viernes, 17 de mayo de 2019

Quid pro quo

Nos abrazamos un sábado y despertamos el viernes. Cada vez igual, retrocediendo un día cada vez. Cuando llegamos al día en que le vi por primera vez, crucé por la esquina opuesta y dejé que encontrara al amor de su vida. Volví a mi apartamento, donde me esperaba el alma, dispuesta, desnuda, sobre la cama. Me dormí con una sonrisa en los labios, sabiendo que aquel había sido el quid pro quo más justo de mi vida.

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