Se deprimía cada vez que veía una foto, porque le recordaba su pasado feliz; aquel, cuando aún no sentía penas ni agonías. Un día, oyó hablar de un remedio para todo su dolor. Constaba de un ritual muy bien establecido, detallado y enumerado. Al principio, lo vio muy complicado, pero ya había probado todo, todo para ser feliz, así que lo siguió al pie de la letra. El ritual duró toda la vida; murió con una gran sonrisa en su rostro.
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