama le permitiera traspasar.

Desde ese negro cielo, los millones de rayos violetas, verdes, rojo escarlata y de todos los colores con sus tonalidades más oscuras, se estrellaban contra la costa, bañada de olas burbujeantes que explotaban hasta casi llegar a chocar contra ellos. Justo ahí, a dos metros de sus caras, se convertían en plumas que volaban hacia el cielo. Allí, a lo alto, se pegaban a las alas raquíticas de los pájaros extraños que aparecían de la nada.

Jamás había visto algo así; ni siquiera en esos relatos de antaño.

La escena fue in crescendo y él empezaba olvidar su temor. Sus sentidos flotaban etéreos por encima de sus pensamientos casi nulos y empezó a sentir una calma que le adormeció la razón.

De repente, estos pájaros emprendieron un arrebatado vuelo circular. Formaron un remolino que se convirtió en un verdadero tornado y envolvieron a la chica, elevándola en su vuelo.

Mientras detallaba por primera vez su rostro disfrazado por los cuerpos de este tumulto de aves, vio, frente a él, en el mismo lugar donde habían aparecido las plumas, una solución de continuidad que dejó ver un trasfondo oculto hasta el momento.

A modo de telón abriéndose, dejó ver un camino de piedra, que parecía infinito, y aun iluminado por luces que emergían de las paredes de cristal, o algo semejante, desembocaba en una oscuridad cegadora.

Miró de nuevo hacia el pecoso rostro casi desaparecido entre las plumas y oyó una voz salida de una casi inexistente boca, gritar:

-¡A ti también te tocará! A todos, hasta que encontremos la solución. Encuentra la salida, por favor. ¡Libéranos!

El tornado de plumas se perdió en el infinito túnel y el extraño portal se cerró.

Esperó treinta segundos, tal como le habían enseñado y vio una gran burbuja sobre su cabeza.  Comprendió que debía alcanzarla y la sostuvo entre sus manos antes de que tocara el suelo. Solo era un burbuja de agua, pero pesaba más que un niño.

La burbuja reventó y ahí, en sus manos, apareció justo eso, un niño, un bebé recién nacido, rendido y arropado, absorto a todo lo que le rodeaba.

Todo el entrenamiento de los ocho mundos era insuficientes para abordar aquella experiencia alucinante. Sintió un alivio enorme, puso el bebé en el suelo del barquitren y marcó rumbo de regreso.

Faltaban unas horas para el ocaso y el fin de su primer día de trabajo.

¿Había logrado su objetivo? ¿Había encontrado la respuesta? ¿Lo había hecho bien?

Esas preguntas, que quizás nunca tendrían respuesta, le taladraban la mente.

Cuando llegó al puerto, estacionó el barquitren y esperó. Sabía que la entrega sería retirada en cualquier momento y él no podía interferir, tampoco mirar y menos opinar; ni siquiera podía hablar.

Sintió un temblor y un llanto de bebé. Tuvo miedo y cerró los ojos; no debía hacerlo, pero no pudo contenerse. Esta vez, comenzó a hiperventilar; las palpitaciones se volvieron totalmente descontroladas y estuvo a punto de perder el conocimiento. Sintió un frío en la piel y su lengua se enrrolló en su boca, sintiendo que se la tragaría de un momento a otro.

-Hola ¿Eres el barquero?- se oyó preguntar a alguien que estaba en el timón. Era su voz, que salía de un cuerpo que no reconocía, pero que era suyo, sin lugar a dudas. Estaba del otro lado, en el muelle, hablándole al timonel, que ya no era él.

Sintió un leve escalofrío y un resoplido.

-Pensé que llegaría tarde-volvió a decir la voz propia que sentía aún ajena.

-¿Eres nuevo? No recuerdo haberte visto antes-dijo acomodándose en la silla acojinada del copiloto.

El chico que conducía asintió con la cabeza y puso rumbo a la nave.

Mientras las palabras salían de su boca, formando un soliloquio que podía oír desde el interior de su cabeza, como si proviniera de alguien más, recordó los otros viajes, igual que este, que había hecho, una y otra vez, en tantos siglos de existencia que justo ahora comenzaba a recordar.

Mientras su otra conciencia continuaba hablando, a aquel chico que parecía algo amedrentado, reconoció donde estaba y adónde iba.

Se sentó en su rincón mental, a esperar pacientemente el destino.

Quizás esta vez pudiese hacer algo, encontrar una salida. Sea como sea, él sabía que las respuestas estaban allí. Tampoco es que estuviese apurado, a fin de cuentas, tenía todo el tiempo de todos las posibles vidas, a su favor.


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