La niña tenía unos anteojos redondos y grandes. No eran graduados y sólo se los ponía en ocasiones especiales. Cada vez que los usaba, alguien moría, alguien que ya no tenía nada que aportar a la sociedad. Un día los anteojos se le perdieron. La niña los buscó, agobiada, durante varias horas, sin descanso, mas no los encontró. Al día siguiente, la niña apareció muerta.
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