Cuando dormía, todo cambiaba. Todos pensaban que sólo reposaba, pero en verdad, se transportaba a otro mundo. En aquel mundo, no había más que sonrisas, que volaban más allá de las caras de la gente. Al regresar la mañana, volvía a vivir misma tortura que soportaba ya por 500 años, en aquel frío calabozo de la Isla de las Calaveras.
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